Un rato de meditación diaria -unión de amistad con Dios- es cosa propia de personas que saben aprovechar rectamente su vida; de cristianos conscientes, que obran en consecuencia.
Los enamorados no saben decirse adiós: se acompañan siempre. -Tú y yo, ¿amamos así al Señor?
¿No has visto cómo, para agradar y bien parecer, se arreglan los que se aman?… -Pues así has de arreglar y componer tu alma