Cortesía siempre, con todos. Pero, especialmente, con los que se presentan como adversarios -tú no tengas enemigos-, cuando trates de sacarles de su error.
El pedante interpreta como ignorancia la sencillez y humildad del docto.
No seas de ésos que, cuando reciben una orden, enseguida piensan en cómo modificarla… -Se diría que tienen ¡demasiada “personalidad”!, y desunen o desbaratan.
La experiencia, el saber tanto del mundo, el leer entre líneas, la perspicacia excesiva, el espíritu crítico… Todo eso que, en tus relaciones y negocios, te ha llevado demasiado lejos, hasta el punto de volverte un poco cínico; todo ese “excesivo realismo” -que es falta de espíritu sobrenatural- ha invadido incluso tu vida interior. -Por no ser sencillo, te has vuelto a veces frío y cruel.
Es admirable ese tu buen humor… Pero tomarlo todo, todo… a broma, ¡concédemelo!, significa pasarse de rosca. -La realidad es bien otra: como te falta voluntad para tomar lo tuyo en serio, te autojustificas, chanceándote de los demás, que son mejores que tú.