Que hago con la alegria de mi conversion?

Padre, hace algunos meses he vuelto a la iglesia católica, porque entendi que ésta es la única real fundada por Cristo, a veces me siento impotente porque he querido hacerle comprender esto mismo a otras personas, pero no lo aceptan, ¿que hacer? – Preguntado en formspring.me/fraynelson

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Debo empezar diciendo que es buena seña que tengas esa prisa, o cais impaciencia, por llevar la Buena Nueva a la gente que amas: eso indica que aprecias el donde la verdadera fe, y muestra también que has llegado a una convicción: el mejor acto de amor es acercar a los que amamos a la Fuente Viva y Verdadera del Amor, que es Jesucristo, creído y confesado en plenitud de fe, como lo hace la Iglesia.

La impaciencia, sin embargo, puede ser contraproducente. Un celo excesivo hace que lleguemos a cansar a los que nos escuchan, o puede producir también que nos pongan bien grande una etiqueta que dice: FANÁTICO. Lo malo es que, después de etiquetarnos, ya estarán “vacunados” contra nuestras invitaciones, testimonios o sugerencias.

Además, es bueno recordar siempre qué amor, delicadeza y paciencia ha tenido Dios para con nosotros. Responde para ti esta pregunta: ¿Cuánto tiempo me esperó Dios? Esa reflexión puede ayudarnos a entender que el Señor tiene su hora para cada persona, y que así como nos ha esperado con ternura de verdadero padre, así aguarda a otros.

Lo anterior no significa, sin embargo, que nos resignemos a dar testimonio de nuestra fe, ni tampoco que pasemos a una actitud cómoda pero irresponsable bajo la consigna: “Que cada quien viva como quiera.” El apóstol San Pedro nos da la justa medida en su Primera Carta:

“¿Quién podrá hacerles mal, si ustedes se empeñan siempre en hacer el bien? Pero aun si por actuar con rectitud han de sufrir, ¡dichosos ustedes! No tengan miedo a nadie, ni se asusten, sino honren a Cristo como Señor en sus corazones. Estén siempre preparados a responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen, pero háganlo con humildad y respeto. Pórtense de tal modo que tengan tranquila su conciencia, para que los que hablan mal de su buena conducta como creyentes en Cristo, se avergüencen de sus propias palabras.” (1 Pedro 3,13-16).