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Ya en su tiempo la gente lo consideraba "El Magno", el grande, por la sabiduría admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también "El Doctor Universal", porque sabía de todo, de ciencias religiosas, ciencias naturales, filosofía, etc.
Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo. Las personas comentaban que el Santo "sabe todo lo que se puede saber" y le otorgaban además el título de "milagro de la época", "maravilla de conocimientos" y otros más.
San Alberto fue el maestro del más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino. Él descubrió la genialidad del joven Tomás.
Nació en Alemania en 1206. De familia rica, importante en el gobierno y en la alta sociedad, ingresó de religioso con los Padres Dominicos.
En Colonia, París y en varias otras universidades, fue un profesor brillantísimo. De muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases.
Tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, de rescatar y reconciliar las ideas del filósofo con las cristianas. Esto lo perfeccionaría luego su discípulo Santo Tomás.
Escribió 38 volúmenes sobre todos los temas. Fue llamado a ser Superior Provincial de su Comunidad de Dominicos. El Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona, cargo al que renunció a los dos años, para dedicarse a su misión intelectual.
Murió el 15 de noviembre de 1280, a la edad de 74 años.
Ordenación Sacerdotal. Puerto Berrio, Colombia (2008) - En esta fecha Dios regala la Ordenación Sacerdotal a su Diácono hijo predilecto de la Santísima Virgen María. La comunidad de Sabana de Torres está feliz por ello.
Bogotá, Colombia (2008) - El centro de Investigación pastoral CERNIR tiene el gusto de invitarle a participar en el coloquio: Experiencias Fundantes de la fe.
Fecha: Sábado 15 de noviembre de 2008
Hora: 8:30 a 1:00 p.m.
Lugar: Seminario Mayor de Bogotá
Inversión: $30.000 (Incluye libro, materiales y refrigerio).
Informes e inscripciones: Seminario Mayor de Bogotá - Tel: 644 04 05
E-mail: laboratoriosdepastoral@hotmail.es
Teniendo entre otros puntos, la experiencia fundante de Pablo en su encuentro con Jesucristo.
P.D.: Si saben de alguien más, a quien le pueda interesar esta actividad, por favor háganle llegar esta invitación..
Ésta es la revelación que Dios ha entregado a Jesucristo, para que muestre a sus siervos lo que tiene que suceder pronto. Dio la señal enviando su ángel a su siervo Juan. Éste, narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo. Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen presente lo que en ella está escrito, porque el momento está cerca.
Juan, a las siete Iglesias de Asia: Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene, de parte de los siete espíritus que están ante su trono.
Oí cómo el Señor me decía: "Al ángel de la Iglesia de Éfeso escribe así: "Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y anda entre los siete candelabros de oro: Conozco tus obras, tu fatiga y tu aguante; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo y descubriste que eran unos embusteros. Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga; pero tengo en contra tuya que has abandonado el amor primero. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes.""
Dichoso el hombre / que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la senda de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos; / sino que su gozo es la ley del Señor, / y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol, / plantado al borde de la acequia: / da fruto en su sazón / y no se marchitan sus hojas; / y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; / serán paja que arrebata el viento. / Porque el Señor protege el camino de los justos, / pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Al que salga vencedor le daré a comer del árbol de la vida. (Salmo 1 )
Evangelio
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello, y le explicaron: "Pasa Jesús Nazareno". Entonces gritó: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!"
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" El dijo: "Señor, que vea otra vez". Jesús le contestó: "Recobra la vista, tu fe te ha curado". En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
¿Qué quieres que haga por ti? Señor, que vea otra vez (Lucas 18, 35-43)
Cómo vencer el escudo y la disculpa racionalista con que uno pretende mirar a otra parte cuando Cristo le recuerda que uno ha perdido el amor primero. 10 min. 4 seg.
Cristo hoy te llama a renovar tu vida cristiana y te dice: se que estas luchando, se que estas pasando momentos muy duros pero quiero que solamente el amor sea lo que te llame a luchar. 5 min. 0 seg.
Son tantas nuestras ignorancias, mezquindades y errores, que siempre necesitaremos esta oración: "Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí... Señor, haz que vea..." 22 min. 49 seg.
La vida cristiana no consiste solamente en evitar el error y luchar contra el pecado sino que debe irradiar la caridad y la hermosura de la Verdad. 4 min. 48 seg.
Hay personas que están luchando por cosas bellas, pero sin amor; desde la amargura, desde la tristeza y la derrota. Nuestra lucha por el Evangelio ha de estar marcada por el amor. 6 min. 42 seg.
Jesús nos dice que lo estamos logrando, pero nos pregunta: ¿Cómo está nuestro amor? ¿Cómo está el amor primero?¿Qué pasó contigo, dónde está tu amor? 5 min. 34 seg.
No te resignes al lugar donde te llevó el pecado. Recuerda la dignidad que tienes, eres hijo de Dios; haz memoria de todo lo que has dejado perder; lo que has renunciado sin dar la pelea. 5 min. 1 seg.
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1.1 El último libro de la Biblia es también el que acompaña la última parte de nuestro año litúrgico. Se trata del "apocalipsis", como solemos llamarlo, o también "revelación". Una palabra sobre el conjunto de la historia humana, pronunciada en el contexto doloroso de la persecución.
1.2 El libro empieza con una serie de mensajes de Jesucristo a las comunidades cristianas de la época. Esto tiene sentido, porque si el conjunto de la historia humana debe comparecer ante Cristo, los que han sido elegidos por Cristo deben, antes que nadie, escuchar su voz majestuosa y verdadera. En efecto, si algún privilegio tiene el cristiano es que su Juez de mañana es hoy su Salvador. La palabra que hoy le corrige mañana no le castiga.
1.3 Las comunidades de la época son llamadas aquí "iglesias". Los mensajes que recoge el Apocalipsis no se dirigen a todas estas iglesias, sino sólo a un conjunto de ellas, localizadas en lo que se llamaba Asia Menor y que hoy corresponde a Turquía. Hoy, por ejemplo, hemos oído el mensaje a la iglesia de Éfeso.
2. ¿Qué sabe Jesús de nosotros?
2.1 El Evangelio según san Mateo termina con una maravillosa promesa: "yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mt 28,20). Esta promesa quedaría como algo sólo supuesto y abstracto si no fuera posible percibir el paso, la voz y la fuerza de Cristo "todos los días". Pues bien, las profecías del Apocalipsis a las iglesias son un modo de manifestar esa presencia. Cuando Tomás dijo que no creería a menos que viera las señales de la crucifixión en los miembros de Cristo no sabía que Cristo lo estaba escuchando (cf. Jn 20,25.27). Jesús sabe de nosotros. Acompaña a los que predican (Mc 16,15-18) y, según vemos en la lectura de hoy, está bien enterado del estado real y actual de los suyos.
2.2 A los efesios dice Cristo por medio del vidente: "conozco tu perseverancia... pero debo reprocharte que dejaste enfriar el primer amor". La Iglesia nos ofrece hoy este mensajes entre los siete porque es dolorosamente típico de la existencia cristiana, tanto en lo personal como en lo comunitario. Perseveramos, pero el amor se desgasta, se enfría, se descalifica. Y Jesús lo sabe, y quiere que sepamos que lo sabe, porque su palabra tiene la virtud de encender de nuevo en nosotros el amor que tuvo su comienzo en su propio corazón.
3. "Jesús, ten compasión de mí"
3.1 El evangelio de hoy nos ayuda a tomar la actitud de corazón que nos ayudará a renovar al amor languidecido. Necesitamos de Cristo para amar a Cristo; necesitamos de Cristo para servir a Cristo; necesitamos de Cristo para alabar a Cristo. Y esa necesidad de la que el mismo Cristo nos hace conscientes tiene que volverse súplica, clamor, insistente oración, como la de aquel ciego: "Jesús, ¡ten compasión de mí!".
3.2 Podemos apelar a la justicia de Cristo cuando nos sentimos buenos y a la sabiduría de Cristo cuando nos sentimos sagaces; pero, ¿a qué apelaremos cuando nos sentimos pobres, desvalidos, endeudados? Sólo a la misericordia de nuestro Salvador.
3.3 Esta es precisamente la mejor actitud para recibir la comunión. ¿Quién presumirá de su inteligencia ante el misterio del altar, que desborda a toda inteligencia? ¿Quién alardeará de pureza o virtud delante de la santidad misma? Lo único nuestro que puede acercarnos al corazón de Dios es la humilde confianza con la que dejamos sus manos libres para amarnos, restaurarnos y bendecirnos.
El que teme al Señor hará siempre el bien y quien es fiel a la ley obtendrá sabiduría. Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como una esposa recién casada. Lo nutrirá con el pan de la sensatez y le dará a beber el agua de la prudencia. Si se apoya en ella, no vacilará; si confía en ella, no quedará defraudado.
La sabiduría lo hará destacar entre sus compañeros y le dará elocuencia en la asamblea. Lo llenará con un espíritu de inteligencia, lo revestirá con una túnica de gloria. Lo colmará de gozo y alegría y le dará en herencia un nombre perdurable.
El Señor es clemente y misericordioso, / lento a la cólera y rico en piedad; / el Señor es bueno con todos, / es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, / Señor, que te bendigan tus fieles; / que proclamen la gloria de tu reinado, / que hablen de tus hazañas. R.
Explicando tus hazañas a los hombres, / la gloria y majestad de tu reinado. / Tu reinado es un reinado perpetuo, / tu gobierno va de edad en edad. R.
El Señor es fiel a sus palabras, / bondadoso en todas sus acciones. / El Señor sostiene a los que van a caer, / endereza a los que ya se doblan. R.
El Señor es justo en todos sus caminos. (Salmo 144 )
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
«El Reino de los cielos se parece a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. ¿Han entendido todo esto?»
Ellos le contestaron:
«Sí».
Entonces él les dijo:
«Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas».
Pidamos a San Alberto que interceda por nosotros ahora en que se presenta el conocimiento científico como enemigo de la fe y no como medio para descubrir a Dios. 6 min. 35 seg.
MEMORIA DE SAN ALBERTO MAGNO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA - Ser doctor de la Iglesia es tener conocimiento abundante y profundo que se sabe transmitir, que nos lleva a una auténtica vida cristiana y que está refrendado por una vida santa, como lo vivió San Alberto Magno. 7 min. 5 seg.
Alberto fundamentó su vida en la humildad. Eso es sabio porque cuando una persona cree que se lo merece todo obra con arrogancia, está muy atento a sus derechos y descuida sus deberes. 3 min. 44 seg.
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1.1 Una figura rica y compleja como la de Alberto, que por tantas razones ha sido llamado "el Grande" (Magno), nos presenta el tremendo reto de hallar qué unifica a una personalidad tan fascinante. La repuesta, creo yo, debemos encontrarla en su propia vocación, que fue ante todo un llamado a predicar el Evangelio. Alberto es, primero que todo, un "hermano (fraile) predicador," y esto es bueno recordarlo entre otras cosas para percibir en él las riquezas del carisma de santo Domingo de Guzmán.
1.2 Es bueno recordar que el término "Ordo Praedicatorum," que santo Domingo quiso para su comunidad, era el uso común para referirse a los obispos. En cuanto sucesores de los apóstoles, son ellos los primeros testigos de la fe y maestros en el conocimiento del Evangelio de Cristo. Y tales fueron los rasgos que Domingo quiso para sus frailes. En este sentido, hay una cierta lógica en que la Iglesia muchas veces haya escogido a frailes predicadores para al alto ministerio del episcopado. Tal fue el caso con san Alberto.
2. Científico y Filósofo
2.1 La predicación del Evangelio no parece inmediatamente relacionada con los conocimientos que hoy relacionamos más con la ciencia, sobre todo la ciencia natural. San Alberto, sin embargo, descolló en el conocimiento de especies animales y vegetales, y también en áreas profundas de lo que hoy es la química, y que en ese tiempo era más alquimia que otra cosa. Hay por eso incluso leyendas sobre el supuesto "esoterismo" de este hombre admirable que en su deseo de saber buscó los caminos de la sabiduría por todas partes. Tal mote, bien que resulte atractivo a las modas de Nueva Era actuales, poco tiene que ver con este fraile estudioso y crítico de sus fuentes, que no se contentaba con supersticiones.
2.2 El mundo natural atrae a Alberto como una expresión del poder, de la sabiduría y del amor de Dios. La variedad de las especies y los numerosos paralelos que pueden hacerse entre sus actividades y las de los humanos, son en el fondo aproximaciones al don primero, el don de la vida. Podemos decir que el santo y sabio fraile no da por descontada la vida sino que quiere leerla con avidez y con profundidad.
2.3 Por eso su búsqueda insaciable no se limita a lo puramente visible. Si hoy nos parece que ser científico y limitarse a lo sensible son cosas sinónimas, no era así en el siglo XIII y en todo caso, no era así para san Alberto. La misma mente que se abre a las manifestaciones del ser en los entes particulares en el fondo anhela puntos de vista más amplios, que son los que sólo puede ofrecer la filosofía. Lo mismo que alguien que recorre la orilla de un río y luego se extasía ante el panorama de todo el valle que el río atraviesa, así Alberto sabe descender a lo concreto con la ciencia y levantarse a lo universal con la filosofía.
3. Santo y Maestro de Santos
3.1 Por supuesto, la búsqueda no termina en el ámbito de las cosas creadas. Creyente hasta la entraña de su ser, Alberto contempla con amor agradecido la obra del Creador y no le faltan palabras para cantar también la obra de la redención. Su magna labor filosófica quedaría incompleta sin la luz brillantísima que sólo viene de la Palabra revelada. Sin arredrarse, incansable como siempre, Alberto deja por un momento los ensayos de los filósofos y se postra con gusto ante la gracia que se derrama con abundancia del Nuevo y del Antiguo Testamento. Si por algo es "Magno" este hombre notable es por esa capacidad de recorrer la creación con ojos admirados y sin embargo ansiosos de esa Verdad, la única eterna, la única que puede saciar del todo al alma racional.
3.2 Alberto, el teólogo, el escritor, el autor místico, es también el profesor y maestro de otros. De Alberto recibe un método el más grande de los teólogos católicos, santo Tomás de Aquino. De Alberto bebe con abundancia la mística que por un tiempo hizo famoso al río Rin, con nombres solemnes como el Maestro Ekhart, Juan Taulero y el Beato Enrique Seuze.
3.3 Sin duda cuesta trabajo admitir que toda esa obra intelectual y apostólica aconteció en el curso de una sola vida humana. Prodigio fue de la naturaleza, pero sobre todo obra del amor más grande y de la gracia que no ha de faltarnos.