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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Miércoles, Agosto 9 de 2023[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Tiempo Ordinario, Año Impar,
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Lectura: |
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1a. |
Despreciaron una tierra envidiable (Números 13,1-2.25-14,1.26-30.34-35) |
Salmo |
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo. (Salmo 105) |
Evangelio |
Mujer, ¡qué grande es tu fe! (Mateo 15,21-28) |
Núm. |
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2005/08/03 |
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2007/08/08 |
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2011/08/03 |
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2013/08/07 |
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2015/08/05 |
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2017/08/09 |
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2019/08/07 |
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2019/08/07 |
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2023/08/09 |
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Versión |
Homilía para leer: |
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1. Ambivalencia del Corazón Humano ante las Promesas1.1 Los acontecimientos que narra la primera lectura suenan lejanos a nuestros oídos, en parte porque el texto que se proclama en la Santa Misa omite numerosos versículos por razón de brevedad y por evitar repeticiones. El sentido original se entiende: a las puertas mismas de la tierra prometida, cuando ya poco falta para alcanzar lo esperado por tanto tiempo, algunos israelitas se desaniman y desaniman a los demás, y presentan esa tierra como un imposible. 1.2 En el fondo es la ambivalencia del corazón, que quiere creer, quiere esperar y quiere amar, pero las tres cosas le cuestan extraordinariamente porque el objeto, el término de nuestra fe, esperanza y amor, es algo que nos rebasa, algo que sólo podemos conquistar si Dios lo conquista para nosotros. Es una batalla en la que hay que rendirse para vencer: rendirse a Dios confiando en que él lo puede para vencer con él que todo lo puede. 1.3 La tierra prometida era eso: tierra. Nosotros tenemos promesas mejores que el pueblo del Antiguo Testamento. Tenemos un cielo prometido. Y cuando llegue la hora de cerrar los ojos a esta tierra y entrar en ese cielo, necesitaremos toda nuestra fe, toda nuestra esperanza y todo nuestro amor. Tendremos que rendirnos de corazón ante el Altísimo para oír con asombro cómo se abre la puerta y la casa nos aguarda con las luces encendidas y el banquete ya servido. 2. Un Episodio Chocante2.1 El evangelio de hoy nos presenta un pasaje bastante difícil sobre todo porque la actitud de Jesús resulta francamente desconcertante: ¿por qué hace esperar tanto a esta pobre mujer que clamaba la curación de su hijita? Y si luego va a curarla, ¿por qué con ese lenguaje tan duro, diríamos tan humillante? 2.2 Para dar un poco de perspectiva a lo sucedido, conviene recordar que Jesús tenía muy claro que su misión, por lo menos en el terreno de lo inmediato, iba dirigida a los miembros del pueblo elegido. Él no se ve a sí mismo como una especie de curandero o de hombre con poderes extraordinarios. A menudo prefirió destacar el papel de la fe de quienes recibían sus milagros, como quitando la atención de sí mismo y desplazándola hacia el acto de fe que el enfermo hacía cuando se curaba. 2.3 El enfoque de Jesús no es tanto que Él hace cosas sino que Él es la ocasión de que Dios haga cosas en quienes vuelven hacia Dios. Esto es así porque Jesús básicamente está anunciando que Dios reina, está anunciando el Reinado de Dios como más potente que toda la iniquidad humana y también como más fuerte que todo lo que aflige u oprime a los hombres. 2.4 En síntesis, Jesús quiere que el protagonista sea el poder de Dios que se hace próximo y activo en nosotros cuando realmente creemos. Es evidente que una curación "fácil" y un encuentro casi accidental con una especie curandero itinerante no son el lugar para realmente reconocer que es Dios el que reina. 2.5 Esto explica, por lo menos en parte, lo que al principio nos parecía chocante: Jesús no quiere que sus milagros sean anécdotas, sino mensajes que anuncian la llegada del Reino. En el fondo, la demora en conceder esa sanación y el modo de hablarle a esta mujer son una especie de catequesis que quiere mostrar por qué caminos le llega la salvación. Al decirle que esta recibiendo migajas de la mesa del pueblo elegido le está mostrando que sólo hay un Dios, que ese Dios se ha revelado al pueblo de la alianza, y que de Él y sólo de Él viene todo bien. |
-Fr. Nelson Medina, OP
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