Mientras el comercio se dedica a capitalizarse con el Halloween, nosotros queremos preparar una buena y santa Navidad desde ya. Por eso, y con todo este tiempo de antelación, voy a ir ofreciendo aquí los textos de una Novena que he redactado a solicitud de mi hermano Saulo.
Paul
Tantos escándalos sexuales se han hecho públicos, muchas veces con evidente inquina contra la Iglesia Católica, que yo quisiera que también se hicieran públicas las virtudes de sacerdotes que conozco. Personalmente no me considero modelo de nada pero sí sé que hay una cosa que Dios me ha dado, y es la capacidad para reconocer con gusto las virtudes y bondades que en otros encuentro. Y ese don que mi Dios me otorgó quiero ejercerlo ahora.
¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (epílogo)
¡Que viva la Liberación!
“Para ser libres nos liberó Cristo,” afirma Pablo en su Carta a los Gálatas. La liberación no es un tema accesorio en el conjunto de la Biblia. No considero que pueda equipararse en su fuerza evocadora a una redención sólo “interior.” No equivale tampoco a una transformación social. No es lo mismo que un programa de gobierno, una filosofía sobre el hombre o un modo de construir la sociedad. No es, en fin, algo que pueda reducirse a la vida presente pero tampoco es un escape hacia el más allá o un pretexto para descuidar las tareas del hoy.
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¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (5a. parte)
La “Liberación” de Europa
Es curioso comprobar que, mientras que en América Latina decrece el interés por la primera versión de la TL, en Europa este interés no parece decrecer sino que más bien toma nuevos ejes y se escribe en nuevas claves: ecologismo, feminismo, espiritualidad agnóstica. El camino que ha seguido Leonardo Boff, especialmente después de retirarse de su comunidad religiosa, podría considerarse representativo de esa tendencia en la que los pobres “económicos” no son ya el centro único ni quizá preferencial.
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¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (4a. parte)
¿Qué muere si muere la TL?
Decíamos en los primeros párrafos de estas reflexiones que una de las consecuencias de las intervenciones del Vaticano en referencia a la TL fue “el rápido olvido de las intuiciones, métodos y espiritualidad propios de las Comunidades de Base.”
Si uno mira la TL como un modo de abordar la cuestión social, que fue la óptica de los documentos del Vaticano en su tiempo, lo único salvable de la TL parece ser el amor por los pequeños y oprimidos, pero en términos de desarrollo teórico o académico nada se esperaría ahí más allá de una cierta profundización o énfasis en la Doctrina Social de la Iglesia.
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¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (3a. parte)
La hermenéutica liberal de la Biblia
Quien tiene el protagonismo en la versión liberal de la Escritura es la comunidad. Es ella quien, a la luz de los recuerdos más o menos fragmentarios de quienes habían tratado directamente a Jesús (el Jesús histórico), recompone una especie de “Manifiesto,” en más de una versión, por supuesto. Tal sería la base de los evangelios. (Un razonamiento parecido se aplica proporcionalmente a toda la Biblia).
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¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (2a. parte)
El problema del análisis marxista
Yo quiero decir, para evitar malos entendidos, que considero perfectamente razonables y justificados los reparos del Magisterio. El recurso al análisis marxista como lectura prácticamente única de la sociedad condujo a que se considerara que lo único “real” era lo que podía aparecer en estadísticas, ser medido a través de indicadores económicos y ser evaluado por expertos en sociología. Si esto no parece todavía demasiado artificial frente a los textos de la Escritura, pensemos en lo que es introducir términos como “concientizar” u “organizar” a los pobres.
No faltaron, en efecto, liberacionistas que consideraran que su fidelidad al evangelio era lograr que los pobres fueran “sujetos” de su propia historia. Con fundamento en qué testimonio de los apóstoles, todavía no se sabe. El “agente de pastoral,” según esta visión, sería una especie de “facilitador” para que el pueblo sea protagonista de su transformación y en realidad de su misma “liberación.” Es decir, pelagianismo colectivo a la orden del día.
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¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (1a. parte)
Una distinción inicial
El término “Teología de la Liberación” (TL) evoca dos corrientes diferentes que es bueno distinguir.
Para sus iniciadores o primeros propulsores aludía a un ejercicio que une la experiencia eclesial con la reflexión académica. La Iglesia es vista aquí no como un implante sino como una planta, es decir, no como la sucursal de una multinacional eclesiástica sino como una realización local, humilde y real de la vida del Evangelio, asumida por sus destinatarios propios: los pobres. La célula en que todo ello sucede es llamada a menudo “Comunidad Eclesial de Base.” En este sentido, el término “liberación” no se refiere solamente a lo económico aunque por supuesto lo asume.
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Como en Africa
Una cosa que me llama la atención de mi lugar de vivienda es la relación que veo sucederse entre los estadounidenses y los irlandeses. Es bonita y me hace acordar del Africa y también de las genealogías del Antiguo Testamento.
Grandes Líneas
SEXTA: En la preparación del ambiente para una Facultad de Teología necesitamos el ejercicio práctico de escribir con seriedad, profundidad y un cierto margen de aplicabilidad, sin dependencia excesiva de los comentarios clásicos ni de los grandes bancos bibliográficos.
En el mismo sentido es preciso anotar algo en cuanto a las especializaciones. Nuestro mundo admite hoy las dos opciones: la cultura de la super-especialización, que se ha mostrado potente especialmente en el campo de la tecnología, y la nueva cultura de tipo holístico-integral, que se deja sentir, aunque de manera ambigua, en la New Age o el movimiento ecológico.
La búsqueda de lo holístico y de una visión sapiencial o de conjunto no es ajena a nuestra tradición dominicana, sino muy propia, como lo muestran nuestras Constituciones y el uso del término “sapiens” en la Contra Gentiles, por citar sólo dos fuentes autorizadas. Sin embargo, en esto hay motivaciones prácticas también: ha sido muy característico de los jesuitas el cultivo de las especializaciones, al punto que es típica la escena del jesuita conferencista que ha dedicado prácticamente toda su vida a un campo sumamente definido del conocimiento y es reconocido como “el” experto en tal o cual materia. Esta es una gloria para la Compañía de Jesús pero no es todo lo que puede hacerse, ni es el único camino del conocimiento humano, ni es la única necesidad de la Iglesia: la comunidad cristiana necesita expertos pero no sólo expertos.
Según esto, nuestra Facultad tendría la “especialidad” de ofrecer teólogos con perspectiva, buen juicio, formación profunda y gran sentido de sensatez. Se puede preguntar cuál es el “mercado” para un perfil así, que resulta menos atrayente para los medios de comunicación y para el mundo de la propaganda. Es un hecho, sin embargo, que la Iglesia a la larga necesita menos estrellas rutilantes y más gente que sepa generar unidad, cordura y trabajo conjunto, virtudes todas muy propias del estilo “sapiencial.”
Los medios de comunicación buscan y buscarán declaraciones estridentes, ojalá heterodoxas, que hagan noticia y levanten ampolla; el bien de la Iglesia, en cambio, pide que haya maestros coherentes y sensatos, que sepan impregnar con una mirada profunda de fe los acontecimientos normales, los que todos vivimos. Esta puede ser una línea:
SÉPTIMA: Nuestra Facultad cultivará especialmente el amor por la sabiduría, según la enseñanza de Santo Tomás sobre la fe como perfección de la inteligencia. Tendremos un enfoque holístico, integral y sapiencial en comunión explícita con el Magisterio de la Iglesia y atención clara a las necesidades y preguntas profundas del pueblo creyente.
La comunión con el Magisterio no debe entenderse, sin embargo, de un modo servil, como si nuestra única labor fuera repetir con cierta eficacia metodológica lo que ya viene muy bien redactado desde las Congregaciones Vaticanas. Hacer teología es más que redactar manuales de formación doctrinal para sacerdotes, y desde luego, muchísimo más que seguir tales o cuales obras o autores “seguros.”
Como teólogos queremos ser testigos de la obra del Espíritu Santo en el conjunto de la vida de la Iglesia y no sólo en nuestros legítimos pastores, cuya guía auténtica tampoco rechazamos, por supuesto. Siguiendo la feliz expresión de M.-D. Chenu, queremos ser eco de la Palabra en la Historia, y esto desborda los márgenes necesarios pero estrechos de lo que ya ha sido formalmente definido por los Papas.
Habrá que evitar obviamente el otro riesgo: el prurito de la novedad, la rebeldía o el “magisterio paralelo.” Esto implica distinguir entre independencia e hipercrítica, cosa especialmente necesaria en tiempos en los que el laicismo pretende imponer sus propios dogmas a través de la legislación civil y de lo “políticamente correcto.”
Actualizando la página web
Esto estuve aprendiendo a hacer ayer, para actualizar nuestra página de fotos:
Un temor superado
Un temor perfectamente explicable en un extranjero como yo es el tema del lenguaje. Después de más de tres semanas en Colombia, obligado a sumergirme casi sólo en mi lengua nativa, traía la aprensión de hallarme en malas condiciones para el inglés.
Vivir de los hijos
Usualmente los hijos viven de los papás, es decir, de la economía y recursos de sus progenitores. En sociedades industrializadas y desarrolladas, sin embargo, se ve un caso contrario: papás que viven de los hijos. No me refiero al caso más que explicable de los padres ancianos que, después de una vida de esfuerzos, reciben en bienes materiales y cariño la justa retribución de todo lo que han dado a su prole. Hablo de padres y sobre todo madres jóvenes que tienen hijos con el propósito básico de recibir altos subsidios de vivienda y de dinero para su uso personal.
Fotos, las fotos
57 imágenes del paso por Colombia en 26 días colmados de amor, fe y recuerdos.
No me esperaste, Joe…
Me llamaba la atención que a tu edad, ya avanzada y tan venerable, manifestaras tanta prisa en todo: fuera el servicio a Dios o a tus hermanos. Yo pienso que sentías en algún lugar de tu corazón que el tiempo no sería muy largo y por eso te propusiste ser el primero en acogerme como un genuino hermano, dedicando de tu tiempo y tu saludo a este suramericano medio incógnito, tímido, titubeante en su inglés, inseguro en una nueva cultura. Me regalaste el último tesoro que te quedaba, después de más de ochenta años de vida y cincuenta de sacerdocio ejemplar: me diste de tu tiempo; y también de tu alegría, de tu experiencia.
Una Simpática e Inesperada Conclusión
Un apunte gracioso que repetí varias veces en Colombia fue este: “Veo a mi país mejor que como lo dejé hace un año; veo a Bogotá mejor que como la dejé hace un año… ¿Conclusión? ¡El problema era yo!”
Algo así digo ahora en Dublín. Parece que las ausencias ayudan… Hoy el prior me invitó a que almorzáramos; ayer, Liz una señora que trabaja aquí ayudando a los padres mayores, me saludó de besito en la mejilla; incluso el cielo sigue azul (¡en Dublín!) y el sol esplendoroso. Las ausencias ayudan… Casi voy a acabar diciendo lo de Nuestro Señor: “Os conviene que yo me vaya…”
