Un temor superado

Un temor perfectamente explicable en un extranjero como yo es el tema del lenguaje. Después de más de tres semanas en Colombia, obligado a sumergirme casi sólo en mi lengua nativa, traía la aprensión de hallarme en malas condiciones para el inglés.

Gracias a Dios las cosas han fluido bastante bien prácticamente desde el primer día. De hecho, desde el segundo día aquí he tenido que volver a predicar. Para la misa del domingo no me sentí en plena forma, pero el Espíritu Santo suple y ayuda, porque, más allá de lo que yo opinara, un caballero se acercó al final a agradecer la homilía.

De todos modos soy consciente de que en esto, como en todo, falta un camino por recorrer. Bendigo a Dios, eso sí, y le pido que me siga ayudando con su Espíritu.