¿Qué falta?

¿Qué falta, Señor, a tantas flores?

Pues viéndolas recréase mi alma,

mas sólo un momento, que algo falta

no sé si a su aroma o sus colores.

¿Qué falta, Señor, a las montañas?

Su grandeza levanta el pensamiento,

su firmeza vence sobre el tiempo,

pero, ya lo ves, que algo les falta.

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Eucaristía

No se cansan mis ojos de mirarte,

ni de oírte se cansan mis oídos;

ya no cesa mi alma de alegrarse

ni mi pecho termina de alabarte,

Hostia Santa, Jesucristo vivo.

De humildad, mi Señor, tan revestido,

te has hecho amable ante mis ojos;

bajo aspecto de Pan hoy has venido

para ser alimento de tus hijos

y dejarnos entrever tu rostro.

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A ti, Jesús, te lo debo

Si anduve por la colina

y hallé por fin este templo;

si en esta tarde dorada

se eleva mi pensamiento

y sueña que así te alcanza,

a ti, Jesús, te lo debo.

Si el viento de la mañana

abunda de tu recuerdo,

y el campo de verde espiga

repite tu Nombre al viento;

si todos de ti me hablan,

a ti, Jesús, te lo debo.

Pero si todos callaran,

quedando solo el silencio,

también allí me hablaría

la música de tu Verbo;

también allí te diría ;

a ti, Jesús, te lo debo.

Señor de los tiempos

Dios Eterno,

Señor de los tiempos.

Dios Inmenso,

tan dentro en cuanto existe.

Dios Poderoso:

tu fuerza hace ser.

Dios Santo,

tan distinto de todo.

Dios Bueno,

sólo tú eres digno de ti.

Dios Padre,

amable Padre de Jesús.

Dios Infinito,

Dador del Espíritu Santo.

Dios Cercano,

aguardamos tu visita.

Dios Piadoso,

¡que vuelva tu Cristo!

Dios Amor,

¡que venga ya el Señor!

Amén.

Cristo, Verbo del Padre

En la luz esplendorosa de tu Verbo

reconoces, oh Padre, tu mirada;

en los ojos de Cristo Nazareno

tu Figura y tu Semblanza,

el reflejo de todo el universo

y el fulgor infinito de tu Llama.

Y te agrada percibir su acento,

que es la voz de tu misma Palabra;

te gusta escuchar al Nazareno,

cuando, de noche, a solas, te alaba;

y le llamas tu Hijo Verdadero,

Aquel a quien tanto amas.

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Caminando, caminando

Caminando, caminando,

fui al taller del alfarero:

con el agua y con el fuego,

con el arte de sus manos,

tomaba el antiguo barro,

lo removía por dentro

y plasmaba su pensamiento

en nuevos y hermosos vasos.

Por la fuerza de su brazo,

poco a poco iba saliendo,

ya creado, el universo,

como bellísimo vaso.

De la nada hizo el barro

mi amigo el alfarero,

de lo antiguo, todo nuevo,

de la noche, el día claro.

Ante aquel grande trabajo

simple, fuerte, limpio y bello,

yo miraba al Alfarero,

me veía entre sus manos,

y oí mi nombre en sus labios.

Con el fuego de su aliento,

plasmaba su pensamiento

en nuevos y hermosos vasos.

Sobre todo lo creado,

mi Amigo el Alfarero,

poderoso sin esfuerzo,

es eterno, justo y sabio.

Día a día, trabajando,

su Palabra sigue haciendo

de lo antiguo, todo nuevo,

y de la noche, el día claro.

Caminando, caminando,

fui al taller del Alfarero,

Alfarero, Dios y dueño,

con el arte de sus manos

me hizo capaz de amarlo.

Cuando nos dio su Hijo Eterno,

plasmaba su pensamiento

en nuevos y hermosos vasos.