Qué podemos aprender de una Notificación (2/2)

5. Malos entendidos–o darse mal a entender

De lo dicho puede verse que simpatizo por completo con un punto esencial de la TL: los pobres no son sólo receptores de la benevolencia de los poderosos, sino que la presencia cuasi-sacramental de Cristo en ellos y la manera como Dios se ha revelado precisamente desde la periferia, o el reverso de la Historia, nos invitan a descubrir que ellos son el “lugar” privilegiado para acoger, comprender y vivir la fe.

Esta afirmación, cierta y todo como es, no queda exenta de malos entendidos. por ejemplo, alguien puede ver en el hecho de la revelación de Dios a través de los pobres una especie de “Ley de la Historia;” de ahí es fácil creer que hay que revelar a los pobres que ellos son el lugar privilegiado, o quicio fundamental de los transformaciones sociales. Si bien esto es verdad, ya no es verdad con la verdad salvífica del Evangelio sino sólo en el sentido pragmático y utilitarista que ha servido de recurso a tantas revoluciones, sin que al final mejore la vida de los pobres.

No estoy hablando de especulaciones o posibilidades abstractas. En mis años de formación sacerdotal oí muchas veces que había que “conscientizar” a los pobres. Ese término, prestado del marxismo, apunta a algo específico: capitalizar la fuerza de transformación de las amasas empobrecidas: “¡Proletarios del mundo, uníos!” Este “pobre,” ya no es el pobre de la Biblia, sino un sujeto activo que obra en nombre de su propia dignidad y con su propia fuerza, con una referencia apenas extrínseca a la voluntad y la gloria de Dios. De hecho, esa “gloria de Dios” ya no se toma de sus fuentes bíblicas sino solo ensanchando hasta la exasperación la mitad de un dicho de san Ireneo: “la gloria de Dios es la vida del hombre.” La conclusión de este modo de razonar es que las grandes afirmaciones de la Encarnación quedan solo como razones para alentar una lucha que en realidad es solo intramundana, y que recibe su vigor de los resortes de la política y el manejo de masas. Si luego a eso se le llama la Iglesia, y si se dice que esas son las “verdaderas” comunidades, no tiene nada de extraño que Roma denuncie falsedades y malos entendidos.

Si uno hila delgado encuentra dónde está la trampa. Ese pobre “conscientizado” que se ve como “sujeto de la propia historia,” ¿qué tiene que ver con el Israel del desierto o con el Cristo de la Cruz? ¿Cuál es el sustento bíblico de esos levantamientos populares? Ahí se descubre uno de los aspectos más flacos de la TL, no como ideal sino como de hecho se ha practicado: el canon dentro del canon, o sea, privilegiar de tal modo ciertos textos bíblicos que es como si ellos fueran o la verdadera revelación o la revelación que debe normar a toda otra revelación. Semejante pecado hermenéutico hace sonreír con ternura o rabiar con razón a los téologos que saben bien su oficio, sobre todo los que han tenido una formación de sólido cimiento. Unos sonríen con ternura como diciendo: “Estos pobres latinoamericanos… pero ¡ya ves! Ya están haciendo su teología, y hasta se puede leer de corrido…” (Con la ironía de que los grandes nombres de la TL o son europeos o sehan formado en Europa). Otros se llenan de rabia y sienten que no por el hecho de que estés en circunstancias pobres o difíciles socialmente tienes derecho de hacer una hermenéutica pobre o acomodada.

Con esto quiero decir que la TL ha dado muchas razones para que no se le entienda y muchas para que se le entienda mal. La misma insistencia en la humanidad de Cristo, como recurso que supuestamente evita el docetismo y hace justicia a una comprensión “real” de la Encarnación, está pobremente guiada: no es la divinidad de Cristo sino la pecaminosidad nuestra lo que nos aparta del Reino. Tanto insistir en que Cristo es como nosotros puede ayudar a sentir y reconocer su presencia, pero es fácil hacer afirmaciones temerarias o gratuitas. Decir que no había visión beatífica en Cristo puede ser un homenaje a las psicologías de la percepción del siglo XX pero no nos ayuda a entender ni lo que es la visión beatífica ni quién es Cristo. Los que han hablado de esta “vissio” no son tontos, ni desconocedores del tema, entonces tender velos de desconfianza sobre la Cristología “desde arriba” para imponer como sea una Cristología “desde abajo” quizá no es el mejor modo de servir al Evangelio. esa clase de cosas se hacen cuando uno ya tiene un programa de acción y quiere que le quede justificado con textos bíblicos.

Frase como “El Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios” no las ha inventado ninguna Congregación Vaticana. Son afirmaciones insondables, difíciles quizá, poéticas en cualquier caso, dentro del mejor sentido de lo que puede ser poesía.

Y además, está todo el tema de “política eclesiástica.” Los progresistas y los liberacionistas unen sus voces para denunciar y para exigir. Denunciar que Roma es tirana y exigir que la voz de ellos sea escuchada. Pero veamos de qué manera se hacen esas denuncias. Esta por ejemplo es la voz del dominico Frei Betto:

Roma, sin duda, aún padece del platonismo impregnado en la teología liberal desde san Agustín. Habla de la divinidad como si fuese contraria a la humanidad. Pero la Creación divina es indivisible. Como dice Pablo: «En él (Dios) vivimos, nos movemos y existimos» (Hechos de los Apóstoles 17,28).

¡Es difícil encontrar tanto dogmatismo en algún documento del Magisterio! Y según el mismo autor:

¿Cómo se va a renovar la Iglesia si sus mejores cabezas están bajo la guillotina de quien encuentra herejía donde hay fidelidad al Espíritu Santo? Hans Küng en 1975 y 1980; Jacques Pohier en 1979; E. Schillebeeckx en 1980, 1984 y 1986; Leonardo Boff en 1985; Charles Curran en 1986; Tissa Balasuriya en 1997; Anthony de Mello en 1998; Reinhard Messner en 2000; Jacques Dupuis y Marciano Vidal en 2001; Roger Haight en 2004.

Un momento: ¿debo considerar como válidas estas propuestas de las “mejores cabezas”: la ética mundial de Küng, el eco-feminismo de Boff, la iluminación sin redención de De Mello? ¿Y si no admito eso soy un tradicionalista enemigo de toda renovación? Pregunto a todos: ¿ustedes se imaginan a Betto en la CDF? Bien decía mi profesor de teología moral, Faustino Corchuelo: “Ellos critican el Magisterio pero hacen un magisterio paralelo, que resulta ser mucho más intransigente.”

En este aspecto particular son mucho más humildes y dialogantes tanto el arzobispo de San Salvador, como la CDF en el texto de la Notificación:

La investigación teológica dará frutos tanto más abundantes y maduros, para el bien de todo el pueblo de Dios y de toda la humanidad, cuanto más se inserte en la corriente viva que, gracias a la acción del Espíritu Santo, procede de los apóstoles y que ha sido enriquecida con la reflexión creyente de las generaciones que nos han precedido.

6. Unas reflexiones finales

Creo que hay mucho que todos podemos aprender de estos hechos. El esfuerzo sostenido y generoso de una vida como la del P. Jon Sobrino ha dejado y dejará un rastro visible y fecundo para la Iglesia, en América Latina y más allá. Es de desear que su concepción espiritual, amplia y vital de la teología impregne a muchos y los anime a estudiar con amor y profundidad nuestra fe.

Es de desear también que no se siga reduciendo la TL a un subtema de “la cuestión social.” Muy al contrario, una perspectiva que se haya renovado en el encuentro con las comunidades humildes de creyentes tendrá también la capacidad de leer de modo nuevo qué es un “lugar teológico.” En el caso de los pobres no se trata tanto de nuevas afirmaciones ante nuestros ojos sino de unos nuevos ojos.

Una respuesta a «Qué podemos aprender de una Notificación (2/2)»

  1. Nelson:
    Sin duda el error de los adherentes a la Teologia de la Liberacion es el mismo que muchos cometemos y, consiste en creer que nuestra percepcion de la realidad es la unica admisible; asi pues lo homosexuales acusan los heterosexuales de su discriminacion, los carismaticos a los tradicionalistas, los dominicos a los jesuitas, etc. etc.
    Al final solo tenemos una Iglesia Catolica dividida en una especie de sectas al interior de la misma. Es decir, profesamos un mismo credo, pero lo aceptamos desde nuestra condicion particular, tal como dice Jon Sobrino…el lugar de la cristologia esta entre los pobres.
    Seguimos en contacto fraterno.
    Alcides

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