Teología Moral familiar y sexual, 07: Castidad y virtudes humanas

[Conferencias en el curso de Teología Moral familiar y sexual ofrecido en la Facultad de Teología de la Universidad Santo Tomás en el primer semestre de 2015.]

Tema 7: Castidad y virtudes humanas

2015-03-26 09.03.01

Introducción

* Se llaman virtudes “humanas” aquellas que prácticamente en todas partes son reconocidas como cualidades deseables o dignas de encomio. esto puede identificarse con relativa facilidad cuando se ve que los vicios opuestos engendran burla, recelo o desprecio en todas partes. Por ejemplo, en ningún lugar se tiene por grande o notable a una persona que nunca pensó las consecuencias de sus actos y vivía contradiciéndose de una forma tonta y sin motivo. Otro ejemplo: aquellos que, como el tristemente célebre rey Faruk de Egipto, se dedican a complacerse en placeres despiertan conmiseración, repugnancia o desprecio.

* Entre las virtudes humanas se llaman “cardinales” aquellas que sirven de “quicio” o eje a muchas otras. La tradición clásica reconoce cuatro grandes virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

Prudencia y castidad

* La prudencia, recta ratio agibilium, (pensar correcto sobre lo que hay que hacer) es considerada la reina de las virtudes humanas. No es difícil darse cuenta del daño que la imprudencia puede traer a una vida casta.

* La prudencia nos lleva a conocernos, y por tanto a tener conciencia de nuestras áreas débiles y tentaciones más fuertes. También, en sentido positivo, nos ayuda a identificar los dones y talentos que tenemos, y los caminos por los que podemos expresar afecto y caridad.

* Es indispensable la prudencia para tener bien presentes las consecuencias o el precio de nuestros actos. Muchas historias de amargura relacionadas con faltas contra la castidad tienen que ver por un momento de pasión en que no se atendieron las posibles consecuencias.

Fortaleza y castidad

* En varios sentidos necesitamos de la fortaleza, en relación con la castidad. Pero con respecto al ordenamiento de nuestros deseos la lucha puede ser paradójica pues, como han anotado tantos autores, en las tentaciones contra la pureza suele vencer el que huye, no en sentido cobarde, sino en sentido de establecer una clara distancia.

* Además del sentido obvio de poner distancia cuando un mismo es tentado, está también el hecho de distanciarse de ambientes, consignas y consensos de pecado que abundan en nuestro tiempo. Por ejemplo, un padre o una madre de familia necesitarán gran fortaleza para no dejarse chantajear por hijos promiscuos u homosexuales que harán mucha presión para que se acepte como normal su forma de vida.

* En otra dirección, se requiere también fortaleza para denunciar o unirse visiblemente a los que denuncian los muchos crímenes y negocios turbios que se alimentan de la impureza, como es el caso de la prostitución o la pornografía.

Justicia y castidad

* Muchos imaginan la justicia como un empeño que tiene conexión casi única con lo económica o lo laboral. Pero es una terrible injusticia usar a un ser humano, como sucede en los negocios de trata de personas. Siempre que una mujer o un hombre es tratada como un objeto (un medio de placer o uso) y no como un fin, se está faltando a la justicia. De modo que, en sentido positivo, en nombre de la justicia hay que lograr que cada vida cuente en su plena dignidad y valor.

* El amor por la justicia debe volvernos sensibles también a los engaños que se dan a nivel del lenguaje, por ejemplo cuando en sentido expreso y explícito se tiene una relación que es de “amigos con derechos.” Aunque eso digan las palabras, los cuerpos están dándose plena e íntimamente. Sin embargo, al llegar una ruptura, el lenguaje íntimo e implícito no se tendrá en cuenta sino sólo excusas dolorosas como “Yo nunca te dije que esto iba a ser eterno…”

Templanza y castidad

* Esta es la virtud cardinal propia de la salvaguarda de la castidad en todos los estados de vida. hay que destacar la importancia que tiene ver la castidad, en cuanto ejercicio de sano dominio propio, con el conjunto de las experiencias y búsquedas de placer y bienestar de una persona. El excesivo confort, la afición a placeres culinarios exóticos, la obsesión por el lujo indudablemente están conectados con una mayor fuerza de las tentaciones de tipo sexual.

* Y por último, destacar el papel de los “espacios libres de deseo” a los que ya hemos aludido antes. Quien conoce la libertad interior de no ser esclavo del deseo aprecia y cultiva mejor la castidad.

Formación en las Virtudes Humanas, 4 de 4: Una vida realmente buena

[Retiro espiritual con Vírgenes Seglares, en enero de 2015.]

Tema 4 de 4: Una vida realmente buena

* Una vida realmente buena es una vida realmente bella.

* Nuestras virtudes humanas no son una meta para nosotros los creyentes, su bien consiste simplemente en quitar obstáculos para que las personas a través de nosotros de una manera transparente puedan encontrarse con el amor de Dios.

* Como servidores de Cristo Jesús nuestro aspecto tiene que ser aquel que quite posibles distracciones: ha de servir como “calzada llana.”

* Facultades del alma: inteligencia (abierta a la verdad y al ser) y voluntad (abierta al bien y al amor).

* Cada persona es única pero a la vez es cierto que solo alcanzamos a llegar a nuestra plenitud en relación con otros, por eso al mismo tiempo somos personas y somos miembros de comunidad.

* Virtudes cardinales:

– Prudencia: ejercicio de la inteligencia en el individuo que busca cual es la mejor manera de obrar.

– Justicia: aquella virtud que le da a cada uno lo suyo, ella ilumina la comunidad. Nadie puede ser suficientemente bueno si no esta mejorando el mundo.

– Fortaleza: convicción personal que tiene que ver con lo que uno emprende y con la resistencia y la capacidad de permanecer firmes ante la oposición.

– Templanza: el dominio de sí mismo frente a los placeres, en especial los mas intensos, que serán de tipo sexual. Aunque el placer es una realidad tan profundamente personal es también un instrumento impresionante de dominación.

Formación en las Virtudes Humanas, 3 de 4: Estructura de los hábitos humanos

[Retiro espiritual con Vírgenes Seglares, en enero de 2015.]

Tema 3 de 4: Estructura de los hábitos humanos

* Taxonomía: clasificación; recordatorio de que no todos los hábitos tienen la misma fuerza ni se asientan del mismo modo en la vida humana. Los hábitos nunca se encuentran por separado. Encontramos tres tipos de hábitos:

(1) Hábitos instrumentales: no hay demasiado apego, sirven para cumplir una determinada tarea.
(2) Hábitos funcionales: se convierten en parte de mi vida, tienen una implicación mayor dentro del conjunto de lo que yo soy y quiero. Es complicado cambiar estos hábitos.
(3) Hábitos terminales: me aproximan tanto al propósito de mi vida que llegan a adueñarse completamente del corazón, casi hasta suprimir la voluntad. Tienen que ser rotos de inmediato.

* Las adicciones son hábitos terminales negativos. Para romper con una adicción se necesita de la voluntad, cosa que es difícil.

* El ser humano está constantemente interactuando, por lo que se encuentran dos tipos de interacción:

(1) Interacción externa: factores que pueden afectar al sujeto, como las personas que están alrededor; puede ser positiva o negativa.

(2) Interacción interna: conjunto de todo lo que se es y se hace; es lo que constituye la vida humana.

* Todas las interacciones tienen un modo virtuoso o un modo vicioso. Usualmente, el modo virtuoso se encuentra entre dos errores: por exceso y por defecto.

* Debemos evaluar cómo sería el modo virtuoso y vicioso de interactuar con cada persona, empezando por la familia.

* La vida de Jesucristo es una vida fundada en las verdaderas virtudes.

* La belleza interior y la belleza exterior siguen el mismo camino: deben ser proporcionales.

Formación en las Virtudes Humanas, 2 de 4: Estructura de la dimensión humana

[Retiro espiritual con Vírgenes Seglares, en enero de 2015.]

Tema 2 de 4: Estructura de la dimensión humana

* El hecho de que uno tenga Fe en Dios y que uno tenga amor a Dios no quita la necesidad de cultivar la parte humana.

* Cuatro dimensiones que debe tener un sacerdote (en realidad le sirve a todo cristiano) según Juan Pablo II:

(1) Dimensión Espiritual: oración sacramentos.

(2) Dimensión Intelectual: inteligencia, mejorar conocimientos.

(3) Dimensión Apostólica: salir de sí mismo para servir en la mesa de la palabra con la predicación y en la mesa de los sacramentos muy particularmente con la eucaristía.

(4) Dimensión Humana: la buenas costumbres que tenga la persona, su cultura, su madurez como ser humana, sus virtudes

* Virtudes: Son hábitos que construyen nuestra vida. En términos puramente humanos hay que distinguir_ prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

* Vicios: hábitos que destruyen nuestra vida.

* Hábitos: costumbre que se ha establecido dentro de la vida de una persona. Los hábitos humanos: Están guiados fundamentalmente por la razón. Su estimulo para crear el habito esta en el bien que ha descubierto en aquello que pretende conseguir. Aunque la racionalidad humana es algo extraordinario que no tiene paralelo en el resto del mundo visible, también se puede usar para el mal. La sola razón humana puede quedar aprisionada de otra realidad: los bienes parciales que ofrece el pecado.

* Características de los hábitos: permiten obrar de un modo

(1) fácil
(2) eficiente
(3) gustoso

* Para construir un buen hábito:

(1) Recordar a menudo el bien de la meta.
(2) Aprender a disfrutar las metas parciales.
(3) Tener un plan de choque contra las dificultades (que no van a faltar).

– Para los cristianos, ademas de estos tres recursos hay otro: sé que hay un Dios que me ama y quiere lo mejor para mí, y por medio de la oración se puede ayudar a construir las virtudes y destruir los vicios.

Formación en las Virtudes Humanas, 1 de 4: Lo propiamente humano

[Retiro espiritual con Vírgenes Seglares, en enero de 2015.]

Tema 1 de 4: Lo propiamente humano

* La formación humana es el material sobre el que va a trabajar la gracia divina.

* Santo Tomas de Aquino: “La gracia supone la naturaleza.” Solo se puede llegar a nuestra santificación y a nuestra plenitud con el auxilio de la gracia de Dios. Pero la gracia divina trabaja a partir de lo que es nuestra naturaleza.

(1) Dios respeta la naturaleza (lo que cada cosa es por sí misma) de cada cosa, porque Dios mismo es el autor de cada naturaleza.

(2) La naturaleza de los seres irracionales la llamamos cerrada (confinada al instinto y al ámbito de los estímulos). La llamada “inteligencia” de los animales es la capacidad de resolver problemas (algo que demanda una acción y exige una respuesta) que provienen de estímulos (realidad física sensorial que conecta con la satisfacción de una necesidad o con la obtención de un placer). El animal queda confinado en el “para sí”.

(3) La razón del ser humano va más allá: produce preguntas. La pregunta viene del deseo de saber “qué es en sí” cada cosa, es decir, más allá de la conveniencia, la necesidad o el placer. La razón, comparada con la “inteligencia” de los animales tiene entonces diferencias: el saber racional es un saber que podemos llamar “desinteresado” porque no está resolviendo ningún problema inmediato, aunque también es posible razonar para resolver problemas. La razón está buscando en primer lugar responder a preguntas y las preguntas tienen que ver con el ser. La razón no se limita al estímulo.

(4) Cuando el ser humano empieza a preguntarse que son las cosas en sí, convierte a su naturaleza en una realidad abierta, es decir adquiere soberanía sobre su condición; esta soberanía hace que podamos modelar nuestra naturaleza. Es así como podemos mejorar nuestra naturaleza humana porque cuando el ser humano tiene capacidad de conocer qué es algo, puede apropiarse de ese algo de una manera radical. Los seres humanos somos realidades que nos podemos apropiar de nuestra propia condición.

Una mirada cristiana a la ciudad, 2 de 2: virtudes, defectos y una visión bíblica

[Conferencia a los docentes del Colegio Jordán de Sajonia, de los Padres Dominicos, en Bogotá, Colombia. Enero de 2015.]

Parte 2 de 2: virtudes, defectos y una visión bíblica

Virtudes ciudadanas

Brotan de la diversidad: respeto, tolerancia, autodominio, urbanidad, sociabilidad
Brotan del bien común: Solidaridad, laboriosidad, disciplina, participación, pertenencia

Desafíos ciudadanos

Desigualdad, inseguridad (humana y natural), anonimato, extremismo, manipulación

La visión bíblica

De Babel aprendemos que la arrogancia engendra confusión y división
De Babilonia podemos aprender que toda idolatría engendra esclavitud y muerte
De Jerusalén aprendemos que allí donde hay la certeza de sabernos amados por Dios encuentra su lugar la paz.

Vida Religiosa Renovada, 08 de 12, Virtudes Humanas

[Retiro espiritual con las Hermanas Dominicas de la Inmaculada, de la Provincia de Santa Rosa, en el Perú. Octubre de 2014.]

Tema 8 de 12: Virtudes Humanas

* Crecer en la propia vocación es crecer en el amor. Ese crecimiento ha sido bien esudiado por la Iglesia, que ha visto en las virtudes la expresión de un bien objetivo, bello y útil a la comunidad.

* Es claro que unos virtudes dependen de otras o giran en torno a ellas. Por eso la Iglesia agrupa el crecimiento en la virtud alrededor de cuatro virtudes llamadas “humanas” y otras tres llamadas “teologales.”

* Las virtudes humanas están ligadas a nuestra naturaleza y son apreciadas en todas partes. No hay culturas que elogien la insensatez, o que consideren deseable que se castigue inocentes, o que exalte la cobardía o que se tenga gran aprecio por la gente que no sabe dominar su apetito de placer.

* Tales son las virtudes humanas: prudencia, fortaleza, justicia y templanza.

La virtud de la templanza

“La virtud cardinal de la templanza ejerce una función primera que es la de controlar racionalmente, con una directriz de la inteligencia y de lo razonable, las pasiones y los afectos que tantas veces se desbordan. Esta virtud racional (¡cardinal!) organiza una jerarquía de prioridades para la persona y es capaz de subordinar lo inferior a lo superior, lo menos importante a lo más importante, sabiendo insistir en lo fundamental y evitando la dispersión en los placeres que son accesorios…”

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Doctrina Espiritual de Santa Catalina, 03 de 10: El puente, parte 1 de 2

[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]

Tema 3 de 10: El puente, parte 1

* Las solas fuerzas humanas no alcanzan para cruzar el “río,” es decir: para vencer sobre todo el cieno del pecado, y la impetuosidad con que los pecados propios y ajenos se imponen sobre la voluntad. Sin la gracia divina es imposible salvarse.

* Esa gracia, ese auxilio que viene de la pura benevolencia del Padre Celestial, se ha hecho presente y eficaz en Jesucristo, que en razón de ello es llamado “puente” por Santa Catalina: es el puente que nos permite superar el obstáculo del río.

* En cuanto a su estructura, el Puente es ALTO porque no negocia con el mundo. Es SÓLIDO porque está hecho de piedras firmes y bien acopladas.

* En cuanto a los materiales: para Catalina, estas piedras corresponden a las verdaderas virtudes, que tienen que complementarse. Así por ejemplo: la humildad sin valor puede ser pusilanimidad; el valor sin humildad puede ser arrogancia.

Formar la conciencia

“La conciencia la ha puesto Dios para que el hombre no ande a oscuras. Si tu has podido avanzar en tu camino de santidad, en este camino de tu programa de vida espiritual ha sido gracias a muchos factores: la fuerza de voluntad, la fijación de ciertas metas claras que te has fijado, la ayuda invaluable de la gracia de Dios. Pero también ha sido, y quizás no lo has notado, gracias a tu conciencia. Ella habla a tu alma, a tu corazón al interior de ti mismo…”

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ESCUCHA, La unidad de las virtudes en Cristo

* Dice Cristo: “Cuando yo sea levantado, atraeré a todos hacia mí” (Juan 12,32).

* De modo exterior, esta frase y promesa puede entenderse como la unidad que Cristo crea entre pueblos comunidades y personas.

* De modo interior, puede entenderse de otras maneras: (1) Como le explicó Dios a Santa Catalina, a saber: unidad de las potencias del alma (inteligencia, voluntad, memoria), que en Cristo hallan su alimento y meta. (2) Unidad entre el ser y el deber-ser, o entre la “razón” y el “corazón” o entre lo que realmente quiero y lo que realmente hago, según aquello que expone de manera vívida el apóstol Pablo al final del capítulo 7 de la Carta a los Romanos. (3) Unidad entre las virtudes, tanto humanas como teologales.

* Son eje para todas las demás virtudes humanas estas cuatro:

(1) Prudencia, que lleva a hacer o dejar de hacer según conviene en cada caso.

(2) Justicia, que lleva dar a cada uno lo que le corresponde.

(3) Fortaleza, que mueve a acometer cosas arduas pero valiosas y posibles; o también a resistir en los momentos de dolor o dificultad.

(4) Templanza, que trae dominio de sí mismo, especialmente en los placeres propios de la sexualidad, los alimentos o la comodidad.

* Las virtudes teologales brotan de la predicación de la revelación cristiana y sólo acontecen verdaderamente a través de la acción del Espíritu Santo.

(1) La fe nos mueve a entregarnos confiadamente al Dios que ha mostrado su bondad, y ene sa entrega, acoger la verdad de Dios que así se muestra.

(2) La esperanza nos lleva a fiarnos de sus promesas y por lo tanto a saber nuestro futuro seguro en Dios.

(3) La caridad es el fruto de la acción del amor divino en nosotros, de modo que también nosotros podamos amarlo a Él, a nosotros mismos y a nuestro prójimo según Él.

* La unidad de las virtudes teologales radica en el binomio fe – caridad. Es unidad que proviene de acoger el amor que Dios nos concede gratuitamente en su Hijo, y luego permitirle a ese amor reinar en nuestras vidas y obrar en nosotros y a través de nosotros.

* La unidad de las virtudes humanas proviene, o bien de la prudencia, que lo rige todo, o bien de la justicia que da un criterio sobre cada actuar.

* La unidad del conjunto de la vida humana puede encontrarse entonces cuando la prudencia se deja gobernar por el mandato de Cristo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros” (Juan 13,34).

Así recordaba Santa Teresa a sus padres

El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena. Era mi padre aficionado a leer buenos libros y así los tenía de romance para que leyesen sus hijos. Esto, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años. Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas. Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados; tanta, que jamás se pudo acabar con él tuviese esclavos, porque los había gran piedad, y estando una vez en casa una de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Decía que, de que no era libre, no lo podía sufrir de piedad. Era de gran verdad. Jamás nadie le vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran manera.

Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades. Grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía caso de ella, porque con morir de treinta y tres años, ya su traje era como de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento. Fueron grandes los trabajos que pasaron el tiempo que vivió. Murió muy cristianamente….

Las Virtudes Morales

“La virtud es un hábito bueno, el vicio es un hábito malo. Las virtudes y sus contrarios –vicios– configuran el carácter moral de la persona. En sentido amplio, virtud es un poder operativo, en este sentido se dice que la virtud del ojo es ver y que una virtud de la inteligencia es la ciencia. En sentido estricto, la virtud moral es un hábito que dispone la voluntad a obrar el bien…”
“La virtud es un hábito bueno, el vicio es un hábito malo. Las virtudes y sus contrarios –vicios– configuran el carácter moral de la persona. En sentido amplio, virtud es un poder operativo, en este sentido se dice que la virtud del ojo es ver y que una virtud de la inteligencia es la ciencia. En sentido estricto, la virtud moral es un hábito que dispone la voluntad a obrar el bien…”

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