Palabras iluminadoras del Cardenal Sarah

En Occidente, la religión se presenta con demasiada frecuencia como una actividad al servicio del bienestar humano. La religión se equipara con la acción humanitaria, los actos de caridad, la acogida de emigrantes y personas sin hogar, la promoción de la fraternidad universal y la paz mundial. Se dice que la espiritualidad es una forma de desarrollo personal, destinada a aliviar un poco al hombre moderno, centrado en sus actividades políticas y económicas habituales.

Aunque estas cuestiones son importantes, esta visión de la religión es errónea. La religión no es un asunto de comida ni de acción humanitaria. En el desierto, fue la primera tentación la que Jesús rechazó. “Para redimir a la humanidad, hay que superar la miseria del hambre y la pobreza”: eso es lo que el diablo propone al Señor. Pero Jesús responde que ése no es el camino de la redención. Nos hace comprender que, aunque todos tuvieran para comer, aunque la prosperidad se extendiera a todos, la humanidad no sería redimida.

Tu alma es un lugar sagrado, cuídala. Sólo en este santuario sagrado de tu alma podrá Dios hablarte, consolarte, hacerte volver a Él mediante una conversión radical. Sólo en este santuario interior podrás escuchar su llamada a ser santo, a ser adorador. “Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo”. Es en este lugar interior y sagrado donde tú, joven, podrás escuchar su llamada a ser sacerdote o religioso. Y tú, jovencita, podrás escuchar su llamada a entregarte a él en la vida religiosa, consagrándole tu cuerpo, tu corazón y toda tu capacidad de amar. Si profanas este lugar interior de tu alma con una vida dominada por el pecado y las diversiones del mundo, corres el riesgo de perderte la vida, de no ser nunca realmente tú misma.

Mis queridos hermanos y hermanas, no robemos a Dios el santuario sagrado de nuestra alma. Dios la creó, Dios la redimió, no profanemos nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es el Templo de Dios y el Espíritu de Dios habita en nosotros. No destruyamos este Templo porque el Templo de Dios es sagrado y nosotros somos ese Templo. Dios nos lo ha confiado para que lo cuidemos y lo veneremos en silencio. Dios lo quiere, Dios te quiere.

[De la homilía del cardenal Sarah en Sainte Anne d’Auray, misa inaugural del 25 de julio de 2025]

LA GRACIA 2025/02/04 La vida cristiana requiere esfuerzo, propósito y meta

Cristo Resucitado nos muestra la meta y el verdadero propósito de la vida, nos da sentido a nuestros esfuerzos para llevarnos por el camino de la santidad.

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LA GRACIA 2025/01/04 Examina tu vida cristiana

¿Qué estoy buscando realmente? ¿Dónde me encuentro con Jesús? Son preguntas que sirven para examinar nuestra vida cristiana y a percibir lo que realmente significa ser de Cristo.

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LA GRACIA 2023/10/01 Lo que es la vida cristiana

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A

En la vida cristiana no son suficientes las palabras ni el entusiasmo, tenemos derecho a recapacitar, debemos dar fruto que toque y transforme vidas y perseverar al llegar la hora de muerte para estar en Cristo.

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LA GRACIA 2023/09/02 Cómo crecer en la vida cristiana

Crecer en la vida cristiana requiere: calma para no caer en histeria ni fanatismo; perseverancia para avanzar y foco tomando conciencia de los dones, talentos y carismas que Dios nos ha dado para cultivarlos.

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Por sus frutos los conoceréis

«No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto» (Lc 6, 43), nos enseña Jesús en el Evangelio de este domingo. La vida cristiana es la vida de Dios en nosotros, es la vida de Cristo como vid fecunda, cuya sabia corre por los sarmientos hasta dar fruto abundante.

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LA GRACIA 2022/02/14 La vida cristiana implica estar en destierro y en persecución

De alguna manera los cristianos allí donde estemos seremos siempre extranjeros porque nuestra patria es el cielo y también de alguna forma estaremos en persecución.

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Resurgir

Tú has de comportarte como una brasa encendida, que pega fuego donde quiera que esté; o, por lo menos, procura elevar la temperatura espiritual de los que te rodean, llevándoles a vivir una intensa vida cristiana.

El fundamento de toda nuestra actividad como ciudadanos -como ciudadanos católicos- está en una intensa vida interior: en ser, eficaz y realmente, hombres y mujeres que hacen de su jornada un diálogo ininterrumpido con Dios.

Pensar en la Muerte de Cristo se traduce en una invitación a situarnos ante nuestro quehacer cotidiano, con absoluta sinceridad, y a tomarnos en serio la fe que profesamos. Ha de ser una ocasión de ahondar en la hondura del Amor de Dios, para poder así -con la palabra y con las obras- mostrarlo a los hombres.

Procura que en tu boca de cristiano -que eso eres y has de ser a toda hora- esté la “imperiosa” palabra sobrenatural que mueva, que incite, que sea la expresión de tu disposición vital comprometida.

Más pensamientos de San Josemaría.

El ejemplo de Cristo

Jesús Señor Nuestro amó tanto a los hombres, que se encarnó, tomó nuestra naturaleza y vivió en contacto diario con pobres y ricos, con justos y pecadores, con jóvenes y viejos, con gentiles y judíos. Dialogó constantemente con todos: con los que le querían bien, y con los que sólo buscaban el modo de retorcer sus palabras, para condenarle. -Procura tú comportarte como el Señor.

El amor a las almas, por Dios, nos hace querer a todos, comprender, disculpar, perdonar… Debemos tener un amor que cubra la multitud de las deficiencias de las miserias humanas. Debemos tener una caridad maravillosa, »veritatem facientes in caritate», defendiendo la verdad, sin herir.

Más pensamientos de San Josemaría.

LA GRACIA 2021/06/08 La vida cristiana no puede ser vacilante

El saber adaptar nuestras palabras, el buscar la mejor manera de llegar a los corazones e iluminarlos hace que nuestro comportamiento cristiano no vacile.

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Ser luz del mundo

No somos buenos hermanos de nuestros hermanos los hombres, si no estamos dispuestos a mantener una recta conducta, aunque quienes nos rodeen interpreten mal nuestra actuación, y reaccionen de un modo desagradable.

La labor de nuestra santificación personal repercute en la santidad de tantas almas y en la de la Iglesia de Dios.

¡Persuádete!, si quieres -como Dios te oye, te ama, te promete la gloria-, tú, protegido por la mano omnipotente de tu Padre del Cielo, puedes ser una persona llena de fortaleza, dispuesta a dar testimonio en todas partes de su amable doctrina verdadera.

Más pensamientos de San Josemaría.

Caridad en lo cotidiano

Tú, por tu condición de cristiano, no puedes vivir de espaldas a ninguna inquietud, a ninguna necesidad de tus hermanos los hombres.

¡Con cuánta insistencia el Apóstol San Juan predicaba el mandatum novum! -“¡Que os améis los unos a los otros!” -Me pondría de rodillas, sin hacer comedia -me lo grita el corazón-, para pediros por amor de Dios que os queráis, que os ayudéis, que os deis la mano, que os sepáis perdonar. -Por lo tanto, a rechazar la soberbia, a ser compasivos, a tener caridad; a prestaros mutuamente el auxilio de la oración y de la amistad sincera.

Sólo serás bueno, si sabes ver las cosas buenas y las virtudes de los demás. -Por eso, cuando hayas de corregir, hazlo con caridad, en el momento oportuno, sin humillar…, y con ánimo de aprender y de mejorar tú mismo en lo que corrijas.

Más pensamientos de San Josemaría.