Saber sufrir con provecho del alma

De ordinario comes más de lo que necesitas. -Y esa hartura, que muchas veces te produce pesadez y molestia física, te inhabilita para saborear los bienes sobrenaturales y entorpece tu entendimiento. ¡Qué buena virtud, aun para la tierra, es la templanza!

El vendaval de la persecución es bueno. -¿Qué se pierde?… No se pierde lo que está perdido. -Cuando no se arranca el árbol de cuajo -y el árbol de la Iglesia no hay viento ni huracán que pueda arrancarlo- solamente se caen las ramas secas… y esas, bien caídas están.

Jesús: por dondequiera que has pasado no quedó un corazón indiferente. -O se te ama o se te odia. Cuando un varón-apóstol te sigue, cumpliendo su deber, ¿podrá extrañarme -¡si es otro Cristo!- que levante parecidos murmullos de aversión o de afecto?

¿Estás sufriendo una gran tribulación? -¿Tienes contradicciones? Di, muy despacio, como paladeándola, esta oración recia y viril: “Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas. -Amén. -Amén.” Yo te aseguro que alcanzarás la paz.

Más pensamientos de San Josemaría.

Fundamento espiritual

Hazlo todo con desinterés, por puro Amor, como si no hubiera premio ni castigo. -Pero fomenta en tu corazón la gloriosa esperanza del cielo.

Dice Jesús: “y cualquiera que deje casa o hermanos o hermanas o padre o madre o esposa o hijos o heredades por causa de mi nombre, recibirá cien veces más y poseerá la vida eterna”. -¡A ver si encuentras, en la tierra, quien pague con tanta generosidad!

Está seguro de que eres hombre de Dios si llevas con alegría y silencio la injusticia.

Es verdad que fue pecador. -Pero no formes sobre él ese juicio inconmovible. -Ten entrañas de piedad, y no olvides que aún puede ser un Agustín, mientras tú no pasas de mediocre.

Todas las cosas de este mundo no son más que tierra. -Ponlas en un montón bajo tus pies, y estarás más cerca del cielo.

No pongas tus amores aquí abajo. -Son amores egoístas… Los que amas se apartarán de ti, con miedo y asco, a las pocas horas de llamarte Dios a su presencia. -Otros son los amores que perduran.

Más pensamientos de San Josemaría.

La alegría como diagnóstico de la vida cristiana

Caras largas…, modales bruscos…, facha ridícula…, aire antipático: ¿Así esperas animar a los demás a seguir a Cristo?

¿No hay alegría? -Piensa: hay un obstáculo entre Dios y yo. -Casi siempre acertarás.

Quiero que estés siempre contento, porque la alegría es parte integrante de tu camino. -Pide esa misma alegría sobrenatural para todos.

“Lætetur cor quærentium Dominum” -Alégrese el corazón de los que buscan al Señor. -Luz, para que investigues en los motivos de tu tristeza.

Más pensamientos de San Josemaría.

Alegría

La verdadera virtud no es triste y antipática, sino amablemente alegre.

Si salen las cosas bien, alegrémonos, bendiciendo a Dios que pone el incremento. -¿Salen mal? -Alegrémonos, bendiciendo a Dios que nos hace participar de su dulce Cruz.

La alegría que debes tener no es esa que podríamos llamar fisiológica, de animal sano, sino otra sobrenatural, que procede de abandonar todo y abandonarte en los brazos amorosos de nuestro Padre-Dios.

Más pensamientos de San Josemaría.

Discreción y sabiduría

No pretendas que te “comprendan”. -Esa incomprensión es providencial: para que tu sacrificio pase oculto.

Si callas lograrás más eficacia en tus empresas de apóstol -¡a cuántos se les va “la fuerza” por la boca!- y te evitarás muchos peligros de vanagloria.

¡Qué ejemplo de discreción nos da la Madre de Dios! Ni a San José comunica el misterio. -Pide a la Señora la discreción que te falta.

Calla siempre cuando sientas dentro de ti el bullir de la indignación. -Y esto, aunque estés justísimamente airado. -Porque, a pesar de tu discreción, en esos instantes siempre dices más de lo que quisieras.

Más pensamientos de San Josemaría.

Cultivar la discreción

¿Cómo te atreves a encarecer que te guarden el secreto…, si esta advertencia es la señal de que no has sabido guardarlo tú?

Discreción es… delicadeza. -¿No sientes una inquietud, un malestar íntimo, cuando los asuntos -nobles y corrientes- de tu familia salen del calor del hogar a la indiferencia o a la curiosidad de la plaza pública?

Calla: No olvides que tu ideal [de servicio a Cristo] es como una lucecica recién encendida. -Puede bastar un soplo para apagarla en tu corazón.

¡Qué fecundo es el silencio! -Todas las energías que me pierdes, con tus faltas de discreción, son energías que restas a la eficacia de tu trabajo. -Sé discreto.

Si fueras más discreto no te lamentarías interiormente del mal sabor de boca que te hace sufrir después de muchas de tus conversaciones.

Más pensamientos de San Josemaría.

Sobre la pobreza voluntaria

No lo olvides: aquel tiene más que necesita menos. -No te crees necesidades.

Si eres hombre de Dios, pon en despreciar las riquezas el mismo empeño que ponen los hombres del mundo en poseerlas.

No tienes espíritu de pobreza si, puesto a escoger de modo que la elección pase inadvertida, no escoges para ti lo peor.

No amas la pobreza si no amas lo que la pobreza lleva consigo.

Más pensamientos de San Josemaría.

Te apuesto que no lo habías pensado

Jerarquía. -Cada pieza en su lugar. -¿Qué quedaría de un cuadro de Velázquez si cada color se fuera por su sitio, cada hilo de la tela se soltase, cada trozo de madera del bastidor se separase de los otros?

¡Oh poder de la obediencia! -El lago de Genesaret negaba sus peces a las redes de Pedro. Toda una noche en vano. -Ahora, obediente, volvió la red al agua y pescaron “piscium multitudinem copiosam” -una gran cantidad de peces. -Créeme: el milagro se repite cada día.

Más pensamientos de San Josemaría.

De nuevo, la humildad

La humildad es otro buen camino para llegar a la paz interior. -“El” lo ha dicho: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón… y encontraréis paz para vuestras almas”.

No es falta de humildad que conozcas el adelanto de tu alma. -Así lo puedes agradecer a Dios. -Pero no olvides que eres un pobrecito, que viste un buen traje… prestado.

El propio conocimiento nos lleva como de la mano a la humildad.

Ya puedes desechar esos pensamientos de orgullo: eres lo que el pincel en manos del artista. -Y nada más. -Dime para qué sirve un pincel, si no deja hacer al pintor.

Más pensamientos de San Josemaría.

Aprender a obedecer

Templa tu voluntad, viriliza tu voluntad: que sea, con la gracia de Dios, como un espolón de acero. -Sólo teniendo una fuerte voluntad sabrás no tenerla para obedecer.

Obedeced, como en manos del artista obedece un instrumento -que no se para a considerar por qué hace esto o lo otro.

El enemigo: ¿obedecerás… hasta en ese detalle “ridículo”? -Tú, con la gracia de Dios: obedeceré… hasta en ese detalle “heroico”.

¡Qué lástima que quien hace cabeza no te dé ejemplo!… -Pero, ¿acaso le obedeces por sus condiciones personales?… ¿O el “obedite praepositis vestris” -obedeced a vuestros superiores-, de San Pablo, lo traduces, para tu comodidad, con una interpolación tuya que venga a decir…, siempre que el superior tenga virtudes a mi gusto?

¡Qué bien has entendido la obediencia cuando me has escrito: “obedecer siempre es ser mártir sin morir”!

Más pensamientos de San Josemaría.

No lo olvides

Aunque el soplo del Espíritu Santo te levante sobre las cosas todas de la tierra y haga que brille como oro, al reflejar en las alturas con tu miseria los rayos soberanos del Sol de Justicia, no olvides la pobreza de tu condición. Un instante de soberbia te volvería al suelo, y dejarías de ser luz para ser lodo.

Más pensamientos de San Josemaría.

Tres lecciones de humildad

Cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos.

No quieras ser como aquella veleta dorada del gran edificio: por mucho que brille y por alta que esté, no importa para la solidez de la obra. -Ojalá seas como un viejo sillar oculto en los cimientos, bajo tierra, donde nadie te vea: por ti no se derrumbará la casa.

Cuanto más me exalten, Jesús mío, humíllame más en mi corazón, haciéndome saber lo que he sido y lo que seré, si tú me dejas.

Más pensamientos de San Josemaría.

Enciende tu fe

Enciende tu fe. -No es Cristo una figura que pasó. No es un recuerdo que se pierde en la historia. ¡Vive!: “Jesus Christus heri et hodie: ipse et in sæcula!” -dice San Pablo- ¡Jesucristo ayer y hoy y siempre!

“Si habueritis fidem, sicut granum sinapis!” -¡Si tuvierais fe tan grande como un granito de mostaza!… -¡Qué promesas encierra esa exclamación del Maestro!

Dios es el de siempre. -Hombres de fe hacen falta: y se renovarán los prodigios que leemos en la Santa Escritura. -“Ecce non est abbreviata manus Domini” -¡El brazo de Dios, su poder, no se ha empequeñecido!

No tienen fe. -Pero tienen supersticiones. Risa y vergüenza nos dio aquel poderoso que perdía su tranquilidad al oír una determinada palabra, de suyo indiferente e inofensiva -que era, para él, de mal agüero- o al ver girar la silla sobre una pata.

“Omnia possibilia sunt credenti” -Todo es posible para el que cree. -Son palabras de Cristo. -¿Qué haces, que no le dices con los apóstoles: “adauge nobis fidem!” -¡auméntame la fe!?

Más pensamientos de San Josemaría.

Maravillas de la fe

Fe. -Da pena ver de qué abundante manera la tienen en su boca muchos cristianos, y con qué poca abundancia la ponen en sus obras. -No parece sino que es virtud para predicarla, y no para practicarla.

Pide humildemente al Señor que te aumente la fe. -Y luego, con nuevas luces, juzgarás bien las diferencias entre las sendas del mundo y tu camino de apóstol.

¡Con qué humildad y con qué sencillez cuentan los evangelistas hechos que ponen de manifiesto la fe floja y vacilante de los Apóstoles! -Para que tú y yo no perdamos la esperanza de llegar a tener la fe inconmovible y recia que luego tuvieron aquellos primeros.

¡Qué hermosa es nuestra Fe Católica …! -Aquieta el entendimiento y llena de esperanza el corazón.

No soy “milagrero”. -Te dije que me sobran milagros en el Santo Evangelio para asegurar fuertemente mi fe. -Pero me dan pena esos cristianos -incluso piadosos, “¡apostólicos!”- que se sonríen cuando oyen hablar de caminos extraordinarios, de sucesos sobrenaturales. -Siento deseos de decirles: sí, ahora hay también milagros: ¡nosotros los haríamos si tuviéramos fe!

Más pensamientos de San Josemaría.

Fe profunda y práctica

¿Quién te ha dicho que hacer novenas no es varonil? -Varoniles serán esas devociones, cuando las ejercite un varón…, con espíritu de oración y de penitencia.

Algunos pasan por la vida como por un túnel, y no se explican el esplendor y la seguridad y el calor del sol de la fe.

¡Con qué infame lucidez arguye Satanás contra nuestra Fe Católica! Pero, digámosle siempre, sin entrar en discusiones: yo soy hijo de la Iglesia.

Sientes una fe gigante… -El que te da esa fe, te dará los medios.

Más pensamientos de San Josemaría.

Amistad con los Santos Ángeles

Gustosamente harían su oficio los Santos Angeles Custodios con aquella alma que les decía: “Angeles Santos, yo os invoco, como la Esposa del Cantar de los Cantares, ‘ut nuntietis ei quia amore langueo’ -para que le digáis que muero de amor”.

Sé que te doy una alegría copiándote esta oración a los Santos Angeles Custodios de nuestros Sagrarios: Oh Espíritus Angélicos que custodiáis nuestros Tabernáculos, donde reposa la prenda adorable de la Sagrada Eucaristía, defendedla de las profanaciones y conservadla a nuestro amor.

Bebe en la fuente clara de los “Hechos de los Apóstoles”: en el capítulo XII, Pedro, por ministerio de Angeles libre de la cárcel, se encamina a casa de la madre de Marcos. -No quieren creer a la criadita, que afirma que está Pedro a la puerta. “Angelus ejus est!” -¡será su Angel!, decían. -Mira con qué confianza trataban a sus Custodios los primeros cristianos. -¿Y tú?

Más pensamientos de San Josemaría.