[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]
Tema 8 de 10: Conocimiento de sí, parte 4 de 4
* El conocimiento de sí mismo no es un ejercicio en la pasividad o la sola introspección. Hay por lo menos cinco sugerencias específicas y prácticas que deben tenerse en cuenta:
(1) Salir del río. En el lenguaje de Santa Catalina: permanecer en la celda del conocimiento de sí mismo. Esta resolución interior va más allá de las circunstancias puramente externas. Supone en todo caso, distancia frente al barullo, arrogancia y seducción que son propios del “río,” y que envuelven a tantos.
(2) Meditación “sazonada.” La carne sin sazón no es agradable. El sazón puro no es agradable. Hay que saber combinarlos. Esa es la imagen, completamente doméstica, con que Catalina desea inculcar que al recordar quiénes somos no podemos olvidar qué ha hecho Dios, y quién ha sido para nuestro bien. Y al saber un poco más de Él, o sentir que avanzamos hacia Él, no podemos olvidar de dónde nos ha sacado Él, y en cuánta fragilidad vivimos continuamente.
(3) La Ruta de la Palabra. Al examinar qué papel cumple el don del lenguaje humano con respecto a la fe, Catalina descubre, iluminada por el Señor, que tres son las funciones de la palabra: acusar las propias faltas; darle alabanza a Dios; y edificar al prójimo. Esa misma ruta marca la vida de aquel que practica el conocimiento de sí mismo, de modo que todo en nosotros mire a esos objetivos.
(4) No perder de vista las verdaderas virtudes. Son una referencia directa, bastante objetiva, que evita que el mero subjetivismo se convierta en criterio de crecimiento espiritual.
(5) Cultivar espíritu de familia. nuestra familia son los “amigos fuertes de Dios,” que decía la Doctora de Ávila, es decir: los ángeles y santos.