Catheriniana – 14, Don de la Cruz, parte 1

[Catheriniana es una serie de reflexiones sobre aspectos de la enseñanza de Santa Catalina de Siena. Para sacar mayor provecho de estas conferencias es muy recomendable revisar primero la serie sobre su vida, y después la serie sobre los fundamentos de su doctrina espiritual. Si se quiere acceder a todas las publicaciones de este blog sobre la Santa Doctora, hacer click aquí.]

Tema 14: Experiencia de la Cruz en Santa Catalina

* La cruz no es una realidad externa y abstracta en la vida de Catalina. Su inmensa familia, de la que ella era la hija número 24, nos habla de múltiples necesidades y contingencias domésticas, así como incontables ocasiones de servicio mutuo. Amara significa donarse, dar de sí: este mensaje lo conoció Catalina desde niña en su propio hogar.

* Los embates de la peste en vida de Catalina llevarían pronto este lenguaje a un nivel más profundo: servir signfica posponerse, arriesgarse, esforzarse, y a menudo, sufrir.

* La continua generosidad de Cristo en su ministerio, entregándose sin reservas a los más pobres, es también una lección que no queda desapercibida a sus ojos de verdadera creyente. La Cruz no empezó para Cristo con la traición de Judas sino que fue su compañía permanente.

* La misma Catalina, en cuanto virgen consagrada, se vio a sí misma como “Esposa de Cristo.” ¿Cabe pensar que la esposa no comparta el camino y destino de su esposo? Por algo en el matrimonio se usan las expresiones: “consorte” (que comparte la misma suerte) y también “cónyuge” (que lleva el mismo yugo).

* Catalina conoció la generosidad de alma de grandes santos y penitentes pero también vio hasta dónde corrompen el lujo y la vida fácil. Aunque es cierto que las cosas materiales no son de suyo perversas, el corazón humano fácilmente hace ídolos de las cosas creadas, y por eso es más seguro el despojo de la Cruz.

Catheriniana – 13, Maternidad Espiritual, parte 4

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Tema 13: Dónde sucede la maternidad espiritual

* Si el egoísmo, en sus diversas formas, es señal típica de nuestro tiempo, la capacidad de dar, de ser “Iglesia en salida,” como dice el Papa Francisco, es claramente una señal clara de la irrupción del Reino de Dios.

* ¿Dónde sucede esa irrupción? ¿En dónde acontece el Evangelio? Tres textos bíblicos nos orientan:

(1) Lucas 4,18-21 nos presenta el “programa” del ministerio público de Cristo: anunciar la Buena Nueva a los pobres.

(2) Juan 4,34-36 nos presenta a Jesús invitando a sus discípulos a reconocer que la cosecha está madura. La misión de ellos, entendemos por el contexto, es ante todo, descubrir a tantas “samaritanas” que padecen severa desorientación en sus vidas, y que mueren de sed.

(3) En 1 Corintios 1,26-28 el apóstol Pablo subraya cuál es la composición de la comunidad de Corinto, mostrando que la fuerza del Evangelio prospera primero en los que el mundo desprecia.

* Se puede bien decir, como ya lo afirma el dominico Felicísimo Martínez, que la evangelización, y ello cobija la obra de la maternidad espiritual, sucede en las fronteras: entre al vida y la muerte; entre la creencia y la increencia; entre la pertenencia visible a la Iglesia y la afirmación de un cristianismo genérico. Es en las fronteras donde sucede primero la gracia.

* Lo cual permite una lectura poco usual de Juan 12,1-12: aquello de que siempre tendremos necesitados no es tan mala noticia, si recordamos que en las fronteras de pobreza renace sin cesar la obra del Evangelio, y la maternidad espiritual.

Catheriniana – 12, Maternidad Espiritual, parte 3

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Tema 12: Rasgos propios de la genuina maternidad espiritual

* El deseo de ser fecundos para Dios es un criterio central de discernimiento en nuestra vida cristiana y en particular en la vida consagrada actual. En nuestro tiempo , el egoísmo, la comodidad y el libertinaje pueden llevar a una vida en soltería pero en la elección de ese camino Dios en realidad no cuenta.

* Rasgos principales de la verdadera maternidad espiritual:

(1) Lo que una madre es para sus hijos, lo vive en términos espirituales quien vive una vocación de maternidad espiritual: unión con su Divino Esposo, fecundidad que viene de Él, deseo de ser fecunda para Él. La semilla de la Palabra y de la Caridad es participación en los intereses de Cristo. Su pregunta es: “¿Mi amado cómo queda aquí?”

(2) En la gestación, la maternidad espiritual consiste en enviar alimento: con la oración, la penitencia, la enseñanza. El parto llega cuando la persona le da un sí real y resuelto a Cristo.

(3) La lactancia consiste en no abandonar a los recién convertidos sino afianzar en ellos los elementos esenciales de la fe, los que le ayudarán a rechazar los insidiosos retornos de los ídolos. De esto habla la Carta a los Hebreos 5,12–6,3.

(4) Nacer supone un choque térmico que hace que la persona eche de menos su ambiente anterior. Es allí donde una buena madre sabe que hay que proveer de recursos y de calidez que permitan sobrevivir a los pequeños. Por supuesto, esto implica dar más cuidado a quien más lo necesita.

(5) Las mamás han de “primerear,” según la expresión del Papa Francisco, dando las vacunas que son más necesarias, por medio de advertencias saludables y oportunas.

(6) Pero también lo positivo: ¿cuáles son las lecturas, las conversaciones, los lugares adonde debo remitir al que todavía es débil? Deshacerse de una persona débil es ponerla en la ruta para que sea trofeo de Satanás.

(7) Finalmente: las mamás no crían a sus hijos para que estén siempre con ellas. Hay que saber entregar, como María al pie de la Cruz.

* Por supuesto, todo esto supone una renovación y ensanchamiento del corazón y de nuestra caridad.

Catheriniana – 11, Maternidad Espiritual, parte 2

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Tema 11: La familia espiritual de Santa Catalina de Siena

* La primera experiencia de familia que tiene Catalina proviene de su propio hogar; incluso desde su vida eremítica, la realidad cotidiana de aquella familia numerosa impacta su corazón de niña y de adolescente.

* Viene luego la Orden Dominicana, a la que ella se asocia por sus penitencias y oraciones, y también a través de los sacramentos, pero sobre todo, a la cual ingresa como “mantellata,” esto es, como virgen seglar dominica.

* Nuestro Señor había dicho a Catalina: «Deseo unirme más contigo por la caridad hacia el prójimo». De hecho, la vida de apostolado de la santa no interfería su unión con Dios. El beato Raimundo de Cápua dice que la única diferencia era que «Dios no se le aparecía únicamente cuando estaba sola, como antes, sino también cuando estaba acompañada». Catalina era arrebatada en éxtasis, lo mismo mientras conversaba con sus parientes, que cuando acababa de recibir la comunión en la iglesia.

* Poco a poco, la santa reunió a un grupo de amigos y discípulos que formaban como una gran familia y la llamaban «Mamá». Los más notables de entre ellos, eran sus confesores de la Orden de Santo Domingo, Tomás della Fonte y Bartolomé Domenici; el agustino Tantucci, el rector del hospital de la Misericordia, Mateo Cenni; Mateo Vanni, el artista a quien la posteridad debe los más hermosos retratos de la santa, el joven aristócrata y poeta, Neri de Landoccio dei Pagliaresi, Lisa Colombini, cuñada de Catalina, la noble viuda Alessia Saracini, el inglés Guillermo Flete, ermitaño de San Agustín, y el P. Santi, un anacoreta al que el pueblo llamaba «El Santo», que frecuentemente iba a visitar a Catalina porque, según decía, al charlar con ella alcanzaba mayor paz del alma y valor para perseverar en la virtud de los que había conseguido en toda su vida de anacoreta.

* Catalina amaba tiernamente a su familia espiritual y consideraba a cada uno de sus miembros como a un hijo que Dios le había dado para que le condujese a la perfección. La santa no sólo leía el pensamiento de sus hijos, sino que, con frecuencia, conocía las tentaciones de los que se hallaban ausentes. El motivo de sus primeras cartas fue el de mantenerse en contacto con ellos.

Catheriniana – 10, Maternidad Espiritual, parte 1

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Tema 10: Nacer de nuevo

* Nacer de nuevo: tal es la descripción que el Nuevo Testamento da a la obra del Espíritu que nos renueva y transforma, gracias a la predicación del Evangelio.

* La evangelización abre a una vida nueva: toda evangelización implica una forma de paternidad / maternidad espiritual. Todos somos llamados a esta forma de fecundidad espiritual.

* Cada amor tiene su forma de fecundidad. El nuevo amor no suprime al amor según la carne y la sangre sino que le quita el protagonismo.

* Relación con el santo deseo: la maternidad espiritual siempre mira hacia Cristo: que Él sea concebido, qué Él nazca, crezca y reine en cada uno.

* Aunque la palabra “padre” se puede aplicar a quien evangeliza, es más propio reconocernos todos como “madres,” sobre todo por el dolor del “dar a luz” para la vida de Dios, y porque Cristo nos recuerda que tenemos un solo Padre, el del Cielo.

* El propósito último de la evangelización es engendrar para el Cielo.

Catheriniana – 09, Teología del Amor, parte 5

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Tema 9: Sobre el correcto amor a sí mismo

* Hay un amor a sí mismo que trae destrucción, y hay un amor que trae salvación. ¿Qué los hace distintos y cómo reconocerlos?

* La diferencia no proviene del origen porque todo nuestro deseo y capacidad de amar proviene de Dios. El Padre Celestial dijo a Catalina que nuestra alma estaba “hecha” de amor.

* De hecho, Dios nos ha creado de tal modo que es infinita nuestra necesidad de ser amados como es infinita nuestra necesidad de amar. Tales “infinitos” dejó Dios en nuestro corazón para que lo buscáramos y poseyéramos a Él mismo, según aquello de San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti…”

* Cuando el ser humano pone algo en lugar de Dios se declara en rebeldía contra ese mandamiento primero y fundamental, del cual depende también su realización como persona humana y su posibilidad de ser feliz. Por eso todo pecado es pecado contra el primer mandamiento porque siempre implica rebelarse contra Dios y quitarle su lugar.

* En todo pecado entonces uno está escogiéndose a sí mismo y siguiendo el propio criterio por encima de la obediencia y amor a Dios. Tal es la fuente del mal amor a sí mismo.

* Catalina llama a ese amor perverso hacia sí mismo “amor propio sensitivo.” Es “sensitivo” porque, al desconectarnos de Dios, fuente de verdadera felicidad, buscamos, ciertamente en vano, saciarnos con todo tipo de placeres o sensaciones fuertes que al final terminan siendo causa de destrucción.

* El correcto amor a sí mismo tiene el sello de todo verdadero amor: la búsqueda del bien. Amarse correctamente es reconocer en dónde está nuestro verdadero bien. Por eso el camino del correcto amor a sí mismo pasa por el verdadero conocimiento de sí mismo. Saberse necesitado y ver en Dios la fuente única de misericordia, poder y sabiduría en la que es posible saciarse. De ese modo, amarse bien a sí mismo se traduce en volcarse en obediencia alegre y generosa al plan de Dios en el que uno encuentra todo bien.

* Paradójicamente, ese obedecer y amar a Dios, como bien supremo, puede implicar el sacrificio de otros bienes como se nota claramente en el caso de los mártires. A ojos del mundo es necedad lo que ellos realizan pero en realidad perdiéndolo “todo” están ganando TODO.

Catheriniana – 08, Teología del Amor, parte 4

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Tema 8: Amar al prójimo

* Testimonios sobre el camino del amor al prójimo en Catalina de Siena

+ En su tiempo de ermitaña en casa, conciencia de unidad con la Iglesia (uniéndose a la vida de oración de los frailes dominicos de Siena) y de unidad orgánica con la sociedad de su tiempo (penitencias que hace en tiempo de carnaval).
+ Caridad en casa: espíritu de servicio, discreción, disponibilidad.
+ Servicio a los pobres y amor al despojarse de todo para dar.
+ Servicio a los enfermos, siguiendo el ejemplo de Cristo, que no tuvo asco de nuestra condición.
+ Predicación: palabra encendida en fuego de caridad, que ofrece consejos, llamados a la conversión, doctrina.

* ¿Cómo definir propiamente el amor al prójimo?

+ Buscar el bien (implica discernimiento, sabiduría, lucidez)
+ que Dios pensó (implica humildad, oración, anhelo del Reino de Dios)
+ y es más necesario al prójimo (implica cercanía, capacidad de priorización)
+ en su circunstancia presente (implica capacidad, deseo y eficacia al actuar).

* Pasos:

+ Orar
+ Reconocer la propia nada
+ Unir lo masculino (valentía) y lo femenino (compasión)
+ Recordar nuestra limitación en la virtud y en el tiempo
+ ¡Volver a orar!

Catheriniana – 07, Teología del Amor, parte 3

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Tema 7: Amar a Dios

* Nuestro amor hacia Dios es como el reflejo de la luz del sol sobre la luna; ella no tiene luz propia pero sí puede reflejar y dar de lo que recibe.

(1) Lo primero es conocer porque del conocimiento brota el amor. San Juan dice: “Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (1 Juan 4, 16).

(2) El amor divino es creador, redentor y santificador. Como creador lo conocemos en la naturaleza y en nuestro propio ser; como redentor lo conocemos en nuestra historia; como santificador en los frutos y dones del Espíritu.

(3) Del conocimiento se pasa al agradecimiento y la alabanza. La alegría, la paz, el hambre de Dios son señales muy propias de esta etapa, y señales muy visibles en la vida de Catalina.

(4) Viene luego el deseo de unión, que conlleva la voluntad resuelta de evitar lo que le disgusta a él, y el deseo de semejanza.

(5) La unión se convierte así en ofrenda de sí mismo, del propio tiempo, los intereses, los recursos, y hasta la propia vida.

(6) La unión nos hace cercanos a los intereses de Dios: el amor hacia él se convierte en ardiente deseo de que su causa triunfe: que él sea conocido, amado y obedecido en todas partes. El amor de Dios deviene amor al prójimo.

(7) Al comprender que el gran “proyecto” de Dios es la Iglesia, nos hace vivos amadores de la Iglesia, queriendo sanarla, restaurarla, dotarla de los dones y gracias necesarios para su vida y misión.

Catheriniana – 06, Teología del Amor, parte 2

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Tema 6: Los Nombres del Amor de Dios

* De tres maneras principales habla la teología cristiana sobre el amor: (I) El amor que recibimos de Dios; (II) El amor que le tenemos a Dios; (III) El amor que, viniendo de Dios, a través de nosotros llega al prójimo. En esta ocasión hablaremos según la primera de estas maneras.

* Para Catalina, hay tres palabras que describen mucho del amor que viene de Dios: misericordia, providencia y luz o guía.

(1) Misericordia es aquella dimensión del amor que surge ante la necesidad patente del prójimo. Es el amor en acto de comprender, compadecer y ayudar. La misericordia Es en sí misma un prodigio que desborda la capacidad explicativa de la razón humana porque el amor compasivo de Dios junto lo que parece opuesto: la santidad con el pecador; la grandeza con la finitud; la luz con la densa oscuridad de nuestras ignorancias y errores.

La misericordia es tan propia de Dios que no se puede deslindar de su propio ser. y esto significa que en todo cuanto es y hace, Dios muestra su misericordia. Por lo mismo, hemos de acostumbrarnos a valorar el actuar divino no desde aquello que creemos que nos conviene, nos gusta o es compatible con nuestras expectativas sino a partir de la certeza de que la causa última y motivación primera de todo su obrar es el amor misericordioso que les es propio.

La misericordia aparece así como una óptica que recubre la naturaleza, la historia y la eternidad. Guiados por el don del Espíritu Santo, llegamos a discernir la presencia de ese amor en las criaturas todas; y en los los hechos de la propia historia y en los acontecimientos del mundo; y en la gloria celeste y aún en el infierno, como se atreve a afirmar Santa Catalina.

(2) Providencia es la capacidad de administrar el bien de modo que el tiempo sea un instrumento que conduce a plenitud en la criatura y a la realización de la divina voluntad. La Providencia brilla en muchos textos bíblicos, especialmente en la historia de Abraham que fue guiado paso a paso desde las tinieblas del paganismo hacia una relación cada vez más plena con el amor de Dios.

De Abraham aprendemos también que la Providencia divina tiene su contraparte humana en la obediencia. La escucha fiel y diligente es la manera de acoger el amor sabio que en cada ocasión da lo que es adecuado, necesario y suficiente. Donde esto mejor se nota es en le ministerio de Cristo que sabe acoger con ternura al pecador pero también sabe conducirlo a una conversión más y más perfecta, hacia las cumbres de la santidad. Fue también Cristo quien nos enseñó a pedir “el pan de cada día.”

Catalina conoció de muchos modos la Providencia. Cabe destacar aquello de vivir semanas o incluso meses alimentándose solamente de la Eucaristía: un modo dramático de experimentar que Dios sostiene y dirige a sus creaturas.

(3) Luz y guía. Dentro de la misma misericordia y providencia hay que destacar el papel del conocimiento de sí mismo porque la misericordia se hace presente allí donde la providencia le muestra mayor necesidad, y ello sucede en donde tenemos peor condición. El conocerse lleva a ser puntual en la cita de amor que Cristo tiene con nosotros para darnos de su bondad y salvación.

Catheriniana – 05, Teología del Amor, parte 1

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Tema 5: Introducción a la Teología del Amor

* Santa Teresa del Niño Jesús descubrió, al llegar a la madurez de su breve vida, que su vocación era el amor: “En el corazón de la Iglesia, yo seré el amor…” La experiencia de Santa Catalina es semejante, en cuanto que ella descubrió el lugar absolutamente central de amar pero hay dos diferencias: (1) Catalina ve que amar es plenitud a la que todos estamos llamados como una auténtica vocación; (2) Esa convicción marca toda su enseñanza y marcó toda su vida.

* Es interesante recorrer la vida de Catalina y descubrir las fuentes donde ella aprendió a amar. Está en primer lugar su familia: numerosa, llena de vida y de afecto. Pero lo decisivo empieza con aquella visión que tiene hacia los seis o siete años de edad. Como San Pablo, ella podrá decir, ya desde esa temprana edad, “Cristo me amó, y se entregó por mí” (véase Gálatas 2). Aún más: ya de niña percibe que Dios es suficiente (“Sólo Dios basta,” dirá Santa Teresa de Jesús, un par de siglos después). Quiere ser ermitaña y considera que puede prescindir de todo y de todos porque Dios velará por ella.

* Esa certeza de que Dios es fuerte, bondadoso, sabio y ante todo, providente, permea toda la experiencia espiritual de Santa Catalina. Cuando la familia se opone a su forma de vida ascética y orante; cuando pretenden prepararla para matrimonio; cuando tiene que hablar ante el Capítulo General de los Dominicos, o cuando se ve a las puertas de la muerte en la ciudad de Florencia: en todos esos casos, ser amada significa para ella ser sostenida, protegida, guiada.

* La experiencia del amor que tiene Catalina es entonces la del Dios que permanece, el Dios del que uno se puede fiar, el Dios que supera nuestros planes y los de nuestros adversarios, el Dios que nos invita, dándonos el testimonio de su Hijo, a apoyarnos en Él. Dejarse amar es descubrir a Aquel que “es,” y descubrir en cambio que todo lo demás, incuyéndonos nosotros mismos “somos los que no somos.”

* La experiencia de fortaleza en la soledad no es experiencia de aislamiento sino simplemente saber que lo que no cabe esperar de las creaturas sí puede y debe esperarse de Dios Padre Creador.

Catheriniana – 04, El Santo Deseo, parte 4

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Tema 4: El Santo Deseo como fuente de comunión.

* La evangelización es un movimiento de salida que conlleva el impulso y la alegría de ir con la Buena Nueva en busca de los corazones de Dios tan amados. Pero la evangelización también es “reunir a los hijos de Dios dispersos” (Juan 11,52). El Santo Deseo, que es obra del Espíritu en el alma humana, es motor que nos empuja a “salir” pero es también acogedora hoguera que nos invita a “reunir.”

* Reunir es también el verbo que hace posible la Iglesia, pues “ekklesía” quiere decir “convocada.” La Palabra de salvación y el Espíritu que nos hace hijos tienen por meta, no la dispersión de unos beneficiarios, sino la comunión entre aquellos que se saben renacidos de un mismo Amor. Consecuentemente, el Santo Deseo quiere constituir comunidad, aún más: familia espiritual en la que cada uno es sostenido y a la vez ayuda a sostener a otros.

* Es importante ponderar la calidad de ese amor. No tiene su base en simpatías, conveniencias o intereses. Es amor ante todo de admiración y de gratitud hacia Dios, que hace obras preciosas en sus hijos. De ahí deriva un profundo respeto, que no mira a las clases sociales o al nivel económico o educativo, sino solamente a la conciencia de estar delante de una obra en la que Dios ha invertido hasta su Sangre; obra en la que sigue trabajando.

* El Santo Deseo se convierte así en tierna, limpia y perseverante solicitud por el bien del hermano, como única actitud lógica ante la historia de salvación que cada uno es. Cuidamos y ayudamos a cultivar lo que Dios está haciendo, y así se conjugan la delicadeza, la pureza y, allí donde es necesario, la firmeza, de modo que cada uno alcance la plenitud a la que ha sido llamado.

Catheriniana – 03, El Santo Deseo, parte 3

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Tema 3: El Santo Deseo como impulso para la evangelización y la misión.

* Uno de los aspectos más hermosos del “santo deseo” es que unifica el amor a Dios y al prójimo. Esta es, por lo demás, una consigna muy clara en el Nuevo Testamento. 1 Juan 4,20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.” Santiago 2,18: “Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” (La fe apunta hacia Dios; las “obras” apuntan hacia las necesidades del prójimo. Son inseparables). Mateo 22,35-40: “Uno de ellos, intérprete de la ley, para ponerle a prueba le preguntó: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley? Y Jesús le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.”

* San Ireneo de Lión nos enseña que “La gloria de Dios es que el hombre viva y la vida del hombre es la visión de Dios.” Allí donde se rompen las cadenas que nos deshumanizan, es decir, el pecado, la ignorancia, la muerte, la injusticia o la miseria, allí se deja ver la gloria divina porque aparece en plenitud se plan, su sabiduría, su poder y su compasión. Puesto que somos imagen y semejanza de Dios, todo lo que empaña esa imagen es a la vez daño para nosotros y ocultamiento de la gloria de nuestro Creador. por la misma razón, lo que limpia nuestro ser y deja ver esa imagen bendita glorifica a Dios y constituye nuestro más genuino bien.

* El Santo Deseo nos saca de nosotros mismos, es decir, de la comodidad y la falsa seguridad, y nos pone, como quiere el Papa Francisco, “en salida” hacia nuestros hermanos. No cabe aquí la pasividad, que sería complicidad, ni la indiferencia, que sería crueldad.

* Como todo lo que es grande, el Santo Deseo puede ser deformado de varias formas que le quitan su sentido y su eficacia. Es bueno saber de estas deformaciones y peligros para evitarlos. Son cuatro principalmente:

(1) El fanatismo y la imposición: cuando un supuesto exceso de “celo apostólico” hace que agobiemos al prójimo para que se convierta según nuestro gusto o en nuestros tiempos. Sucede también cuando se confunde evangelizar con imponer una determinada cultura.

(2) La delegación cómoda: cuando tranquilizamos con mentira nuestra conciencia creyendo que basta con “no hacerle mal a nadie” y pensamos que si uno cumple con sus deberes ya no se le puede pedir más como cristiano. A menudo esta forma de egoísmo cómodo va unida a la idea de que en la Iglesia hay unos (curas y monjas, por ejemplo) que serían los únicos encargados de la evangelización.

(3) La falsa misericordia: cuando salimos de nosotros mismos y vamos al encuentro del hermano en su necesidad pero, por una falsa compasión, lo dejamos en su condición de pecado, quizás porque nos parece muy difícil que cambie a fondo su comportamiento. En esto hay un engaño hacia el prójimo y una falta de fe en la fuerza del Evangelio para realmente transformar la vida.

(4) El activismo: cuando consideramos que en el mucho hacer está el mucho lograr. La realidad es que cuando el Santo deseo es auténtico, primero “quema” el corazón con un suave y profundo dolor que se convierte en anhelo incontenible por la gloria divina y fortísima compasión por el prójimo, todo ello en oración y penitencia. De ese horno saldrán las palabras encendidas y los gestos verdaderamente elocuentes que alcanzarán frutos verdaderos.

Catheriniana – 02, El Santo Deseo, parte 2

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Tema 2: El Santo Deseo y su relación con la acción del Espíritu Santo.

* El Santo Deseo es fruto de la presencia y la acción del Espíritu Santo en nosotros. Iluminando nuestra inteligencia, el Espíritu nos deja percibir la distancia entre lo que el mundo es y lo que Dios querría que fuese. Haciendo arder nuestra voluntad, el Espíritu nos permite experimentar como dolor la manera como el mundo a menudo da la espalda al plan de Dios. Centrando todo nuestro ser en Cristo, el Espíritu nos deja ver el camino que va del ser al deber-ser.

* Esa conciencia llena de luz y esa voluntad que com-padece tienen ya un mérito en sí mismas: son vínculo de unión de caridad con el sufrimiento de Cristo, especialmente en su intercesión ferviente en Getsemaní.

* Mas hay ocasiones en que el Espíritu nos habla, recordando y grabando profundamente en nuestro ser la voz de Cristo. En tales ocasiones el Espíritu nos da “consejos de Evangelio,” o “consejos evangélicos,” que de un modo intenso y en completa consonancia con las circunstancias concretas que nos rodean, indican qué hacer, incluso si ello puede parecer difícil o ridículo a nuestra propia conciencia. No se trata de cometer pecados sino de dar pasos audaces, que pueden parecer improbables pero que resultan inmensamente útiles con una eficacia que va mucho más allá de nuestras previsiones. Es algo así como entregar el timón al Espíritu en una acción específica.

* Hay testimonios de acciones semejantes en las vidas de los santos, cuando sus acciones podían parecer extrañas, y sin embargo, en retrospectiva se ve que no fueron hechas por búsqueda de algo exótico, incorrecto o excéntrico sino bajo la guía del Espíritu. Cuanto más se crece en fidelidad al Espíritu, mayor certeza en reconocer su paso y ser capaz de seguir su voz.

Catheriniana – 01, El Santo Deseo, parte 1

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Tema 1: El Santo Deseo. Qué es y en qué consiste.

* El Papa Francisco ha hablado varias veces sobre la Iglesia “en salida,” es decir, sobre una característica muy profunda de la fe cristiana: no puede limitarse a embellecer o asegurar la propia vida, ni tampoco contenerse en una comunidad específica, por ejemplo, un grupo de personas que se consideren a sí mismas como “los perfectos.”

* En los escritos de Santa Catalina hay una expresión que apunta en la misma dirección: el Santo Deseo. Muy en conformidad con su manera de verse a sí misma cuando dijo: “Mi naturaleza es fuego,” el santo deseo es una fuerza, un dinamismo que lleva a buscar el bien mayor; a no contentarse con lo ya logrado; a crecer en la fe, el amor y las demás virtudes; y a buscar con perseverancia la extensión del reinado de Cristo.

* A ojos de Catalina, no cabe que un cristiano simplemente se resigne ante el mal circundante, sea por cobardía, pereza, orgullo u otra razón. En esto hay también una profunda concordancia con la enseñanza del Papa Francisco, el cual ha denunciado vigorosamente el “egoísmo triste” como mal típico de nuestra tiempo, dentro y fuera de la Iglesia.

* El Santo Deseo es una expresión o fruto del amor de Dios en nosotros, y en ese sentido tiene su fuente en el Espíritu Santo. Pero no se limita al amor. Catalina habla de un cuchillo de doble hoja, que tiene amor y también odio. No basta querer el bien si no se odia lo que lo destruye, es decir, si no se toman medidas coherentes, sabias y sostenidas de vigilancia para que las “raposas” no arruinen los viñedos.

* El Santo Deseo tiene así dos dimensiones, que podemos llamar “femenina” (en el anhelo de entregarse al amor y reposar en él), y “masculina” (en la resolución de vencer los obstáculos y proteger con celo los bienes recibidos.