Catheriniana – 06, Teología del Amor, parte 2

[Catheriniana es una serie de reflexiones sobre aspectos de la enseñanza de Santa Catalina de Siena. Para sacar mayor provecho de estas conferencias es muy recomendable revisar primero la serie sobre su vida, y después la serie sobre los fundamentos de su doctrina espiritual. Si se quiere acceder a todas las publicaciones de este blog sobre la Santa Doctora, hacer click aquí.]

Tema 6: Los Nombres del Amor de Dios

* De tres maneras principales habla la teología cristiana sobre el amor: (I) El amor que recibimos de Dios; (II) El amor que le tenemos a Dios; (III) El amor que, viniendo de Dios, a través de nosotros llega al prójimo. En esta ocasión hablaremos según la primera de estas maneras.

* Para Catalina, hay tres palabras que describen mucho del amor que viene de Dios: misericordia, providencia y luz o guía.

(1) Misericordia es aquella dimensión del amor que surge ante la necesidad patente del prójimo. Es el amor en acto de comprender, compadecer y ayudar. La misericordia Es en sí misma un prodigio que desborda la capacidad explicativa de la razón humana porque el amor compasivo de Dios junto lo que parece opuesto: la santidad con el pecador; la grandeza con la finitud; la luz con la densa oscuridad de nuestras ignorancias y errores.

La misericordia es tan propia de Dios que no se puede deslindar de su propio ser. y esto significa que en todo cuanto es y hace, Dios muestra su misericordia. Por lo mismo, hemos de acostumbrarnos a valorar el actuar divino no desde aquello que creemos que nos conviene, nos gusta o es compatible con nuestras expectativas sino a partir de la certeza de que la causa última y motivación primera de todo su obrar es el amor misericordioso que les es propio.

La misericordia aparece así como una óptica que recubre la naturaleza, la historia y la eternidad. Guiados por el don del Espíritu Santo, llegamos a discernir la presencia de ese amor en las criaturas todas; y en los los hechos de la propia historia y en los acontecimientos del mundo; y en la gloria celeste y aún en el infierno, como se atreve a afirmar Santa Catalina.

(2) Providencia es la capacidad de administrar el bien de modo que el tiempo sea un instrumento que conduce a plenitud en la criatura y a la realización de la divina voluntad. La Providencia brilla en muchos textos bíblicos, especialmente en la historia de Abraham que fue guiado paso a paso desde las tinieblas del paganismo hacia una relación cada vez más plena con el amor de Dios.

De Abraham aprendemos también que la Providencia divina tiene su contraparte humana en la obediencia. La escucha fiel y diligente es la manera de acoger el amor sabio que en cada ocasión da lo que es adecuado, necesario y suficiente. Donde esto mejor se nota es en le ministerio de Cristo que sabe acoger con ternura al pecador pero también sabe conducirlo a una conversión más y más perfecta, hacia las cumbres de la santidad. Fue también Cristo quien nos enseñó a pedir “el pan de cada día.”

Catalina conoció de muchos modos la Providencia. Cabe destacar aquello de vivir semanas o incluso meses alimentándose solamente de la Eucaristía: un modo dramático de experimentar que Dios sostiene y dirige a sus creaturas.

(3) Luz y guía. Dentro de la misma misericordia y providencia hay que destacar el papel del conocimiento de sí mismo porque la misericordia se hace presente allí donde la providencia le muestra mayor necesidad, y ello sucede en donde tenemos peor condición. El conocerse lleva a ser puntual en la cita de amor que Cristo tiene con nosotros para darnos de su bondad y salvación.