Catheriniana – 04, El Santo Deseo, parte 4

[Catheriniana es una serie de reflexiones sobre aspectos de la enseñanza de Santa Catalina de Siena. Para sacar mayor provecho de estas conferencias es muy recomendable revisar primero la serie sobre su vida, y después la serie sobre los fundamentos de su doctrina espiritual. Si se quiere acceder a todas las publicaciones de este blog sobre la Santa Doctora, hacer click aquí.]

Tema 4: El Santo Deseo como fuente de comunión.

* La evangelización es un movimiento de salida que conlleva el impulso y la alegría de ir con la Buena Nueva en busca de los corazones de Dios tan amados. Pero la evangelización también es “reunir a los hijos de Dios dispersos” (Juan 11,52). El Santo Deseo, que es obra del Espíritu en el alma humana, es motor que nos empuja a “salir” pero es también acogedora hoguera que nos invita a “reunir.”

* Reunir es también el verbo que hace posible la Iglesia, pues “ekklesía” quiere decir “convocada.” La Palabra de salvación y el Espíritu que nos hace hijos tienen por meta, no la dispersión de unos beneficiarios, sino la comunión entre aquellos que se saben renacidos de un mismo Amor. Consecuentemente, el Santo Deseo quiere constituir comunidad, aún más: familia espiritual en la que cada uno es sostenido y a la vez ayuda a sostener a otros.

* Es importante ponderar la calidad de ese amor. No tiene su base en simpatías, conveniencias o intereses. Es amor ante todo de admiración y de gratitud hacia Dios, que hace obras preciosas en sus hijos. De ahí deriva un profundo respeto, que no mira a las clases sociales o al nivel económico o educativo, sino solamente a la conciencia de estar delante de una obra en la que Dios ha invertido hasta su Sangre; obra en la que sigue trabajando.

* El Santo Deseo se convierte así en tierna, limpia y perseverante solicitud por el bien del hermano, como única actitud lógica ante la historia de salvación que cada uno es. Cuidamos y ayudamos a cultivar lo que Dios está haciendo, y así se conjugan la delicadeza, la pureza y, allí donde es necesario, la firmeza, de modo que cada uno alcance la plenitud a la que ha sido llamado.