Un matrimonio mejor

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Familias Fuertes, 5 de 6, Cercania y Misterio

Familias Fuertes en Tiempos Difíciles. Tema 5: Cercanía y Misterio

* Sueños, gustos, temores, alegrías, esperanzas, heridas… son parte de la “carne viva” de quienes tenemos cerca. Sólo es lícito acercarse a esas realidades como Moisés a la zarza: con los pies descalzos, y plena conciencia del misterio sacro que tiene cada conciencia.

* Por lo mismo, es muy grave creer que ya hemos “agotado” a las demás personas, esto es: que ya las tenemos conocidas.

* Esta conciencia del misterio y la inmensa dignidad de la pareja hace que la intimidad deba mirarse como una liturgia.

Familias Fuertes, 4 de 6, Fragilidad y Respeto

Familias Fuertes en Tiempos Difíciles. Tema 4: Fragilidad y Respeto

* Tener cerca a una persona es acceder a su fragilidad. La verdad es que todos somos vulnerables pero por orgullo y temor queremos presentar nuestra mejor cara, a la vez que nos revestimos de una armadura falsa de agresividad o indiferencia.

* Es notable la mala preparación de muchas parejas para asumir la fragilidad del respectivo cónyuge. Una mezcla de fantasía y de ignorancia hace que no sepamos cómo asumir lo débil propio o ajeno.

* Parte de la solución es compartir nuestras historias, preguntas y temores.

Familias Fuertes, 2 de 6, Evangelizar en el Siglo I

Familias Fuertes en Tiempos Difíciles. Tema 2: Evangelizando en el siglo I

* El mundo del siglo I, en que se inició la propagación del Evangelio, padecía de lacras muy parecidas a las que conoce nuestro tiempo. No hay que asustarse ante lo que parecen novedades porque no lo son.

* El proceso que hemos de vivir se parece al pasaje de Jesús en la barca de Pedro: sólo oyendo a Cristo y acogiendo su mandato puede Él tomar el lugar que merece y le corresponde.

El amor conyugal debe compaginarse con el respeto a la vida humana

51. El Concilio sabe que los esposos, al ordenar armoniosamente su vida conyugal, con frecuencia se encuentran impedidos por algunas circunstancias actuales de la vida, y pueden hallarse en situaciones en las que el número de hijos, al manos por ciento tiempo, no puede aumentarse, y el cultivo del amor fiel y la plena intimidad de vida tienen sus dificultades para mantenerse. Cuando la intimidad conyugal se interrumpe, puede no raras veces correr riesgos la fidelidad y quedar comprometido el bien de la prole, porque entonces la educación de los hijos y la fortaleza necesaria para aceptar los que vengan quedan en peligro.

Hay quienes se atreven a dar soluciones inmorales a estos problemas; más aún, ni siquiera retroceden ante el homicidio; la Iglesia, sin embargo, recuerda que no puede hacer contradicción verdadera entre las leyes divinas de la transmisión obligatoria de la vida y del fomento del genuino amor conyugal.

Pues Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne misión de conservar la vida, misión que ha de llevarse a cabo de modo digno del hombre. Por tanto, la vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables. La índole sexual del hombre y la facultad generativa humana superan admirablemente lo que de esto existe en los grados inferiores de vida; por tanto, los mismos actos propios de la vida conyugal, ordenados según la genuina dignidad humana, deben ser respetados con gran reverencia. Cuando se trata, pues, de conjugar el amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende solamente de la sincera intención y apreciación de los motivos, sino que debe determinarse con criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, criterios que mantienen íntegro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el amor verdadero; esto es imposible sin cultivar sinceramente la virtud de la castidad conyugal. No es lícito a los hijos de la Iglesia, fundados en estos principios, ir por caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina reprueba sobre la regulación de la natalidad.

Tengan todos entendido que la vida de los hombres y la misión de transmitirla no se limita a este mundo, ni puede ser conmensurada y entendida a este solo nivel, sino que siempre mira el destino eterno de los hombres.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 51]

Del amor conyugal

49. Muchas veces a los novios y a los casados les invita la palabra divina a que alimenten y fomenten el noviazgo con un casto afecto, y el matrimonio con un amor único. Muchos contemporáneos nuestros exaltan también el amor auténtico entre marido y mujer, manifestado de varias maneras según las costumbres honestas de los pueblos y las épocas. Este amor, por ser eminentemente humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda la persona, y , por tanto, es capaz de enriquecer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espíritu y de ennoblecerlas como elementos y señales específicas de la amistad conyugal. El Señor se ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la gracia y la caridad. Un tal amor, asociando a la vez lo humano y lo divino, lleva a los esposos a un don libre y mutuo de sí mismos, comprobado por sentimientos y actos de ternura, e impregna toda su vida; más aún, por su misma generosa actividad crece y se perfecciona. Supera, por tanto, con mucho la inclinación puramente erótica, que, por ser cultivo del egoísmo, se desvanece rápida y lamentablemente.

Esta amor se expresa y perfecciona singularmente con la acción propia del matrimonio. Por ello los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, ejecutados de manera verdaderamente humana, significan y favorecen el don recíproco, con el que se enriquecen mutuamente en un clima de gozosa gratitud. Este amor, ratificado por la mutua fidelidad y, sobre todo, por el sacramento de Cristo, es indisolublemente fiel, en cuerpo y mente, en la prosperidad y en la adversidad, y, por tanto, queda excluido de él todo adulterio y divorcio. El reconocimiento obligatorio de la igual dignidad personal del hombre y de la mujer en el mutuo y pleno amor evidencia también claramente la unidad del matrimonio confirmada por el Señor. Para hacer frente con constancia a las obligaciones de esta vocación cristiana se requiere una insigne virtud; por eso los esposos, vigorizados por la gracia para la vida de santidad, cultivarán la firmeza en el amor, la magnanimidad de corazón y el espíritu de sacrificio, pidiéndolos asiduamente en la oración.

Se apreciará más hondamente el genuino amor conyugal y se formará una opinión pública sana acerca de él si los esposos cristianos sobresalen con el testimonio de su fidelidad y armonía en el mutuo amor y en el cuidado por la educación de sus hijos y si participan en la necesaria renovación cultural, psicológica y social en favor del matrimonio y de la familia. Hay que formar a los jóvenes, a tiempo y convenientemente, sobre la dignidad, función y ejercicio del amor conyugal, y esto preferentemente en el seno de la misma familia. Así, educados en el culto de la castidad, podrán pasar, a la edad conveniente, de un honesto noviazgo al matrimonio.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 49]

Solteros Catolicos

Se trata de un servicio que quiere facilitar el encuentro entre personas solteras, católicas, con deseo sincero y limpio de formar un hogar cristiano. Entra bajo tu propia responsabilidad.

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El matrimonio y la familia en el mundo actual

47. El bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligado a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar. Por eso los cristianos, junto con todos lo que tienen en gran estima a esta comunidad, se alegran sinceramente de los varios medios que permiten hoy a los hombres avanzar en el fomento de esta comunidad de amor y en el respeto a la vida y que ayudan a los esposos y padres en el cumplimiento de su excelsa misión; de ellos esperan, además, los mejores resultados y se afanan por promoverlos.

Sin embargo, la dignidad de esta institución no brilla en todas partes con el mismo esplendor, puesto que está oscurecida por la poligamia, la epidemia del divorcio, el llamado amor libre y otras deformaciones; es más, el amor matrimonial queda frecuentemente profanado por el egoísmo, el hedonismo y los usos ilícitos contra la generación. Por otra parte, la actual situación económico, social-psicológica y civil son origen de fuertes perturbaciones para la familia. En determinadas regiones del universo, finalmente, se observan con preocupación los problemas nacidos del incremento demográfico. Todo lo cual suscita angustia en las conciencias. Y, sin embargo, un hecho muestra bien el vigor y la solidez de la institución matrimonial y familiar: las profundas transformaciones de la sociedad contemporánea, a pesar de las dificultades a que han dado origen, con muchísima frecuencia manifiestan, de varios modos, la verdadera naturaleza de tal institución.

Por tanto el Concilio, con la exposición más clara de algunos puntos capitales de la doctrina de la Iglesia, pretende iluminar y fortalecer a los cristianos y a todos los hombres que se esfuerzan por garantizar y promover la intrínseca dignidad del estado matrimonial y su valor eximio.

[Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, n. 47]

Parejas sanadas en el Espíritu Santo

Predicación en el XXIV Congreso Regional de Matrimonios, organizado por la Comunidad Alegría de la Renovación Carismática en Bogotá.

* El matrimonio, llegar a ser “una sola carne” como enseña el Génesis sólo es posible en el encuentro de una profunda donación y de una amplia y sincera acogida mutua.

* Al matrimonio la pareja llega bajo la ilusión óptica de que recibe exactamente lo que conoce, pero no se da cuenta de lo mucho que desconoce de su pareja, la cual, además, tampoco suele conocerse bien a sí misma. Surge de aquí una dificultad: hay verdaderas cajas de “monstruos” que la pareja lleva a su nueva vida. Aunque ignorados, esos monstruos van creciendo y un día atacan la unión.

* Es salvación, sin embargo, sabernos conocidos por Dios, el único que sondea los corazones; y saber que Él, que así nos conoce, a ese nivel íntimo y profundo nos transforma y nos salva.

Crear un lenguaje y permanecer en Cristo

CREAR UN LENGUAJE

* En el espacio que crea la confianza, y en el deseo de reconocer el valor de quien aman, la pareja va creando modos particulares de comunicación que re-significan las palabras.

* La fecundidad del amor no se limita a lo biológico (engendrar unos hijos), sino que cubre cada espacio de convivencia de la pareja, teniendo su fuente en la intimidad.

* La intimidad ha de verse como un espacio y momento sacros. Así como Cristo en la Eucaristía, cada cónyuge está “expuesto” en la intimidad. La única actitud cristiana es reconocer, valorar y tratar con exquisita ternura el don del otro.

* El mutuo reconocimiento genera una “casa” emocional que sirve de albergue para el corazón de cada uno, y que es también el nido en el que son recibidos como regalo los hijos.

* De ese modo, la enseñanza constante de la Iglesia sobre una donación sin barreras, y las recomendaciones de la sexología, en cuanto a la importancia de querer hacer feliz a la pareja, coinciden. Se puede bien decir que la manera de alcanzar plenitud en la intimidad no está lejos de la apreciación viva del misterio sacramental que celebra nuestra fe.

PERMANECER EN CRISTO

* Pero el amor humano es deficiente, y se fatiga. Por eso necesita sostenerse en un amor mayor, como es el de Cristo.

* Y la pareja necesita también de Cristo por la asimétrica donación de gracia que él nos trae, porque sólo desde esa bondad inmerecida pueden darse los “nuevos comienzos” que la pareja necesita para perdonarse, acogerse o aceptarse cuando llega el dolor de una ruina o de una enfermedad terminal.

* Por último, la pareja necesita de Cristo para no idolatrar un amor que, aunque es alto, no lo es todo. Cristo con la santidad de su amor, nos recuerda que la verdadera y última casa es el Cielo.

Deshaciendo mentiras sobre la sexualidad humana

“Sexo Seguro A.C. es una organización de la sociedad civil sin fines de lucro, conformada por médicos especialistas en sexualidad y bioética, que promueve la divulgación de información científica relacionada con el inicio de la vida sexual en la adolescencia y la juventud, la anticoncepción, el aborto y otros temas vinculados con la sexualidad. Nuestra visión tiene como eje prioritario el fortalecimiento de la dignidad de la persona humana desde la concepción y hasta la muerte natural…”

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Familia, lugar de perdon y de amor, 1 de 2

Familia, Lugar de Perdón y de Amor. Tema 1 de 2: Diagnóstico.

* No es difícil reconocer las enormes dificultades y obstáculos que enfrentan las familias hoy, tanto las que apenas empiezan como las que llevan un camino recorrido.

* Pero es importante no quedarnos en los síntomas. La fiebre viene de una enfermedad, y esa enfermedad hay que diagnosticarla, hasta llegar un poco más profundamente a sus causas. En esta ocasión quiero referirme a dos causas principales.

* PRIMERA CAUSA: iniciar una historia de noviazgos a temprana edad. Esto hace mucho daño por varias razones, entre ellas: (1) Las palabras más sagradas, humanamente hablando, quedan trivializadas; (2) Se empieza a ver a las personas como reemplazables y la mente se educa en una idea nefasta: la solución es cambiar de pareja; (3) El exceso de expresividad conduce a situaciones de intimidad sexual que a su vez traen nuevos problemas: enfermedades, embarazos no deseados, abortos, etc.; (4) El noviazgo suele ser una época de muchas ficciones porque cada uno está tratando de mostrar sólo su mejor lado.

* SEGUNDA CAUSA: hay gran confusión entre el deseo de buscar pareja y el deseo de formar hogar. (1) En los hombres eso se manifiesta como un deseo de tener sexo, ternura o quién cuide, pero sin llegar al nivel de madurez para comprender que el hogar se forma sumando, implicándose, entregando lo mejor de sí. (2) En las mujeres esto se manifiesta como una especie de negociación extrema con la vida: un modo de expulsar el fantasma de la soledad.

* La cura para la primera enfermedad está en valorar más y más el sentido de la amistad en los años juveniles. Para lo segundo es preciso purificar la intención y el corazón.

Pasos para restaurar tu matrimonio

“Los pasos son simples, no son mágicos pero son contundentes, requiero entonces que te decidas a recorrerlos hasta el final y cuenta con mis oraciones, pues esta web salio despues de la misma experiencia que tu estas pasando y aprendi mucho, ahora mi hogar esta unido y los segundos vinos son mejores que los primeros, como en las bodas de Canaa…”

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