Si a mí me preguntaran…

Si alguien me preguntara cuál es la pérdida más grande para un cristiano mi respuesta sería: perder su comunidad de fe. La idea de que se puede perseverar en los principios de la fe, en el ejercicio de la esperanza y en la práctica viva de la caridad sin la referencia y soporte de una comunidad es menos razonable que construir un criadero de peces sin agua.

Sin una comunidad donde uno escuche testimonios reales de personas reales, la fe se convierte en un recuerdo que pronto se disuelve en las brumas del olvido, o pasa a ser una rígida estructura de ideas, prontas a volverse ideología, simple teoría, arma defensiva y no evangelizadora, reto para la mente pero no luz para el camino.

Sin una comunidad donde uno vea el poder del Evangelio obrando, la esperanza se convierte en una obligación dolorosa, una hipótesis lejana, un “deber ser” que pronto se reduce a expresiones como: “¡Qué bonito sería…!” en las que sólo se siente la melancolía de nunca dar la medida.

Sin una comunidad donde el cariño se vuelve creíble en su naturalidad y limpieza de corazón, la caridad se convierte en simple filantropía, intento vano de justificar una burocracia agonizante o ya fosilizada, oportunidad de sostener una nómina de trabajadores desconectados de las motivaciones profundas del Evangelio.

Si me preguntaran qué es lo que más necesitamos, sabiendo que necesitamos tanto, mi respuesta sería: necesitamos comunidades vivas de oración, formación y evangelización, en plena y gozosa comunión con la Iglesia Católica, prontas a escuchar el mensaje de la conversión y la urgencia de la misión.

Llamado urgente a nuestros obispos y sacerdotes

Nuevos actos de profanación; esta vez, en Francia.

Recuerdo bien cuando empecé a predicar que venían tiempos de odio puro contra la fe. Me dijeron fanático.

Hermanos sacerdotes: no basta la sensatez; necesitamos la santa locura del amor que llegó hasta la Cruz.

¿Cuánto más estará Cristo abandonado de los que hemos dicho entregarle nuestras vidas? ¿Todavía no te duele, hermano sacerdote?

¿Es que vas a seguir diciendo que son “actos aislados” de “grupos extremistas” que padecen “trastornos patológicos o mentales”?

¿Todavía no has caído en cuenta de contra quién es esta lucha?

¿Cómo ha de ser entonces nuestra oración, nuestra vida, nuestra predicación, nuestra claridad en el mensaje para el rebaño que le costó su Sangre a Jesús?

¿Es que no ves, es que no vemos qué hora estamos viviendo?

Vivir la fe en las realidades de este mundo

Ama a tu patria: el patriotismo es una virtud cristiana. Pero si el patriotismo se convierte en un nacionalismo que lleva a mirar con desapego, con desprecio -sin caridad cristiana ni justicia- a otros pueblos, a otras naciones, es un pecado.

No es patriotismo justificar delitos… y desconocer los derechos de los demás pueblos.

Escribió también el Apóstol que “no hay distinción de gentil y judío, de circunciso y no circunciso, de bárbaro y escita, de esclavo y libre, sino que Cristo es todo y está en todos”. Estas palabras valen hoy como ayer: ante el Señor, no existen diferencias de nación, de raza, de clase, de estado… Cada uno de nosotros ha renacido en Cristo, para ser una nueva criatura, un hijo de Dios: ¡todos somos hermanos, y fraternalmente hemos de conducirnos!

Ya hace muchos años vi con claridad meridiana un criterio que será siempre válido: el ambiente de la sociedad, con su apartamiento de la fe y la moral cristianas, necesita una nueva forma de vivir y de propagar la verdad eterna del Evangelio: en la misma entraña de la sociedad, del mundo, los hijos de Dios han de brillar por sus virtudes como linternas en la oscuridad -«quasi lucernæ lucentes in caliginoso loco».

Más pensamientos de San Josemaría.

Especie en vía de extinción

Con buena razón la gente se preocupa cuando se extingue una especie animal en algún exótico lugar del mundo.

De modo análogo, es lógico que muchos sientan dolor o indignación cuando se sabe que un idioma que fue hablado y que sirvió de vehículo de ricas tradiciones y de experiencias irrecuperables ha desaparecido de la faz de la tierra.

Hoy quiero referirme a otra especie en vía de extinción. Sólo que no estoy seguro de que la voy a echar de menos. Me refiero a los católicos que se imaginaban que podían permanecer católicos con algunas oraciones de algunos días, y con algunas misas de domingo. Si conoces católicos de esos que creen que su vida de fe se va a poder sostener con tan poquito alimento, tómales una foto para el museo. Muy pronto dejarán de existir.

Los católicos que no estén alimentándose, este año y todos los años, con una oración viva, a partir de un encuentro personal y gozoso con el señorío real y sin fronteras de Jesucristo, esos católicos muy pronto se sentirán tan abrumados por la presión exterior, tan ridiculizados por sus amigos y tan atacados por los enemigos de la fe, que apostatarán en un proceso rápido y sin mucho escándalo. La señal de su apostasía es que ya se sentirán incapaces de transmitir la fe a la próxima generación. Muchos ya no se casarán y muchos entre ellos considerarán que no se debe “imponer” el bautismo a los hijos que tengan.

¿Por qué digo que no me duele mucho la extinción de esa especie? Porque esa supuesta fe se parece a una fachada elegante… que no tenía ni tiene mucho detrás de sí. Por eso no pido duelo por esa desaparición.

Pido en cambio vigor y entusiasmo con la predicación y el testimonio, con la oración y la misión que engendren los nuevos católicos: los que saben que su vida será combate pero no tienen miedo porque ven el ejemplo de los santos, y saben que les aguarda la corona merecida.

Claves cristianas de vida en sociedad

Esta es tu tarea de ciudadano cristiano: contribuir a que el amor y la libertad de Cristo presidan todas las manifestaciones de la vida moderna: la cultura y la economía, el trabajo y el descanso, la vida de familia y la convivencia social.

Un hijo de Dios no puede ser clasista, porque le interesan los problemas de todos los hombres… Y trata de ayudar a resolverlos con la justicia y la caridad de nuestro Redentor. Ya lo señaló el Apóstol, cuando nos escribía que para el Señor no hay acepción de personas, y que no he dudado en traducir de este modo: ¡no hay más que una raza, la raza de los hijos de Dios!

Más pensamientos de San Josemaría.

La era de los sacrilegios y las profanaciones

Compiten en barbarie y odio contra la fe Europa y los Estados Unidos. Incendios de iglesias y de imágenes religiosas en Europa, seguidos del levantamiento de una gigantesca estatua en honor a Satanás en Estados Unidos. Luego, sacrilegios eucarísticos “artísticos” o sin excusa estúpida, en España, seguidos de un sacrilegio contra una imagen de la Virgen María en Oklahoma, con ocasión de la Navidad. El promotor de esta última ofensa, Adam Daniels, quien ha recibido permiso de realizar su acto de escarnio en frente de la catedral católica de San José, en Oklahoma City, dice abiertamente que ha escogido degradar esa imagen de la Virgen porque “ella es un emblema de la Iglesia Católica.”

Este es el tipo de sociedad “desarrollada” a la que miramos los países “atrasados” o “en vías de desarrollo.” Este es también el mundo que tus hijos van a conocer. Y si tus hijos son cristianos, serán odiados. Demencialmente odiados.

Que yo me calle no arregla nada. Que los sacerdotes no despertemos la conciencia sobre este tema no arregla nada. Que los sacerdotes nos dediquemos sólo a dar palmadas en la espalda y a decirle a la gente que sea buena persona NO ES SUFICIENTE. Los repetidos y asquerosos actos de blasfemia que se han presentado varias veces en la catedral de Buenos Aires demuestran que esto se va a extender pronto a todas partes.

Y repito: el buenismo, y el decirle a la gente que Dios bendice sus planes NO ES SUFICIENTE.

Requerimos una muy sólida formación que nos ubique en por qué el mundo está en lo que está. Preparen a sus hijos para el combate. pero tendrán que ser muy inteligentes al combatir. Cualquier error facilitará las cosas a los enemigos de la fe.

Personalmente no creo que esta sea la batalla del fin de los tiempos. Pero es que la razón para luchar no es si se trata o no del fin de los tiempos sino sise trata o no de la gloria de Dios.

¡Viva Cristo Rey!

En el mundo sin ser del mundo

Tu vocación de cristiano te pide estar en Dios y, a la vez, ocuparte de las cosas de la tierra, empleándolas objetivamente tal como son: para devolverlas a El.

¡Parece mentira que se pueda ser tan feliz en este mundo donde muchos se empeñan en vivir tristes, porque corren tras su egoísmo, como si todo se acabara aquí abajo!

El mundo está frío, hace efecto de dormido. -Muchas veces, desde tu observatorio, lo contemplas con mirada incendiaria. ¡Que despierte, Señor! -Encauza tus impaciencias con la seguridad de que, si sabemos quemar bien nuestra vida, prenderemos fuego en todos los rincones…, y cambiará el panorama.

La fidelidad -el servicio a Dios y a las almas-, que te pido siempre, no es el entusiasmo fácil, sino el otro: el que se conquista al ver lo mucho que hay que hacer en todas partes.

Más pensamientos de San Josemaría.

Arde París

El título de la famosa obra de Collins & Lapierre, aunque esta vez sin el interrogante, es el resumen de una serie trágica de atentados que dejan un saldo de decenas de muertos. Escribo esto en medio de la consternación propia del 13 de noviembre de 2015.

El presidente Hollande ha ordenado cierre de fronteras y para todos los efectos el pueblo francés experimenta el dolor y angustia propios de una situación de guerra. Pero en la novela histórica de 1964 el enemigo era claro, visible y externo: los nazis. Ahora, en cambio, una sociedad pulverizada ha descubierto con un golpe de terror que no sabe bien ni quiénes son sus enemigos ni cuáles podrían ser sus amigos de fiar. Resulta que los “valores” no subsisten por sí mismos, ni por la sola inercia cultural, si no están anclados firmemente en algo más profundo y estructurado: un credo común. Duélale a quien le duela, y llámenme fanático religioso si les place, el hecho es que los enemigos, bien infiltrados y presentes en las entrañas mismas de Europa, se reconocen entre sí al grito de “¡Alá es grande!” Frente a ellos, la mayor parte de los actuales europeos no tienen nada que gritar porque la única consigna posible sería “¡Viva Cristo Rey!” y ese es un grito malsonante para el laicismo que campea por la Europa otrora cristiana. Continuar leyendo “Arde París”

Siete claves post-sinodales

Concluido el Sínodo de la Familia, y después de escuchar tan diversas voces, es preciso mirar con realismo y espíritu de fe en Cristo el tiempo que sigue. Como un aporte, propongo siete claves:

1. Hagamos que resuene la Palabra de Dios con toda su claridad y belleza. Ninguna palabra humana, ninguna escuela teológica, ningún obispo individualmente considerado, está por encima de la Palabra de Dios y la gran Tradición de la Iglesia, como fiel intérprete de esa Palabra. Libres de arrogancia pero con verdadero espíritu de servicio a los hermanos han de oírse, sin recorte ni disminución de tono, frases como estas: “Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada por su marido, comete adulterio” (Lucas 16,18). Una predicación sencilla, directa, fiel a la letra y el espíritu, hace mucho bien en toda circunstancia. Por supuesto, centrar toda la predicación sólo en los versículos de denuncia sería también error: lo correcto es presentar toda la ternura y a la vez toda la firmeza de Cristo; toda su misericordia y todo el vigor con que, por misericordia, predica sobre la realidad del pecado y la posibilidad espantosa de la muerte eterna. Continuar leyendo “Siete claves post-sinodales”

Prepararse para lo improbable

Hacer una lista de lo imprevisto puede ser bastante frustrante. Es darse cuenta de cuántas cosas ya han sucedido sin que las viéramos venir: toda una colección de sorpresas, a veces gratas, y a veces no tanto.

Todavía más difícil es hacer la lista de lo imprevisible. Apenas contamos con algunas instancias de fenómenos que tal vez se repetirán y amplificarán en el futuro. ¿Cómo distinguir la señal del ruido? ¿Qué acontecimientos son simplemente marginales, y cuáles son signo de tendencias que después cobrarán fuerza? Cristo nos manda que leamos los signos de los tiempos pero nuestra capacidad de lectura no suele estar al nivel requerido para tal empeño.

Y sin embargo, la tarea hay que hacerla, y aún nuestras equivocaciones pueden al final traer algo bueno. En esa línea quiero presentar una breve lista de realidades nuevas que creo que deberían atraer la atención de nuestros pastores, y en general de todos los que amamos la Iglesia.

1. Hay que prepararse mejor para las entrevistas y sesiones de preguntas. Quiero saber: ¿Quién entrena a los obispos, los teólogos, o al Papa en esto de las entrevistas? No soy un experto pero creo que hay bastante espacio para mejorar aquí. Es preciso comprender que, de modo ordinario, los intereses del periodista y los del entrevistado están cruzados: al primero le interesa la novedad, el conflicto, incluso el escándalo; se supone que al segundo le preocupa más confirmar en la fe, ampliar un punto de vista mientras se afianza la certeza de las enseñanzas recibidas. En asuntos doctrinales lo que debe esperarse del ministro ordenado es firmeza, claridad y luego también buena pedagogía. No veo yo mucho entrenamiento real en esas exigencias. Continuar leyendo “Prepararse para lo improbable”

¿Falta de pluralismo?

“Algunos afirman que en la Iglesia hay poco pluralismo, porque se quita de sus puestos a quienes manifiestan honrada y sinceramente su disconformidad con la doctrina oficial…”

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