Ama Dios a todos por igual?

Respetado Fray Nelson : sobre estos 2 conceptos ” Dios NO nos ama a todos por igual ” y por tanto ” tal santo es menos santo que tal otro santo… quisiéramos su autorizada opinión. M.R.M.

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¿A quién ama más Dios? No lo sabemos. Sabemos que su amor es infinito para cada uno, pero el infinito también tiene grados, como han demostrado los matemáticos ya desde el siglo XIX. Por eso debemos afirmar que sabemos que su amor es mayor por unos que por otros pero que no tenemos cómo hacer esa comparación. Un cierto consenso es que su amor se muestra mayor en las conversiones y en el don de la perseverancia final.

¿Quién es más santo que quién? Eso tampoco lo sabemos. Sabemos que hay unos más santos que otros, y hay consenso en que la Virgen María brilla en santidad por encima, no sólo de los hombres sino incluso de los ángeles. Hay cierta claridad sobre la inmensa santidad de San José y de los Apóstoles. Aparte de eso, no sabemos, y es temerario afirmar que conocemos quién es más santo que otro, porque eso supondría tener acceso a la caridad verdadera de cada uno, pues Santo Tomás de Aquino explica que la única diferencia relevante en cuanto a la santidad es el grado del amor, grado que obviamente sólo Dios conoce.

ESCUCHA Las preguntas dificiles de la adolescencia y la juventud

[Predicación para jóvenes de ambos sexos, en la Parroquia de María Reina, en Guayaquil, Ecuador.Septiembre de 2012.]

* En la transición del ambiente de la casa a la realidad de un mundo más amplio pero también más diverso, los jóvenes han de completar también un camino interior que va de la protección y la autoridad paternas a la capacidad de tomar el timón de la propia vida. Esto implica poder decirse “no” con serenidad y de una manera consecuente y constructiva.

* El NO a los excesos del licor, o a los experimentos con drogas, es relativamente claro en muchas mentes juveniles. Les resulta menos claro poner límites cuando se trata de las expresiones afectivas en sus incipientes relaciones de pareja.

*Tres consejos pueden ser útiles: (1) No dejes que te traten como luego no te gustaría ver que trataran a tu reemplazo; (2) No colecciones ni hombres ni mujeres: a ti no te gustaría que tu verdadera pareja hubiera pasado por muchos brazos. (3) Cultiva más la amistad, alegre y generosa, y no caigas en la idolatría del amor romántico o sensual.

En el sufrimiento aprendemos a amar mejor

“La experiencia de nuestra culpa y de ser objeto de misericordia de Dios, transforma nuestro corazón hasta hacerlo semejante al de Él… así al dejarnos moldear por sus manos cuan noble arcilla, el Señor nos concederá el don de amar con el mismo amor con que Él nos ama, de este modo nuestros amores serán ofrendas permanentes al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo porque esa es nuestra vocación queridos míos, nuestra vocación es el amor y Dios es amor…”

amar mejor

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Triduo en Honor de Dios Padre, 3 de 3, espiritu de hijos

* Cada amor engendra una forma de desear; y cada deseo, un modo de unión; y cada tipo de unión trae un fruto peculiar.

* El amor mundano trae deseos mundanos; uniones falsas porque son egoístas; frutos de discusión, rapacidad y agresividad, y finalmente: MUERTE.

* El amor de Dios, que es el Espíritu Santo, trae un deseo de crear bien, o sea, de servir. Y el deseo de servir trae unidad en la comunión de gracia y de conocimiento de cristo. Y la comunión en cristo trae como fruto redención y VIDA.

Amor divino y amor humano

Saludos Fray Nelson, Le escribo a usted por creo que es el mas indicado para esclarecer la siguiente duda acerca del Amor de Dios…En algunas enseñanzas anteriormente he escuchado predicadores que dividen o diferencian el Amor de Dios y el Amor humano. He estado leyendo y conociendo la vida de la Beata Teresa de Calcuta y por mas que leo puedo ver como el Amor de esta mujer puede ser tan cercano al Amor de Dios y que a pesar de la “oscuridad” de su vida, la cual habla en algunas de sus cartas continua amando a su prójimo, quisiera tener claro cual es esa diferencia de la que se habla entre el Amor de Dios y el amor que podemos dar como seres humanos… Saludos desde Cartagena-Colombia..y Muchas Gracias por su pagina Web, la cual a sido instrumento edificante en mi fe y en el conocimiento de la Palabra, desde la vigilia de pentecostés hace dos años en esta ciudad…Dios con nosotros. -Luis G.

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De una cosa podemos estar seguros: el ideal de la vida cristiana consiste en que todo nuestro ser, y en particular, nuestro entendimiento y nuestra voluntad, se unan perfectísimamente a Dios, de hecho, que se unan tan plenamente como sea posible, en unión gozosa, estable y creciente. Es lo que significa el verbo “permanecer” que Cristo enfatiza por ejemplo en el capítulo 15 de San Juan. Según esto, en un verdadero santo no hay nada en su amar “humano” que no haya sido tocado y transformado por el amar “divino.” A eso estamos llamados: a que cada fibra de nuestro ser sea “imagen y semejanza” de aquel a quien felizmente pertenecemos porque nos ha creado, redimido y santificado.

Ello indica que cuando se pueden separar el amor humano y el amor divino no es porque eso lo haya querido así Dios, sino porque nuestra lentitud en responder a su gracia nos pone en una condición imperfecta en la que hay objetos y maneras de amar nuestra que no son plenamente suyas. Eso que todavía no es suyo pero que en cambio sí es nuestro, lo podríamos llamar “simplemente humano,” o como quería el filósofo Nietzsche, eso es lo “humano, demasiado humano.”

Pero hay una paradoja: lo que es solamente humano y “demasiado humano” en realidad no nos humaniza. Por dar un ejemplo, pensemos en una señora que tiene gran devoción y piedad pero que a la vez tiene una notable carga de egoísmo, que se manifiesta sobre todo en la manera de tratar a sus empleados domésticos. Uno podría pensar que esas trazas de egoísmo y mezquindad son las que dejan ver que esa señora sigue siendo “muy humana” en su manera de juzgar y tratar a las personas. Pero, ¿es que es humano, o sigo mejor: humanizante, ese modo de discriminar? ¿Es eso un modelo de lo que significa el ser humano? La verdad es que lo “demasiado humano,” o sea, lo humano no entregado a Dios ni transformado por Dios, en realidad no es verdaderamente humano sino contrario a nuestro ser, y destructor de nuestro ser. Lo humano que no mira a Dios le da la espalda a Dios, y su nombre propio es: pecado.

En resumen: en el plan de Dios, todo lo nuestro será plenamente nuestro y plena expresión de lo que somos, cuando sea completamente suyo. No es que el sujeto humano que ama desaparezca sino que su amor, transformado interiormente por el amor de Dios, llega a ser máxima expresión del hombre cuando es máxima expresión de Dios.

Purificacion de los afectos

Si tu ojo derecho te escandalizare…, ¡arráncalo y tíralo lejos! -¡pobre corazón, que es el que te escandaliza! Apriétalo, estrújalo entre tus manos: no le des consuelos. -Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: “Corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!”

¿Cómo va ese corazón? -No te me inquietes: los santos -que eran seres bien conformados y normales, como tú y como yo -sentían también esas naturales inclinaciones. Y si no las hubieran sentido, su reacción “sobrenatural” de guardar su corazón -alma y cuerpo- para Dios, en vez de entregarlo a una criatura, poco mérito habría tenido. Por eso, visto el camino, creo que la flaqueza del corazón, no debe ser obstáculo para un alma decidida y “bien enamorada”.

Tú… que por un amorcillo de la tierra has pasado por tantas bajezas, ¿de veras te crees que amas a Cristo y no pasas, ¡por El!, esa humillación?

Me escribes: “Padre, tengo… dolor de muelas en el corazón”. -No lo tomo a chacota, porque entiendo que te hace falta un buen dentista que te haga unas extracciones. ¡Si te dejaras!…

“¡Ah, si hubiera roto al principio!”, me has dicho. -Ojalá no tengas que repetir esa exclamación tardía.

“Me hizo gracia que hable usted de la ‘cuenta’ que le pedirá Nuestro Señor. No, para ustedes no será Juez -en el sentido austero de la palabra- sino simplemente Jesús”. -Esta frase, escrita por un Obispo santo, que ha consolado más de un corazón atribulado, bien puede consolar el tuyo.

Te amilana el dolor porque lo recibes con cobardía. -Recíbelo, valiente, con espíritu cristiano: y lo estimarás como un tesoro.

¡Qué claro el camino!… ¡Qué patentes los obstáculos!… ¡Qué buenas armas para vencerlos!… -Y, sin embargo, ¡cuántas desviaciones y cuántos tropiezos! ¿Verdad? -Es el hilillo sutil -cadena: cadena de hierro forjado-, que tú y yo conocemos, y que no quieres romper, la causa que te aparta del camino y que te hace tropezar y aun caer. -¿A qué esperas para cortarlo… y avanzar?

El Amor… ¡bien vale un amor!

La verdad del amor humano

“Ante estas nuevas circunstancias sociales queremos proponer de nuevo a los católicos españoles y a todos los que deseen escucharnos, de manera particular a los padres y educadores, los principios fundamentales sobre la persona humana sexuada, sobre el amor esponsal propio del matrimonio y sobre los fundamentos antropológicos de la familia. Nos mueve también el deseo de contribuir al desarrollo de nuestra sociedad. De la autenticidad con que se viva la verdad del amor en la familia depende, en última instancia, el bien de las personas, quienes integran y construyen la sociedad…”

verdad del amor humano

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