Nos hemos vuelto cobardes por los pecados de la Iglesia, cobardes por falta de lógica pero Cristo cura nuestro miedo y nos da lo necesario para vencer tanta cobardía.
En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.
[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]
Pidamos a Dios la gracia de ser revestidos por el Espíritu Santo para que Cristo se encarne en nosotros, revivir su misterio y hacerlo realidad en cada uno y en toda la Iglesia.
En el primer misterio de la Antigua Alianza contemplamos la paciencia de Dios, que no detuvo su amor ante el pecado de los hombres.
En el segundo misterio de la Antigua Alianza contemplamos el camino de fe de Abraham.
En el tercer misterio de la Antigua Alianza contemplamos el éxodo de la tierra de Egipto.
En el cuarto misterio de la Antigua Alianza contemplamos el don de la Ley hecho a Moisés y a su pueblo junto al Monte Sinaí.
En el quinto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la gran promesa de Dios al rey David: que el cetro real no se apartaría de su descendencia.
En el sexto misterio de la Antigua Alianza contemplamos la valiente vocación de los profetas, por quienes el Espíritu Santo nos habló de muchas maneras.
En el séptimo misterio de la Antigua Alianza contemplamos a el pequeño resto de Israel, que permaneció fiel y fue semilla de la Nueva y Eterna Alianza.
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Los llamados a la santidad, a la obediencia y a la fidelidad son más importantes que las relaciones humanas que mal llevadas hacen que llegues a reducir el Evangelio.
En el primer misterio de la creación contemplamos la sabiduría y la hermosura con que Dios ha dispuesto todas las cosas, en su tiempo y en su lugar.
En el segundo misterio de la creación contemplamos el poder de la Palabra creadora de Dios, pues todo ha venido a ser porque él lo dijo y existió.
En el tercer misterio de la creación contemplamos que Dios hizo los cielos y los Santos Ejércitos celestiales.
En el cuarto misterio de la creación contemplamos que Dios hizo el universo visible, y suyo es cuanto hay en esta tierra.
En el quinto misterio de la creación contemplamos que Dios formó al hombre y a la mujer.
En el sexto misterio de la creación contemplamos la vocación del hombre para que se multiplique y domine la tierra en nombre de Dios y obediencia a él.
En el séptimo misterio de la creación contemplamos el paraíso, primera imagen de la felicidad que Dios quiso para sus hijos.
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Jesús te pide dar la limosna que viene de dentro de tu corazón: a entregarle tus intenciones, a dejar que Él decida por ti y a ofrendar generosamente tu tiempo.
MEMORIA DE SANTA TERESA DE JESÚS, VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA
Pidamos la intercesión de Santa Teresa porque en esta época indudablemente se necesita vivir como ella: de manera sencilla y en equilibrio, ser dócil al Espíritu y en santidad.
Dios quiere cumplir su plan en ti para ello como buen cristiano que eres debes además de cumplir los mandamientos debes ser dócil a lo que el Espíritu Santo te sugiere.
Ante las cosas que no podemos entender lo más sabio es no paralizarnos por el miedo y la desconfianza sino avanzar por el camino de la confianza y de la obediencia a Dios.