Caridad fina

Llegarás a ser santo si tienes caridad, si sabes hacer las cosas que agraden a los demás y que no sean ofensa a Dios, aunque a ti te cuesten.

San Pablo nos da una receta de caridad fina: »alter alterius onera portate et sic adimplebitis legem Christi» -llevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo. -¿Se cumple en tu vida?

Más pensamientos de San Josemaría.

Breve ordo para la semana
del 12 al 18 de Diciembre de 2021

Homilías breves para esta semana:


Lectura Espiritual para esta semana:


Liturgia de las Horas para esta semana:

12 de Diciembre de 2021: Domingo III de Adviento, ciclo C

Lunes 13: Memoria de Santa Lucía, virgen y mártir

Martes 14: Memoria de San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia

Miércoles 15:

Jueves 16:

Viernes: Adviento, Día 17 de Diciembre

Sábado: Adviento, Día 18 de Diciembre



¡Guadalupe!

Soy un convencido de que mi vida ha estado señalada y bendecida por la presencia de la Madre de Jesús. Nací el día de la Virgen de Fátima; hice mi Primera Comunión el día de la Virgen del Rosario; tuve mi primera experiencia viva del amor de Dios en una Fiesta de la Inmaculada Concepción; recibí la vocación al sacerdocio en la Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora; tomé el hábito dominicano e hice mi primera profesión religiosa el día de la Virgen de la Candelaria, frente a la preciosa imagen de la Virgen de Chiquinquirá; viví mi infancia y mi juventud en la Parroquia de la Anunciación, pero con mucha frecuencia mis padres nos llevaban a misa a la parroquia vecina: Nuestra Señora de Guadalupe. Es importante que se sepa que vivo agradecido con Jesús porque me ha amado tanto, que me ha permitido compartir algo del misterio de hermosura que es su misma y Santísima Madre.

Relación entre religión y santidad

Que la palabra santidad, según parece, se toma por dos cosas. Una, pureza, y según esto, significa lo que la palabra griega agios, que es como decir sin tierra. Otra, firmeza. De ahí el que los antiguos llamasen santo a lo firmemente establecido por las leyes, de suerte que se lo debiera considerar inviolable; y el que se llame sancionado (o santo) a lo prescrito de manera inmutable por la Ley. Ésta palabra santo, según los latinos, puede referirse asimismo a la pureza, si se toma sanctus (santo) como derivado de sanguine tinctus (tinto o teñido en sangre), porque antiguamente quienes querían purificarse se mojaban con la sangre de la víctima, como dice San Isidoro en sus Etymol.

Uno y otro sentido convienen en atribuir santidad a lo que está destinado al culto divino, de tal modo que no sólo los hombres, sino también los templos, cálices y otras cosas parecidas se dice que están santificados por el mismo hecho de destinarlos al culto divino. La pureza, pues, es necesaria para que nuestra mente se una a Dios. Porque la mente humana se mancha al alearse con las cosas inferiores, como se ensucia cualquier materia al mezclarse con otra más vil; por ejemplo, la plata con el plomo. Es preciso, según esto, que nuestra mente se separe de las cosas inferiores para que pueda unirse al ser supremo. De ahí el que sin pureza no haya unión posible de nuestra mente con Dios. Por eso se nos dice en la carta a los Heb 12,14: Procurad tener paz con todos y santidad de vida, sin la cual nadie podrá ver a Dios. También se exige firmeza para la unión de nuestra mente con Dios. Se une a El, en efecto, como a su último fin y a su primer principio, extremos que necesariamente están dotados de la máxima inmovilidad. Por eso dice el Apóstol en Rom 8,38-39: Estoy persuadido de que ni la muerte ni la vida me separarán del amor de Dios. Así, pues, se llama santidad a la aplicación que el hombre hace de su mente y de sus actos a Dios. No difiere, por tanto, de la religión en lo esencial, sino tan sólo con distinción de razón. Se le da, en efecto, el nombre de religión por servir a Dios como debe en lo que se refiere especialmente al culto divino, como en los sacrificios, oblaciones o cosas similares; y el de santidad, porque el hombre refiere a Dios, además de eso, las obras de las demás virtudes, o en cuanto que, mediante obras buenas, se dispone para el culto divino. (S. Th., II-II, q.81, a.8 resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]