Escritura, Tradicion y Magisterio

10. La Sagrada Tradición, pues, y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia; fiel a este depósito todo el pueblo santo, unido con sus pastores en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, persevera constantemente en la fracción del pan y en la oración (cf. Act., 8,42), de suerte que prelados y fieles colaboran estrechamente en la conservación, en el ejercicio y en la profesión de la fe recibida.

Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer.

Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas.

[Constitución Dei Verbum, n. 9, del Concilio Vaticano II]

No todos los que usan el titulo de catolicos lo son

falsos catolicos
“Una organización que se declara católica, sin serlo, y que tiene mucho apoyo económico de la ONU y de otros organismos, está desarrollando una campaña en algunos Estados, incluso con anuncios espectaculares, que cuestan mucho dinero, para animar a las mujeres a abortar sin temor a incurrir en la pena de excomunión, decretada por la Iglesia Católica en su Código de Derecho Canónico…” Click!

II-B. El camino del arrepentimiento

70. Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar. (Is 48,18)

71. Arrepentíos, bautizaos cada uno invocando el nombre de Jesucristo, para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Pues la promesa vale para vosotros y vuestros hijos y los lejanos a quienes llama el Señor nuestro Dios. (Hch 2,38-39)

72. Tengo algo contra ti: que has abandonado tu amor del principio. Fíjate de dónde has caído, arrepiéntete y haz las obras del principio. (Ap 2,4-5)

73. Sé fervoroso y arrepiéntete. Mira que estoy a la puerta llamando. Si uno escucha mi llamada y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. (Ap 3,20)

74. Sobre la dinastía davídica y los vecinos de Jerusalén derramaré un espíritu de compunción y de pedir perdón. Al mirarme traspasados por ellos mismos harán duelo como por un hijo único, llorarán como se llora a un primogénito. (Zc.12,10)

75. No hemos puesto por obra lo que nos habías mandado para nuestro bien. Por eso, todo lo que nos has enviado y nos has hecho lo has hecho con justicia. (Dn 3,30-31)

76. El que se acusa de su falta evita el castigo. (Sir 20,3)

77. Si no creéis que Yo soy, moriréis por vuestros pecados. (Jn 8,24)

78. Yo soy el camino, la verdad y la vida. (Jn 14,6)

79. No te excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo. (Is 64,8)

Curso de Lectio Divina

lectio divina
Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura hay una privilegiada al que todos estamos invitados: la Lectio divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio de Jesús-Señor del universo. (Aparecida, 249) Click!