Soledad y soledades

Hay una soledad buena y necesaria: la que nos lleva a buscar el encuentro sincero, de corazón a corazón, con el Señor. Esta soledad se ve amenazada por el ruido y los múltiples ídolos de nuestro tiempo. Por contraste, en cambio, hay una soledad mala, la propia del egoísmo y de la mirada que sólo sabe desconfiar del prójimo, engendrando dureza en el alma y paranoia y depresión en la mente. Distinguir entre estas soledades, y cómo preservar la primera y no caer en la segunda, es vital. Predicación en la Asociación “María Santificadora.”

Libros y Literatura (01)

Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora. – Proverbio hindú

Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer. – Alfonso V el Magnánimo

Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca. – Jorge Luis Borges

Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él. – Nicolás de Avellaneda

No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. – Oscar Wilde

Que queremos decir con que la Biblia es Inspirada?

CAPÍTULO III: INSPIRACIÓN DIVINA DE LA SAGRADA ESCRITURA Y SU INTERPRETACIÓN

Se establece el hecho de la inspiración y de la verdad de la Sagrada Escritura

11. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. la santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la redacción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería.

Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación. Así, pues, “toda la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y equipado para toda obra buena” (2 Tim., 3,16-17).