Soledad y soledades

Hay una soledad buena y necesaria: la que nos lleva a buscar el encuentro sincero, de corazón a corazón, con el Señor. Esta soledad se ve amenazada por el ruido y los múltiples ídolos de nuestro tiempo. Por contraste, en cambio, hay una soledad mala, la propia del egoísmo y de la mirada que sólo sabe desconfiar del prójimo, engendrando dureza en el alma y paranoia y depresión en la mente. Distinguir entre estas soledades, y cómo preservar la primera y no caer en la segunda, es vital. Predicación en la Asociación “María Santificadora.”

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