En momentos de agotamiento, de hastío, acude confiadamente al Señor, diciéndole, como aquel amigo nuestro: “Jesús: Tú verás lo que haces…: antes de comenzar la lucha, ya estoy cansado”. -El te dará su fuerza.
Si no hay dificultades, las tareas no tienen gracia humana…, ni sobrenatural. -Si, al clavar un clavo en la pared, no encuentras oposición, ¿qué podrás colgar ahí?
Parece mentira que un hombre como tú -que te sabes nada, dices- se atreva a poner obstáculos a la gracia de Dios. Eso es lo que haces con tu falsa humildad, con tu “objetividad”, con tu pesimismo.