Cualquier trabajo, aun el más escondido, aun el más insignificante, ofrecido al Señor, ¡lleva la fuerza de la vida de Dios!
¡Dios te espera! -Por eso, ahí donde estás, tienes que comprometerte a imitarle, a unirte a El, con alegría, con amor, con ilusión, aunque se presente la circunstancia -o una situación permanente- de ir a contrapelo. ¡Dios te espera…, y te necesita fiel!