La mayor parte de las desobediencias proviene de no saber “escuchar” el mandato, que en el fondo es falta de humildad o de interés en servir.
¿Quieres obedecer cabalmente?… Pues escucha bien, para comprender el alcance y el espíritu de lo que te indican; y, si algo no entiendes, pregunta.
¡A ver cuándo te convences de que has de obedecer!… Y desobedeces si, en lugar de cumplir el plan de vida, pierdes el tiempo. Todos tus minutos han de estar llenos: trabajo, estudio, evangelización, vida interior.