No tengas miedo a la muerte. -Acéptala, desde ahora, generosamente…, cuando Dios quiera…, como Dios quiera…, donde Dios quiera. -No lo dudes: vendrá en el tiempo, en el lugar y del modo que más convenga…, enviada por tu Padre-Dios. -¡Bienvenida sea nuestra hermana la muerte!
¿Ves cómo se deshace materialmente, en humores que apestan, el cadáver de la persona querida? -Pues, ¡eso es un cuerpo hermoso! -Contémplalo y saca consecuencias.
Me hablas de morir “heroicamente”. -¿No crees que es más “heroico” morir inadvertido en una buena cama, como un burgués…, pero de mal de Amor?
Tú -si eres apóstol- no has de morir. -Cambiarás de casa, y nada más.