En la vida interior, como en el amor humano, es preciso ser perseverante. Sí, has de meditar muchas veces los mismos argumentos, insistiendo hasta descubrir un nuevo Mediterráneo. -¿Y cómo no habré visto antes esto así de claro?, te preguntarás sorprendido. -Sencillamente, porque a veces somos como las piedras, que dejan resbalar el agua, sin absorber ni una gota. -Por eso, es necesario volver a discurrir sobre lo mismo, ¡que no es lo mismo!, para empaparnos de las bendiciones de Dios.