Padre, ¿es correcto decir que si se puede aprender algo (religiosamente) de las otras religiones habría que decir que hay verdades que están en otras religiones pero no en la nuestra? — A.M.
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Me parece entender que tu postura es que todo lo que es verdadero es católico, y por eso un católico no aprende de nadie ni necesita de nadie sino de la Iglesia Católica.
Hay varios problemas con esa postura tuya. Cristo puso como ejemplo de fe a un romano que había creído en él (ver Lucas 7,1-10). Uno podría decir: Cristo no estaba elogiando nada del paganismo sino la fe auténtica de ese hombre. Eso es cierto pero el don de la fe fue mejor recibido por ese pagano (o ex-pagano) que por los mismos judíos.
Vamos entonces con la parábola del buen samaritano. Los samaritanos eran herejes que negaban que Dios hubiera hablado a través de los profetas posteriores a Moisés. Sólo admitían el Pentateuco, llamado por todos, en aquella época, la TORÁ. Cristo pone de ejemplo al samaritano que tuvo una obra de bondad. La parábola no da entender ningún cambio en la fe de ese hombre, ni tampoco habla de ningún salir de sus errores doctrinales. Cristo no dice que es un santo pero lo pone de ejemplo para todos.
San Pablo, en Filipenses 4,8, dice: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.” Hagámonos esta pregunta: ¿con esta exhortación quiere Pablo que los Filipenses se fijen sólo en los demás creyentes o quiere que aprendan lo que pueda haber de bueno en otros seres humanos, aunque no sean creyentes?
Y por citar un último ejemplo, ya no de la Escritura sino de los santos. Un hombre como Santo Tomás de Aquino, ¿diremos que no aprendió NADA del judío Maimónides, de los musulmanes Avicena y Averroes, o del pagano Aristóteles?
La postura justa parece ser: apreciar que nosotros hemos recibido una PLENITUD, que está en Cristo y solo en Cristo (vuelve a escuchar https://youtu.be/7Wowh9Iffeg?t=650 , por favor). Y que además apreciamos en su propia medida la obra que el único Dios ha hecho en otros pueblos, con el deseo, claro está, de atraerlos hacia el único Señor.