Reza seguro con el Salmista: “¡Señor, Tú eres mi refugio y mi fortaleza, confío en Ti!” Te garantizo que El te preservará de las insidias del “demonio meridiano” -en las tentaciones y… ¡en las caídas!-, cuando la edad y las virtudes tendrían que ser maduras, cuando deberías saber de memoria que sólo El es la Fortaleza.
¿Tú piensas que en la vida se agradece un servicio prestado de mala gana? Evidentemente, no. Y hasta se llega a concluir: sería mejor que no lo hiciera. -¿Y tú consideras que puedes servir a Dios con mala cara? ¡No! -Has de servirle con alegría, a pesar de tus miserias, que ya las quitaremos con la ayuda divina.