Hay que amar a Dios, porque el corazón está hecho para amar. Por eso, si no lo ponemos en Dios, en la Virgen, Madre nuestra, en las almas…, con un afecto limpio, el corazón se venga…, y se convierte en una gusanera.
Di al Señor, con todas las veras de tu alma: a pesar de todas mis miserias, estoy ¡loco de Amor!, estoy ¡borracho de Amor!