La humildad nace como fruto de conocer a Dios y de conocerse a sí mismo.
Señor, te pido un regalo: Amor…, un Amor que me deje limpio. -Y otro regalo aún: conocimiento propio, para llenarme de humildad.
Son santos los que luchan hasta el final de su vida: los que siempre se saben levantar después de cada tropiezo, de cada caída, para proseguir valientemente el camino con humildad, con amor, con esperanza.