Egan Bernal, un joven ciclista colombiano, ha conquistado la versión 2019 del Tour de Francia, el evento ciclístico más importante del mundo.
Con 22 años de edad, este impresionante deportista ha concedido a mi país la primera ocasión para escuchar resonar el himno de la República de Colombia en los Campos Elíseos. Sin embargo, su figura humilde y su trato llano son los mismos que han tenido otras grandes figuras de nuestro ciclismo, entre las cuales destaca Nairo Quintana, quien participó también en esta edición del Tour, y alcanzó clasificación entre los diez primeros.
Mi país ha resonado a nivel mundial por temas vergonzosos, especialmente por el narcotráfico. Hacen un bien inmenso hombres como Nairo o como Egan, y también otros grandes atletas, cantantes y científicos, hombres y mujeres, que sin embargo son omitidos con demasiada frecuencia por la prensa internacional.
La disciplina propia del deporte, el respeto a las reglas de cada competencia, la constancia en la preparación y luego el gozo de celebrar el triunfo son lecciones que no están distantes de lo que es la vida cristiana.
Así por ejemplo San Pablo escribe en 1 Corintios 9: “¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis!Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible.”
Vaya desde aquí a tantos grandes deportistas que con su ejemplo saben inspirar a generaciones enteras de niños y jóvenes. Dios, el Señor, les bendiga, y que todos sepamos vivir nuestra fe con gozo y constancia… hasta la meta!