¡Vive la vida cristiana con naturalidad! Insisto: da a conocer a Cristo en tu conducta, como reproduce la imagen un espejo normal, que no deforma, que no hace caricatura. -Si eres normal, como ese espejo, reflejarás la vida de Cristo, y la mostrarás a los demás.
Si eres fatuo, si te preocupas sólo de tu personal comodidad, si centras la existencia de los demás y aun la del mundo en ti mismo, no tienes derecho a llamarte cristiano, ni a considerarte discípulo de Cristo: porque El marcó el límite de la exigencia en ofrecer por cada uno «et animam suam», el alma misma, la vida entera.