Hay dos puntos capitales en la vida de los pueblos: las leyes sobre el matrimonio y las leyes sobre la enseñanza; y ahí, los hijos de Dios tienen que estar firmes, luchar bien y con nobleza, por amor a todas las criaturas.
Es nuestra guerra divina una maravillosa siembra de paz.
El que deja de luchar causa un mal a la Iglesia, a su empresa sobrenatural, a sus hermanos, a todas las almas.
-Examínate: ¿no puedes poner más vibración de amor a Dios, en tu pelea espiritual? -Yo rezo por ti… y por todos. Haz tú lo mismo.
Hay un enemigo de la vida interior, pequeño, tonto; pero muy eficaz, por desgracia: el poco empeño en el examen de conciencia.