Experiencia cotidiana de la cruz

Sé mortificado, pero no ramplón ni amargado. -Sé recogido, pero no encogido.

Cuidar las cosas pequeñas supone una mortificación constante, camino para hacer más agradable la vida a los demás.

Prefiero las virtudes a las austeridades, dice con otras palabras Yavé al pueblo escogido, que se engaña con ciertas formalidades externas. -Por eso, hemos de cultivar la penitencia y la mortificación, como muestras verdaderas de amor a Dios y al prójimo.

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