Procura que tu buena intención vaya siempre acompañada de la humildad. Porque, con frecuencia, a las buenas intenciones se unen la dureza en el juicio, una casi incapacidad de ceder, y un cierto orgullo personal, nacional o de grupo.
Si has caído, levántate con más esperanza… Sólo el amor propio no entiende que el error, cuando se rectifica, ayuda a conocerse y a humillarse.
“No servimos para nada”. -Afirmación pesimista y falsa. -Si se quiere, con la gracia de Dios -requisito previo y fundamental-, se puede llegar a servir, como buen instrumento, en muchas empresas.