Para un hijo de Dios, las contradicciones y calumnias son, como para un soldado, heridas recibidas en el campo de batalla.
Te traen y te llevan… La fama, ¿qué importa? En todo caso, no sientas vergüenza ni pena por ti, sino por ellos: por los que te maltratan.
A veces no quieren entender: están como cegados… Pero, otras, eres tú el que no ha logrado hacerse comprender: ¡corrígete!