Me comentabas que hay escenas de la vida de Jesús que te emocionan más: cuando se pone en contacto con hombres en dura circunstancia…, cuando lleva la paz y la salud a los que tienen destrozados su alma y su cuerpo por el dolor… Te entusiasmas -insistías- al verle curar la lepra, devolver la vista, sanar al paralítico de la piscina: al pobre del que nadie se acuerda. ¡Le contemplas entonces tan profundamente humano, tan a tu alcance! -Pues…, Jesús sigue siendo el de entonces.