No me digas que cuidas tu vida interior, si no haces un apostolado intenso, sin pausa: el Señor -a Quien tú me aseguras que tratas- quiere que todos los hombres se salven.
Ese camino es muy difícil, te ha dicho. Y, al oírlo, has asentido ufano, recordando aquello de que la Cruz es la señal cierta del camino verdadero… Pero tu amigo se ha fijado sólo en la parte áspera del sendero, sin tener en cuenta la promesa de Jesús: “mi yugo es suave”. Recuérdaselo, porque -quizá cuando lo sepa- se entregará.
¿Que no tiene tiempo?… Mejor. Precisamente a Cristo le interesan los que no tienen tiempo.