Querido padre Nelson: Me tomo el atrevimiento de hacer esta nota porque lamentablemente llegan a nuestros correos esas famosas cadenas, que a veces empiezan muy lindas pero al final tiene la advertencia que si no se le envia a X cantidad de personas le va a pasar un monton de desgracias… — Ma. Mercedes.
EL PELIGRO DE LAS CADENAS.
Queridos(as) hermanos en Jesucristo:
Hace años algunas personas dejaban en las bancas de las Iglesias, debajo de las puertas de las casas, oraciones que “debían” ser difundidas entre un número determinado de personas como “condición” para que se cumplieran los deseos y bajo la amenaza de males terribles para quienes rompieran las cadenas.
A veces llegaban por correo o eran entregadas, personalmente, por incautos temerosos. Así se difundieron supuestas devociones desde oraciones tradicionales, oraciones transformadas y hasta recetas de cocina (recuerden el lamentable caso del “pan del Padre Pío”, por ejemplo).
Hoy es Internet, y específicamente los correos electrónicos, el medio más utilizado por quienes comienzan y continúan estas cadenas de las que debemos cuidarnos pues deforman la devoción y pueden convertirse en elementos de superstición.
Sabemos que la Oración es el diálogo confiado en el Señor. Él mismo, a través de la historia, ha enseñado diversas Oraciones y Devociones que se han transmitido y difundido tras la aprobación eclesiástica de las mismas. Las Oraciones de Santa Brígida (hay algunas que no están aprobadas, dicho sea de paso), las Oraciones al Sagrado Corazón (entregadas por Nuestro Señor a Santa Margarita María de Alacoque) y
de la Divina Misericordia (reveladas a Santa Faustina Kowalska), las Oraciones a la Sangre de Cristo (dictadas por Jesús a la Hermana en proceso de canonización Martha Chambon), son algunos ejemplos pero jamás incluyen penalizaciones ni mucho menos la idea de “automática respuesta” que estas cadenas si incuyen.
Cuando hacemos caso de las cadenas estamos perdiendo el caracter real de la oración y comenzamos a acercarnos a Dios como al “genio de la lámpara”: si frotas tres veces sale el genio y te concede tre deseos… Lamentablemente es una falta de respeto a Nuestro Señor que desea, ante todo, establecer una relación filial verdaderamente íntima y personal.
Seamos devotos pero pidamos al Espíritu Santo el don de la Piedad, del amor, del discernimiento, etc.
Recordemos que Dios no está obligado a “cumplir nuestros deseos” y que su Paternidad lo lleva a amarnos sin medida, al punto de iluminar nuestra existencia allí, en medio del sufrimiento, para que, consciente, voluntaria y libremente, nos asemejemos a Él en todo.
Él nos escucha, Él nos guía, nos proteje y atiende a nuestras súplicas excediendo nuestro alcance limitado y dándonos mucho más de lo que imaginamos.
Eduquemos a los demás, también, en este aspecto, y no difundamos, creamos o promovamos estas cadenas pues empañan la fuerza de la Oración convirtiéndola en simple elemento supersticioso y utilitarista.Tenemos a la gran intercesora, nuestra Madre la Virgen María, ella como nuestra Madre, también conoce nuestras necesidades y se las presenta a su Hijo Amado, Así como en las bodas de Caná, le diga: “Hijo se les acabó el vino”. Él sabe el momento justo en el que nos puede conceder lo que le estamos pidiendo.
Estas cadenas nos alejan del Dios verdadero fuente de la vida, y de la misericordia, a quien no necesitamos chantajear ya que El conoce nuestras necesidades y nos concede siempre lo que es bueno para cada uno, al final diremos “fue lo mejor”, la voluntad del Señor siempre resulta ser lo mejor para nosotros.