¡Eres tan joven! -Me pareces un barco que emprende la marcha. -Esa ligera desviación de ahora, si no la corriges, hará que al final no llegues a puerto.
Haz pocos propósitos. -Haz propósitos concretos. -Y cúmplelos con la ayuda de Dios.
¡Mañana!: alguna vez es prudencia; muchas veces es el adverbio de los vencidos.
Haz este propósito determinado y firme: acordarte, cuando te den honras y alabanzas, de aquello que te avergüenza y sonroja. Esto es tuyo; la alabanza y la gloria, de Dios.
Pórtate bien “ahora”, sin acordarte de “ayer”, que ya pasó, y sin preocuparte de “mañana”, que no sabes si llegará para ti.