Teologia de la Mision, 03

Fundamentación Teológica de la Misión. Curso a los Estudiantes de Síntesis Teológica del Studium Generale de los Dominicos de Colombia. Tema 3: La fe se recibe y se da en comunidad.

– El capítulo 5 del Documento final de Aparecida destaca la dimensión eclesial de la fe: somos discípulos y misioneros en comunidad.

– El punto de partida es que Cristo mismo, siendo paradigma de santidad y misionero por excelencia, escogió Doce para que “estuvieran con él” (Marcos 3,14). El ámbito de la intimidad con Cristo es el ámbito mismo de la comunión con los hermanos. A la vez, el punto de partida de la misión es la comunidad. Misión y contemplación tienen su validación en la comunidad.

Aparecida subraya que la comunidad eclesial se funda y a la vez manifiesta la comunión trinitaria. Es una expresión riesgosa. Las experiencias de “comunidad de personas” que uno tiene suponen que el individuo antecede a la comunidad, grupo o asociación. No es el caso en la Trinidad, donde un punto de partida así implicaría tri-teísmo.

– Sin embargo, Dios, uno y trino, es fuente de comunión, en la medida en que el Padre, al enviar al Hijo y al Espíritu, en cierto sentido nos ha extendido sus “brazos,” de modo que la comunión eclesial es abrazo con el Padre, después de acoger a Cristo y al Espíritu Santo. Estos brazos no se extienden en el espacio físico sino en el espacio existencial: Cristo es Dios-con-nosotros; el Espíritu es Dios-en-nosotros.

– La Iglesia es más iglesia allí donde esa comunión divina es más perfecta, y por ello su referencia más alta y acabada son los santos. El que quiera ver a la Iglesia con plena claridad mire a los santos.

– La Iglesia no es exterior a la Palabra, pues ésta no nos llega sino a través de la mediación de la comunidad. Las palabra, en general, sólo existen en la comunidad que las habla. La Iglesia es esa comunidad, en lo que toca a la Palabra viva de Dios, y por eso se equivoca el protestantismo al creer que puede quedarse con la Biblia y la conciencia.

– A su vez, la Iglesia vive del Evangelio y para el Evangelio, extendiendo a lo ancho de las culturas, y a lo largo de los siglos, la comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.