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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Lunes, Febrero 14 de 2000[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
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1a. |
Al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia, y seréis perfectos e íntegros (Santiago 1,1-11) |
Salmo |
Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor. (Salmo 118) |
Evangelio |
¿Por qué esta generación reclama un signo? (Marcos 8,11-13) |
Núm. |
Datos |
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1998/02/16 |
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2014/02/17 |
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2018/02/12 |
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2020/02/17 |
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2022/02/14 |
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2024/02/12 |
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Homilía para leer: |
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1. Introducción a la Carta de Santiago1.1 Tomado de la versión de la Biblia Dios Habla Hoy. 1.2 La Carta de Santiago puede considerarse como una colección de enseñanzas sobre diversos aspectos prácticos de la vida cristiana. 1.3 Es el escrito del Nuevo Testamento que muestra mayor semejanza con las enseñanzas de los sabios del Antiguo Testamento, la así llamada literatura sapiencial. El tema de la sabiduría aparece en varios lugares de la carta. Esta sabiduría, como se entiende en la Biblia, no se refiere tanto a los conocimientos científicos sobre el mundo, ni es principalmente una teoría sobre Dios o sobre el hombre, sino que es saber ordenar toda la vida humana según la voluntad de Dios, saber vivir rectamente. 1.4 La carta hace referencia a Jesucristo, pero no desarrolla otros temas característicos de la predicación cristiana primitiva, como el de su muerte y resurrección. Esta peculiaridad se explica sobre todo por el carácter sapiencial, mencionado anteriormente. 1.5 Se insiste, en cambio, en la necesidad de poner en práctica el mensaje recibido, en mostrar la fe con los hechos, en soportar las pruebas, y en dominar la lengua. 2. Se busca una señal2.1 El evangelio de hoy nos presenta una breve escena: piden una señal del cielo a Jesús. La cosa no debía sonar descabellada a los proponentes, porque grandes hombres de Dios habían hecho señales en el cielo: Josué detuvo el sol, dice el libro que lleva su nombre (Jos 10,13). Elías, el gran profeta, "cerró los cielos" (cf. 1 Re 17,1). Además, Is 7,11 trae la invitación que Isaías hace al rey Ajab: "Pide para ti una señal del Señor tu Dios que sea tan profunda como el Seol o tan alta como el cielo". El Apocalipsis menciona numerosas señales celestiales, como la mujer vestida de sol (Ap 12,1), el dragón que la persigue (Ap 12,3), o los ángeles de las plagas (Ap 15,1). Es decir: tenía lógica pedir una señal celestial. Pero Jesús rechaza esta petición. ¿Por qué? 2.2 Hay un suspiro entre la solicitud de los fariseos y la negativa de Jesús. Un suspiro profundo, expresión quizá de ese descontento que el alma siente cuando encuentra lo que buscaba pero no como lo buscaba. Imaginemos al caminante que, exhausto, cree llegar a un oasis y de pronto se da cuenta que sí hay agua, pero está podrida y ya apesta. Entonces debe reanudar su tarea, empezar desde cero nuevamente, emprender otra vez el camino. Y suspira con una mezcla de rabia, tristeza y a la vez conciencia de que debe seguir. 2.3 Jesús dio numerosas señales. No le molestaba dar señales, como podemos colegir de episodios como el de Isaías en que Dios se ofrece a dar una señal. El mismo Jesús es la gran señal del amor y del perdón. El problema no está en el universo de los signos y señales. El problema está en el corazón con que se le hace una petición que ya no es petición sino exigencia. 2.4 Jesús está sediento de nuestra fe, y nuestra fe nace de las señales. Quiere que el que tenga oídos oiga (Mt 11,15), y que todos reciban el mensaje. Por eso en la sed de señales de estos hombres hay algo que Jesús quiere pero no como Él lo quiere. No tienen el deseo de acoger la Palabra ni de creer en el mensajero, sino de medirlo, tasarlo, saber a qué atenerse para diseñar una estrategia. Están inconmovibles en sus certezas y piden, no un puente de comunicación, sino un dato para su fortín doctrinal. Han sentenciado a Jesús y buscan pruebas para lo que ya piensan de él. No buscan una señal para creer sino una confirmación para no creer. 2.5 Y Jesús suspira. Le han herido. Han ofrecido oídos para no oír y muestran bien sus ojos, que no están dispuestos a ver. ¡Oh dolor del corazón de nuestro Redentor! ¡Cuánto nos has amado y cuánto padeciste, ya antes de padecer! |
-Fr. Nelson Medina, OP
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