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Este incomparable maestro recibió después de su muerte el nombre de Crisóstomo o Boca de Oro, en recuerdo de sus maravillosos dones de oratoria. Pero su piedad y su indomable valor son títulos todavía más gloriosos, que hacen de él uno de los grandes pastores de la Iglesia.
San Juan nació en Antioquía de Siria, alrededor del año 347. En el 386, el Obispo Flaviano le confirió el sacerdocio y lo nombró predicador suyo.
El Santo consideraba como su primera obligación el cuidado y la instrucción de los pobres. Jamás dejó de hablar de ellos en sus sermones y de incitar al pueblo a la limosna.
San Juan fue consagrado Arzobispo de Constantinopla en el año 398, emprendiendo la reforma del clero. La elocuencia y el celo del Santo movieron a penitencia a muchos pecadores y convirtieron a numerosos idólatras y herejes.
Otra de las actividades a las que el Arzobispo consagró sus energías, fue la fundación de comunidades de mujeres piadosas, siendo la más ilustre la noble Santa Olimpia.
El santo Obispo se distinguió también por su extraordinario espíritu de oración, virtud ésta que predicó incansablemente, exhortando además a los fieles a la comunión frecuente.
Fue desterrado dos veces por conspiración de la reina Eudoxia y del Obispo de Alejandría, Téofilo. En el último destierro, ante las penosas condiciones del viaje y la crueldad de los soldados imperiales, San Crisóstomo falleció el 14 de septiembre del año 407.
En 1909, San Pio X declaró al Santo "Patrono de los Predicadores".
Santa Cruz, Bolivia - Te deseo que tu día de cumpleaños me tengas tan presente como te he tenido en mi corazón y mis oraciones, cada segundo, cada instante... Feliz Cumpleaños. Teresa
Haines City-Florida, USA (1985) - Que en este día hermosa hija, mi Señor Todopoderoso te colme de muchas bendiciones y nuestra madre María te acompañe siempre en todo lugar a ti y tus hijos. Desde aqui yo te mando muchos besos, bendiciones y oraciones para que siempre las gracias de Dios esten contigo, sigue así pues eres una buena madre, una buena hija, te queremos mucho tus padres Zeine y Ricardo.
Monterrey N.L, Mexico - Hija, que la bendicion de nuestro Padre Celestial decienda sobre ti y que el Espíritu Santo te ilumine siempre y que el Señor te regale muchos años más de vida. Tu papá (toto)que te amara siempre.
Bogotá, Colombia (2008) - Dios te tenga en su Gloria, gracias por la entrega de tu vida, por lo que enseñaste en cada homilía y predicación. Gracias por cada dulce regalado con tanta generosidad.
Bogotá, Colombia (1982) - Papito aunque hace muchos años que partiste de este mundo tu recuerdo sigue muy vivo entre nosotras, mis oraciones siempre te acompañaran.
Hermanos: Al recomendaros esto, no puedo aprobar que vuestras reuniones causen más daño que provecho.
En primer lugar, he oído que cuando se reúne vuestra Iglesia os dividís en bandos; y en parte lo creo, porque hasta partidos tiene que haber entre vosotros, para que se vea quiénes resisten a la prueba.
Así, cuando os reunís en comunidad, os resulta imposible comer la cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comerse su propia cena y, mientras uno pasa hambre, el otro está borracho. ¿No tenéis casas donde comer y beber? ¿O tenéis en tan poco a la Iglesia de Dios que humilláis a los pobres? ¿Qué queréis que os diga? ¿Que os apruebe? En esto no os apruebo.
Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía."
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía."
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. Así que, hermanos míos, cuando os reunís para comer, esperaos unos a otros.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, / y, en cambio, me abriste el oído; / no pides sacrificio expiatorio, / entonces yo digo: "Aquí estoy." R.
"-Como está escrito en mi libro- / para hacer tu voluntad." / Dios mío, lo quiero, / y llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación / ante la gran asamblea; / no he cerrado los labios: / Señor, tú lo sabes. R.
Alégrense y gocen contigo / todos los que te buscan; / digan siempre: "Grande es el Señor" / los que desean tu salvación. R.
Proclamad la muerte del Señor, hasta que vuelva. (Salmo 39 )
Evangelio
En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaum. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: "Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga". Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace". Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía dijo: "Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe". Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Por encima de las diferencias de cultura, religión o raza, el dolor nos une con los demás y Cristo nos enseña a abrir caminos para buscar el mayor bien para la vida de todos. 4 min. 56 seg.
Una catequesis de San Pablo sobre la Eucaristía: (1) La Eucaristía nos une Cristo y a su sacrificio; (2) No pueden romperse las presencias de Cristo: en el Cielo, en los pobres, en la Escritura, en la Eucaristía; (3) Aunque la máxima presencia del Señor en esta tierra es la Eucaristía, le supera infinitamente la visión beatífica. 26 min. 59 seg.
Cuidado con despreciar una celebración Eucarística que es válida y a la vez licita solo porque quiero imponer mi criterio, mi gusto personal, mi espiritualidad particular y eso finalmente desgarra al Cuerpo de Cristo. 8 min. 44 seg.
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1.1 La primera lectura nos deja ver un momento muy importante en la vida de la naciente comunidad cristiana de Corinto. Lo que está de fondo es: ¿qué significa la "Cena del Señor"? ¿Qué implica celebrarla?
1.2 No debemos dudar de un punto: fue el mismo apóstol Pablo quien introdujo esta celebración de la "Cena" junto con la predicación del Evangelio y de la fe cristiana en su conjunto. Las palabras de hoy muestran, sin embargo, que esa práctica se había desvirtuado de varias maneras. A nosotros nos sirve mirar qué sucedía en aquella comunidad porque muy probablemente se puede repetir en nuestras asambleas.
1.3 Pero antes hay que notar que la celebración de la Cena era un poco distinta en aquella época, si la comparamos con nuestra celebración de la Misa. Había un compartir de otros alimentos, una especie de encuentro fraterno y luego sí la Cena como tal. Una de las razones por las que la Iglesia desistió de ese modo de celebrar es lo que dice el apóstol: se daban desigualdades y excesos, y no sabe uno qué es peor, si las injusticias entre cristianos o esas faltas de templanza que convertían lo sagrado en ridículo.
1.4 Las dos cosas las critica el apóstol, y si viniera a nuestras misas seguramente las podría seguir criticando: comulgan el explotador y el explotado y hasta se dan la paz, una paz que puede resultar pura farsa. De otra parte, comulga gente sin discernir lo que come, o con el corazón helado por la indiferencia o recalentado por los vicios y excesos que compiten en su cuerpo. Pablo es actual y sus palabras nos ayudarán a respetar y amar mejor el memorial del amor más grande.
2. Dios nos hace dignos
2.1 Con tanta fe como humildad el centurión romano del evangelio de hoy dijo una hermosa profesión de fe: "yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano".
2.2 Y aunque se creía indigno, recibió elogio de Jesucristo, que con su palabra de admiración lo hizo digno no sólo de aquel milagro esperado sino también digno de habitar para siempre las páginas del evangelio, junto a nuestro Divino Salvador. Jesús lo hizo digno.
2.3 El centurión estaba seguro del poder de Jesús. Miraba a Nuestro Señor como uno que tiene autoridad en su palabra, pues entendía que la enfermedad y el mal tenían que obedecer a Cristo así como los soldados de un regimiento obedecen a su general. Este tipo de fe trasciende el hecho puntual de la enfermedad de aquel criado. Es verdaderamente una manera de mirar el mundo.
2.4 Si Cristo es el gran comandante de todas las fuerzas del universo, si la enfermedad y el mal finalmente tienen que obedecer a su palabra, entonces debemos entender que todo mal tiene un lugar y un sentido dentro del conjunto de un plan más amplio que nosotros no vemos pero que nuestro Rey y Emperador, nuestro Jefe y General sí está viendo. Es maravilloso entender esto.