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Agustín Gazotic nació en Trogir, ciudad de la Dalmacia en 1260. Tomó el hábito de los Frailes Predicadores antes de cumplir los veinte años. Estudió en la Universidad de París y predicó con gran fruto a sus compatriotas.
El Beato fundó en su patria varios Conventos de su Orden, a los que dio por lema las palabras de San Agustín: "Desde que estoy al servicio de Dios, no he conocido hombres más buenos que los monjes que viven santamente, pero tampoco he conocido hombres más malos que los monjes que no viven como debieran".
Fue enviado a Hungría, donde conoció al Cardenal Nicolás Boccasini, legado pontificio, quien sería más tarde Papa con el nombre de Benedicto XI. En 1303, el cardenal Boccasini consagró al Beato Agustín, Obispo de Zagreb en Croacia.
El clero y toda la Diócesis de Zagreb necesitaban urgentemente una reforma. El Beato reunió varios Sínodos disciplinares, cuyos cánones puso en ejecución en frecuentes visitas pastorales.
Fomentó las ciencias sagradas y el estudio de la Biblia mediante la fundación de un Convento de la Orden de Santo Domingo. Además, asistió al Concilio Ecuménico de Vienne (1311-1312).
A su retorno, sufrió la persecución del gobernador de Dalmacia, Miladino, contra cuya tiranía y exacciones había protestado.
Tras de regir durante 14 años la Diócesis de Zagreb, el Beato fue trasladado a la sede de Lucera en la provincia de Benevento. Ahí trabajó por desarraigar la corrupción moral y religiosa que los sarracenos habían dejado tras de sí.
El Beato poseía el don de curar a los enfermos. Su muerte ocurrió el 3 de agosto de 1323, y su culto fue oficialmente confirmado en 1702.
Uthat, EEUU (2010) - Mis más cálidos deseos de que la Paz de Dios esté en el corazón de los familiares ante tan dolorosa perdida. Angel está con quien lo amo primero, su Padre celestial.
paz y bien para todos. Tia Lydia
Caracas, Venezuela (2006) - Ya Dios en su Gloria, nos hará partícipe de la Jerusalén Celestial junto con todos nuestros familiares...y los no nacidos... Dios nos bendiga.
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés en el desierto de Farán: "Envía gente a explorar el país de Canaán, que yo voy a entregar a los israelitas: envía uno de cada tribu, y que todos sean jefes." Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país; y se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad israelita, en el desierto de Farán, en Cadés. Presentaron su informe a toda la comunidad y les enseñaron los frutos del país. Y les contaron: "Hemos entrado en el país adonde nos enviaste; es una tierra que mana leche y miel; aquí tenéis sus frutos. Pero el pueblo que habita el país es poderoso, tienen grandes ciudades fortificadas (hemos visto allí hijos de Anac). Amalec vive en la región del desierto, los hititas, jebuseos y amorreos viven en la montaña, los cananeos junto al mar y junto al Jordán."
Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés y dijo: "Tenemos que subir y apoderarnos de esa tierra, porque podemos con ella." Pero los que habían subido con él replicaron: "No podemos atacar al pueblo, porque es más fuerte que nosotros." Y desacreditaban la tierra que habían explorado delante de los israelitas: "La tierra que hemos cruzado y explorado es una tierra que devora a sus habitantes; el pueblo que hemos visto en ella es de gran estatura. Hemos visto allí gigantes, hijos de Anac: parecíamos saltamontes a su lado, y así nos veían ellos." Entonces toda la comunidad empezó a dar gritos, y el pueblo lloró toda la noche. El Señor dijo a Moisés y Aarón: "¿Hasta cuándo seguirá esta comunidad malvada protestando contra mí? He oído a los israelitas protestar de mí. Pues diles: "Por mi vida -oráculo del Señor-, que os haré lo que me habéis dicho en la cara; en este desierto caerán vuestros cadáveres, y de todo vuestro censo, contando de veinte años para arriba, los que protestasteis contra mí no entraréis en la tierra donde juré que os establecería. Sólo exceptúo a Josué, hijo de Nun, y a Caleb, hijo de Jefoné. Contando los días que explorasteis la tierra, cuarenta días, cargaréis con vuestra culpa un año por cada día, cuarenta años. Para que sepáis lo que es desobedecerme. Yo, el Señor, juro que trataré así a esta comunidad perversa que se ha amotinado contra mí: en este desierto se consumirán y en él morirán."
Hemos pecado con nuestros padres, / hemos cometido maldades e iniquidades. / Nuestros padres en Egipto / no comprendieron tus maravillas. R. Bien pronto olvidaron sus obras, / y no se fiaron de sus planes: / ardían de avidez en el desierto / y tentaron a Dios en la estepa. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador, / que había hecho prodigios en Egipto, / maravillas en el país de Cam, / portentos junto al mar Rojo. R.
Dios hablaba ya de aniquilarlos; / pero Moisés, su elegido, / se puso en la brecha frente a él, / para apartar su cólera del exterminio. R.
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo. (Salmo 105)
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo." Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene detrás gritando." Él les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel." Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: "Señor, socórreme." Él le contestó: "No está bien echar a los perros el pan de los hijos." Pero ella repuso: "Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos." Jesús le respondió: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas." En aquel momento quedó curada su hija.
Los que hemos venido de pueblos que eran paganos jamás debemos olvidar que la salvación no es un derecho; es un regalo al que se accede por la fe y la humildad. 4 min. 33 seg.
Cristo muestra que sus milagros no son simplemente expresión de su poder, su fidelidad y su benevolencia; sino sobre todo manifestar que su Reino ya ha llegado. 5 min. 57 seg.
El desierto hace aparecer la verdad de Dios y la verdad del corazón humano, llevándolo a la purificación y haciendo crecer la semilla de la esperanza. 5 min. 13 seg.
Nuestras batallas son interiores y nuestros enemigos invisibles; podemos sentir que vencerlos es demasiado difícil, pero luchando en el nombre de Jesús superamos las dificultades. 7 min. 31 seg.
Para gozar de los favores de Dios sigamos el camino del amor que intercede, de la fe que persevera y de la humildad que reconoce que no es "a mi manera" sino a la manera del Señor. 7 min. 6 seg.
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1. Ambivalencia del Corazón Humano ante las Promesas
1.1 Los acontecimientos que narra la primera lectura suenan lejanos a nuestros oídos, en parte porque el texto que se proclama en la Santa Misa omite numerosos versículos por razón de brevedad y por evitar repeticiones. El sentido original se entiende: a las puertas mismas de la tierra prometida, cuando ya poco falta para alcanzar lo esperado por tanto tiempo, algunos israelitas se desaniman y desaniman a los demás, y presentan esa tierra como un imposible.
1.2 En el fondo es la ambivalencia del corazón, que quiere creer, quiere esperar y quiere amar, pero las tres cosas le cuestan extraordinariamente porque el objeto, el término de nuestra fe, esperanza y amor, es algo que nos rebasa, algo que sólo podemos conquistar si Dios lo conquista para nosotros. Es una batalla en la que hay que rendirse para vencer: rendirse a Dios confiando en que él lo puede para vencer con él que todo lo puede.
1.3 La tierra prometida era eso: tierra. Nosotros tenemos promesas mejores que el pueblo del Antiguo Testamento. Tenemos un cielo prometido. Y cuando llegue la hora de cerrar los ojos a esta tierra y entrar en ese cielo, necesitaremos toda nuestra fe, toda nuestra esperanza y todo nuestro amor. Tendremos que rendirnos de corazón ante el Altísimo para oír con asombro cómo se abre la puerta y la casa nos aguarda con las luces encendidas y el banquete ya servido.
2. Un Episodio Chocante
2.1 El evangelio de hoy nos presenta un pasaje bastante difícil sobre todo porque la actitud de Jesús resulta francamente desconcertante: ¿por qué hace esperar tanto a esta pobre mujer que clamaba la curación de su hijita? Y si luego va a curarla, ¿por qué con ese lenguaje tan duro, diríamos tan humillante?
2.2 Para dar un poco de perspectiva a lo sucedido, conviene recordar que Jesús tenía muy claro que su misión, por lo menos en el terreno de lo inmediato, iba dirigida a los miembros del pueblo elegido. Él no se ve a sí mismo como una especie de curandero o de hombre con poderes extraordinarios. A menudo prefirió destacar el papel de la fe de quienes recibían sus milagros, como quitando la atención de sí mismo y desplazándola hacia el acto de fe que el enfermo hacía cuando se curaba.
2.3 El enfoque de Jesús no es tanto que Él hace cosas sino que Él es la ocasión de que Dios haga cosas en quienes vuelven hacia Dios. Esto es así porque Jesús básicamente está anunciando que Dios reina, está anunciando el Reinado de Dios como más potente que toda la iniquidad humana y también como más fuerte que todo lo que aflige u oprime a los hombres.
2.4 En síntesis, Jesús quiere que el protagonista sea el poder de Dios que se hace próximo y activo en nosotros cuando realmente creemos. Es evidente que una curación "fácil" y un encuentro casi accidental con una especie curandero itinerante no son el lugar para realmente reconocer que es Dios el que reina.
2.5 Esto explica, por lo menos en parte, lo que al principio nos parecía chocante: Jesús no quiere que sus milagros sean anécdotas, sino mensajes que anuncian la llegada del Reino. En el fondo, la demora en conceder esa sanación y el modo de hablarle a esta mujer son una especie de catequesis que quiere mostrar por qué caminos le llega la salvación. Al decirle que esta recibiendo migajas de la mesa del pueblo elegido le está mostrando que sólo hay un Dios, que ese Dios se ha revelado al pueblo de la alianza, y que de Él y sólo de Él viene todo bien.