¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (4a. parte)

¿Qué muere si muere la TL?

Decíamos en los primeros párrafos de estas reflexiones que una de las consecuencias de las intervenciones del Vaticano en referencia a la TL fue “el rápido olvido de las intuiciones, métodos y espiritualidad propios de las Comunidades de Base.”

Si uno mira la TL como un modo de abordar la cuestión social, que fue la óptica de los documentos del Vaticano en su tiempo, lo único salvable de la TL parece ser el amor por los pequeños y oprimidos, pero en términos de desarrollo teórico o académico nada se esperaría ahí más allá de una cierta profundización o énfasis en la Doctrina Social de la Iglesia.

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¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (3a. parte)

La hermenéutica liberal de la Biblia

Quien tiene el protagonismo en la versión liberal de la Escritura es la comunidad. Es ella quien, a la luz de los recuerdos más o menos fragmentarios de quienes habían tratado directamente a Jesús (el Jesús histórico), recompone una especie de “Manifiesto,” en más de una versión, por supuesto. Tal sería la base de los evangelios. (Un razonamiento parecido se aplica proporcionalmente a toda la Biblia).

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¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (2a. parte)

El problema del análisis marxista

Yo quiero decir, para evitar malos entendidos, que considero perfectamente razonables y justificados los reparos del Magisterio. El recurso al análisis marxista como lectura prácticamente única de la sociedad condujo a que se considerara que lo único “real” era lo que podía aparecer en estadísticas, ser medido a través de indicadores económicos y ser evaluado por expertos en sociología. Si esto no parece todavía demasiado artificial frente a los textos de la Escritura, pensemos en lo que es introducir términos como “concientizar” u “organizar” a los pobres.

No faltaron, en efecto, liberacionistas que consideraran que su fidelidad al evangelio era lograr que los pobres fueran “sujetos” de su propia historia. Con fundamento en qué testimonio de los apóstoles, todavía no se sabe. El “agente de pastoral,” según esta visión, sería una especie de “facilitador” para que el pueblo sea protagonista de su transformación y en realidad de su misma “liberación.” Es decir, pelagianismo colectivo a la orden del día.

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¿Tiene que morir la Teología de la Liberación? (1a. parte)

Una distinción inicial

El término “Teología de la Liberación” (TL) evoca dos corrientes diferentes que es bueno distinguir.

Para sus iniciadores o primeros propulsores aludía a un ejercicio que une la experiencia eclesial con la reflexión académica. La Iglesia es vista aquí no como un implante sino como una planta, es decir, no como la sucursal de una multinacional eclesiástica sino como una realización local, humilde y real de la vida del Evangelio, asumida por sus destinatarios propios: los pobres. La célula en que todo ello sucede es llamada a menudo “Comunidad Eclesial de Base.” En este sentido, el término “liberación” no se refiere solamente a lo económico aunque por supuesto lo asume.

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Grandes Líneas

OCTAVA: La Facultad de Teología buscará ser integralmente católica, esto es, fiel en su manera propia de alimentarse del conjunto de la Escritura, el conjunto de la Tradición y el conjunto del Magisterio.

El contexto de empobrecimiento e injusticia no puede entonces excluirse de nuestra reflexión teológica, aunque está claro a la vez que nuestro servicio no es directamente reemplazar a los líderes políticos y/o comunitarios que tienen el derecho y el deber de dar forma a la vida social en nuestro país, así como en otros lugares. Ser teólogo no es ser todo y el saber (parcial, además) que nos ofrece la teología no nos capacita para asumir responsablemente la carga de delinear los rasgos precisos de la convivencia humana o de la legislación civil.

No hay en esto fórmulas ya hechas: el pensamiento no puede sustraerse de considerar lo concreto pero también entiende que no se pude sacrificar indefinidamente lo importante en aras de lo urgente. Según eso, es injusto calificar con términos como “no-comprometido,” o sus equivalentes, a todos los teólogos que no estén escribiendo y hablando todo el rato de los problemas inmediatos, como pueden ser la violencia, el narcotráfico o la corrupción.

La renovación de la sociedad, especialmente cuando se mira desde la óptica del Reino de Dios, no es cosa de producir impacto mediático aunque tampoco puede excluirse del uso racional de los mass media. Análogamente, la transformación de la ciudad o el cambio en los acuerdos de comercio, por citar sólo dos ejemplos más, no son asunto de dar unas conferencias aunque tampoco tendrían que estar excluidas de la reflexión pública seria basada en la Palabra de Dios.

NOVENA: En la relación con la sociedad civil y sus problemas propios requerimos de una visión amplia, profunda, valiente, curada hasta donde es posible de ingenuidades políticas y de paternalismos contraproducentes. No podemos considerarnos los redentores pero tampoco refugiarnos en temas abstrusos y ajenos tan sólo porque son seguros en su misma inocuidad.

Y por último, todo este ideario encuentra o habrá de encontrar un primer lugar de realización en un contexto que es al que sirve y del que se sirve: es su lugar propio, la Universidad. Ello solo es ya un reto inmenso, así como una magnífica oportunidad.

En términos muy concretos, eso quiere decir ante todo, que se requiere una opción por los bienes intangibles que trae una Facultad de Teología, por encima de los bienes, también necesarios, de los ingresos económicos. La teología dará pérdidas pecuniarias durante el largo periodo de su gestación inicial y probablemente aun después. Esas pérdidas se pueden disminuir pero es evidente que hay que contar con ellas y tenerlas sobre la mesa, entre otras cosas para que, al ser reveladas, no se conviertan en un óbice que frene el proyecto.

Entre varias estrategias para disminuir pérdidas hay que pensar en la diversificación de programas, algo que va en continuidad con la segunda de las “líneas” aquí propuestas, allí donde hablamos del ciclo “seminarístico,” por darle un nombre y el ciclo “de profundización.” Es muy probable que haya que ir más allá y ofrecer programas de formación dirigidos a laicos, religiosas, formadores y formadoras, cursos de vacaciones, series de retiros…

Es decir, la Facultad no puede imaginarse sólo como un castillo de pensadores y eruditos sino más bien como un centro vital en el que la fe reflexionada entra en diálogo con la vida y la ilumina desde su propia perspectiva. No un centro “pastoral,” en el sentido pobre del término, pero sí un centro inserto claramente en una tradición de evangelización y misión, que fue lo primero que ofreció nuestra Orden a esta América.

Desde otro ángulo, la Facultad entra a ser parte del conjunto de la vida de la Universidad, en este caso, la Universidad Santo Tomás, que posee su propio proyecto educativo institucional, sus propias políticas de desarrollo y que está sometida a las exigencias propias de su presencia en una sociedad concreta, la colombiana.

La Facultad de Teología no será una extensión ni un reemplazo de la capellanía de la Universidad. La Universidad tampoco será la “parroquia” de los frailes que trabajen en la Facultad. Y sin embargo, es claro que la convivencia con profesores y estudiantes es ella misma una oportunidad preciosa de diálogo y es un mirador privilegiado de muchas realidades sociales que confluyen, como por su propio peso, hacia la Universidad. Sería inadmisible aislarse de todo ello como lo sería también pretender que la Facultad escapara al régimen común o los planes generales de la misma Universidad.

Todo esto sugiere unas relaciones de generosidad, madurez y búsqueda del bien común que sólo se darán desde una especie de nuevo punto de partida de nuestra vocación en Colombia. Una responsabilidad casi máxima corresponde al Prior Provincial, en cuanto primero entre los hermanos de la Provincia y en cuanto presidente del Consejo de Fundadores de la Universidad. Pero no se puede dejar solo al Provincial. La actitud favorable de todos, particularmente de los frailes que colaboran en los Consejos de la USTA indudablemente podrá facilitar mucho las cosas.

DÉCIMA: La Facultad de Teología se inscribe plenamente en el conjunto de la vida académica de la Universidad Santo Tomás, de quien recibe su marco de funcionamiento y a quien ofrece la riqueza de su cosmovisión. El proceso de inserción en la USTA requerirá de paciencia, generosidad y búsqueda del bien común de parte de todos.

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Dublín, 14 de Septiembre de 2004,

Fiesta de la Santa Cruz, en Irlanda

Vivir de los hijos

Usualmente los hijos viven de los papás, es decir, de la economía y recursos de sus progenitores. En sociedades industrializadas y desarrolladas, sin embargo, se ve un caso contrario: papás que viven de los hijos. No me refiero al caso más que explicable de los padres ancianos que, después de una vida de esfuerzos, reciben en bienes materiales y cariño la justa retribución de todo lo que han dado a su prole. Hablo de padres y sobre todo madres jóvenes que tienen hijos con el propósito básico de recibir altos subsidios de vivienda y de dinero para su uso personal.

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No me esperaste, Joe…

Me llamaba la atención que a tu edad, ya avanzada y tan venerable, manifestaras tanta prisa en todo: fuera el servicio a Dios o a tus hermanos. Yo pienso que sentías en algún lugar de tu corazón que el tiempo no sería muy largo y por eso te propusiste ser el primero en acogerme como un genuino hermano, dedicando de tu tiempo y tu saludo a este suramericano medio incógnito, tímido, titubeante en su inglés, inseguro en una nueva cultura. Me regalaste el último tesoro que te quedaba, después de más de ochenta años de vida y cincuenta de sacerdocio ejemplar: me diste de tu tiempo; y también de tu alegría, de tu experiencia.

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Una Simpática e Inesperada Conclusión

Un apunte gracioso que repetí varias veces en Colombia fue este: “Veo a mi país mejor que como lo dejé hace un año; veo a Bogotá mejor que como la dejé hace un año… ¿Conclusión? ¡El problema era yo!”

Algo así digo ahora en Dublín. Parece que las ausencias ayudan… Hoy el prior me invitó a que almorzáramos; ayer, Liz una señora que trabaja aquí ayudando a los padres mayores, me saludó de besito en la mejilla; incluso el cielo sigue azul (¡en Dublín!) y el sol esplendoroso. Las ausencias ayudan… Casi voy a acabar diciendo lo de Nuestro Señor: “Os conviene que yo me vaya…”

Dublín Está Hermosa

Brilla el sol, el cielo es azul intenso, no hace ni frío ni calor. No podía pedirse un día más hermoso para retornar a Irlanda. Trato de disfrutarlo en medio del trasnocho y el cansancio; no lo logro pero me hace feliz saber que hay días así y que muchos los podrán disfrutar. ¡Hay que descansar!

Todo el día viajando

Un abrazo final a Fernando Sánchez, a la puerta del muelle internacional, y luego un silencio inmenso que se asienta en el alma. Atrás quedan unos días por Colombia, y adelante, nuevos retos y preguntas, nuevas lecciones y nuevos amigos. Parce mihi, Domine!

¡Carreras!

¡Hoy todo son carreras! Unas últimas conversaciones y entrevistas, saludables y bellas, pero con el sabor de que faltaría más tiempo. Hay que ocuparse de muchas cosas y tratar de que nada se quede olvidado o inconcluso.

Pienso mientras tanto en la muerte. Pienso en que es el viaje que se acerca entre todos los que se acercan. Pienso que mi vida es demasiado pobre y pequeña, y que le falta brillo y fecundidad. Me arrojo en las manos de Dios y trato de empacar algunas cosas de la maleta. Es la vida de un predicador: llevar cosas y palabras pero también lágrimas y silencios, esperanzas y mucho amor, sobre todo eso: amor.

Despedidas de Familia

Se acaba el tiempo en Colombia… Un maravilloso ajiaco preparado por Bruno y unos langostinos en casa de Patricia Bueno: menú gastronómico maravilloso, que a su tiempo pasará factura en algunos kilos de más, supongo… Pero, ¿cómo se hace?

Veo algo de nostalgia en los ojos de mis padres. Es increíble el nivel de amor que acumula un papá y sobre todo una mamá. ¡Los admiro tanto!