Juegos y Autoconocimiento
Entender la adicción a los juegos puede parecer un ejercicio marginal, necesario solamente para los psiquiatras o para las familias que padecen que uno de sus miembros tenga tal inclinación.Para mí el tema es más profundo.

Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
Juegos y Autoconocimiento
Entender la adicción a los juegos puede parecer un ejercicio marginal, necesario solamente para los psiquiatras o para las familias que padecen que uno de sus miembros tenga tal inclinación.Para mí el tema es más profundo.
Juegos y adicciones
Queda claro, entonces, que lo de los juegos, jugar y entretenerse, no es un asunto trivial. Implica dinero, gente, vidas, fuerzas, talento y preguntas muy profundas.
La cara oscura del tema es la adicción. Como cualquier otro adicto el jugador compulsivo puede despedazar todo con tal de no desprenderse de aquello que le fascina y se adueña de él. Las historias a este respecto son dramáticas y tristes: gente ofreciendo a los propios hijos o hijas en una mesa de póker, o arriesgando el patrimonio de la familia entera o llegando a la desesperación o el suicidio por una racha de “mala suerte.”
Quedé pasmado al enterarme que los juegos caseros (tipo Play Station) mueven más millones que los videos para consumo en casa.
Por ejemplo, la edición digital del Diario de León para hoy anota que “8,5 millones personas, uno de cada cinco españoles, son consumidores de videojuegos.” Un poco más adelante específica en lo que atañe a las edades: “sólo el 38% de los usuarios son menores de edad, y […]este porcentaje se reduce espectacularmente por debajo de los 14 años.”
La enfermedad del Papa Juan Pablo II, ha causado un desmesurado interés, a pesar de las declaraciones oficiales del Vaticano, que quisieran sosegar los ánimos. No sólo por la edad y fragilidad del paciente, que a estas horas está hospitalizado en el Gemelli de Roma, sino porque los antecedentes de la enfermedad de Parkinson que él padece hacen humanamente muy difícil pensar en la recuperación, pues esta enfermedad afecta particularmente los músculos de la respiración.
A raíz de lo comentado hace unas semanas con respecto al uso de las formas literarias en la Biblia, he recibido algunos comentarios. Un padre amigo me invitó a leer L’annonce à Marie, de Lucien Legrand (Cerf, Col. “Lectio Divina”, 1981). Esto es lo que encuentro en esa obra.
…así dice la canción. Permítanme una nota personal. El 1° de febrero de 1985 tomé el hábito de Santo Domingo, en la Basílica de N. S. Chiquinquirá, en Colombia. Así empezó mi año de Noviciado bajo la dirección del siempre recordado y amado P. Pastor Prada. Todos los días tomamos decisiones pero no todas son decisivas. Ese día, en cambió, muchas cosas se decidieron allí, bajo la mirada amorosa de la Siempre Virgen María, en su advocación del Rosario de Chiquinquirá.
Hace 20 años estaba yo en los días finales del retiro espiritual para entrar al Noviciado. Ya en Chiquinquirá, el Padre Pastor nos predicaba sobre el sacerdocio en la teología de San Pablo. Veíamos con respeto y distancia a todos los venerables padres del convento grande, porque nuestro Noviciado, aunque ocupara un espacio comparable, nos parecía como pequeño y rudimentario al lado de los grandes padres. Por turnos, los novicios servíamos a las mesas en el almuerzo y la comida, y era solamente eso lo que nos permitía acercarnos a aquellos hombres mayores que miraban sin dureza pero con distancia.
Mala idea fuera asentar la unión entre los cristianos considerando enemigos a los musulmanes. Hay mucho que nos une a los musulmanes y lo descubriremos cuando descubramos cuáles son los enemigos que tenemos en común con ellos. Esos enemigos no son los ateos ni los agnósticos. Hay demasiado que nos une con todos los seres humanos: lo descubriremos cuando hallemos los enemigos comunes. Ese día entenderemos que el enemigo ha sido vencido en la Cruz y daremos gracias con una voz al Rey de los Siglos.
El Enemigo
Es interesante ver cómo las luchas religiosas entre cristianos modelaron el concepto de religión que tiene Europa y un poco por extensión el resto de Occidente. Más interesante aún ver cómo ese concepto resulta particularmente inadecuado para afrontar algunos grandes problemas y retos que la misma civilización europea encuentra ahora mismo. En efecto, lo que no sabían ni católicos ni protestantes era que con sus batallas estaban dando pecho a una criatura artera: el agnosticismo.
Santa Catalina y el Ecumenismo
Para el lenguaje del pacifismo es “herejía” lo dicho aquí: que hay que encontrar no sólo qué nos une con los demás cristianos, positivamente, sino: a qué enemigos comunes debemos enfrentarnos. Descubrirlos supone que nuestros enemigos no son los que herejes sino las herejías. Más aún: no son las herejías en su conjunto sino aquello que en ellas es falso y dañino, en primer lugar para quienes las sostienen.
Un requerimiento extraño
La humildad y la oración, cada una alimentando a la otra: tal es el camino del ecumenismo y está bastante claro. Pero falta más. Sonará espantoso pero hay que decirlo: no nos vamos a unir si no reconocemos los enemigos comunes. Necesitamos encontrar nuestros enemigos.
La vía hacia la unidad
Si cada confesión cristiana se levanta con orgullo sobre sus puntos fuertes no habrá nunca unidad entre los seguidores de Jesucristo. El camino hacia la unidad es el camino hacia la humildad. Y la humildad brota de una doble conciencia: agradecimiento por lo que tenemos sin merecerlo y arrepentimiento por lo que hemos perdido.
Tiene sentido: seremos uno en Jesucristo. La idea no es unificarnos y luego llegar unidos donde él, sino saber que en él está la unidad, así como en él está la fuente viva de la gracia y el criterio de toda verdad.
De camino hacia el respeto
Para mucha gente el movimiento ecuménico no debería existir. Sobra, simplemente. Según ellos, la Iglesia Católica tiene en sí todo y lo único sensato que puede hacer un hereje es dejar su error y volver al redil. A los católicos, por consiguiente, sólo nos concierne resistir cualquier halago o amenaza que pretenda movernos de nuestra verdad, de modo que con paciencia podamos ver la caída de los herejes o su retorno humilde al rebaño verdadero.
Dimensiones del problema
Esta es la semana de oración por la Unidad de los Cristianos. Tiempo, pues, para orar y para reflexionar, pues no podemos separar las súplicas de la conciencia de los errores, deficiencias y heridas por las que queremos suplicar.
Cuando llegué a Dublín, a este convento, entendía bien el inglés de sólo uno de los frailes, que ciertamente destaca por su excelente dicción.
El tiempo ha pasado y es maravilloso ver cómo nuevas personas, lugares, feligreses, programas de televisión, conversaciones inesperadas se van abriendo, como un círculo que se amplía. En el convento lo detecto a medida que puedo entender mejor y a más frailes.
Hace seis meses pasaba por aquí un dominico que entonces estudiaba en Roma. De carácter jovial, se reunía con los frailes estudiantes de este convento. Y yo me preguntaba qué idioma hablaba él porque no le entendía. El tiempo pasó y fue asignado aquí precisamente. El domingo pasado presidió la Misa Mayor y pude disfrutar su homilía. Predica muy bien.
Doy gracias a Dios. Esas cosas me hacen sentir feliz.
El que no haya leído a Calixta, que la lea, y ojalá pronto. Es de las mejores novelas que haya tenido en mis manos en los últimos 40 años.
