Dos Profesiones Solemnes

Dos estudiantes dominicos, Ciaran y Fergus han hecho ayer su profesión solemne, en hermosa ceremonia presidida por el Padre Provincial, Patrick Lucey.

Una alegría adicional fue la presencia de cuatro religiosas colombianas de las Dominicas Nazarenas: la Madre Gloria Isabel, por una parte, y las tres hermanas que se quedarán en Dublín: Hna. Ma. Bernarda, Hna. Mariela y Hna. Alba Luz. Me siento feliz de ver la acogida que los dominicos les han dispensado.

Las Nazarenas en Dublín

Ayer han venido tres religiosas Dominicas Nazarenas que inician una nueva casa en Dublín. Son ellas la Hna. Bernarda, la Hna. Mariela y la Hna. Alba Luz, todas colombianas, aunque las dos primeras vivían en Europa ya desde hacía algunos años.

Sé que es un desafío para ellas en muchos aspectos, empezando por el aprendizaje del idioma, pero también es un hecho que son los desafíos los que nos hacen crecer.

Desde estas páginas las saludo (ya pude hacerlo personalmente ayer) y espero que podamos colaborarnos mutuamente.

Par de noticias intrascendentes

  1. Anteayer hice arroz. El primero de mi vida. Quedó bien, gracias a Dios, y de él comieron cinco personas (que hasta ahora no han convulsionado). Fueron mis profesoras dos colombianas: Zaida Arias y Mónica Esguerra. Los hechos sucedieron en la casa de Mónica, que es casada con Juan.
  2. Ayer es el día que, según mi parecer y gusto, ha hecho mejor y más hermoso clima en Dublín. ¡Qué hermoso! ¡Qué cielo, que agradable temperatura!

Dios de Amor

Por amor extendiste tu mano

hasta las fronteras de la nada,

y de la nada, tu fuerza soberana

todo lo creó y sigue creando.

Por amor tú formaste un Paraíso:

un Jardín, una Casa para el hombre;

y cuando el pecado lo hizo pobre,

tú quisiste con amor hacerlo rico.

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La Niña Morena de los Ojos Bellos

Niña morenaHace unos días fui a comer algo ligero a un restaurante de comidas rápidas. A poco de sentarme, una señora se sentó en la mesa de al lado; iba acompañada de su pequeña hija. Ambas eran bastante morenas.

No podía yo evitar mirar a mis vecinas. La madre, una mujer de unos 40 años, robusta, metida completamente en sus cavilaciones. Un rostro inexpresivo, tal vez con un reflejo de cansancio, desilusión o hastío. Apenas miraba su comida.

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